El incendio en Hawai deja en el limbo las vidas, empleos y documentos de trabajadores migrantes
Inmigrantes de Lahaina luchan por la recuperación tras la devastación del incendio
Freddy Tomas estaba trabajando en su jardín en Lahaina cuando el fuego empezó a acercarse con aterradora rapidez hasta la misma cerca. Corrió a salvar algunos objetos valiosos de la casa, pero se dio cuenta de que no tenía tiempo y huyó, con la cara oscurecida por el hollín.
Días después de huir en su camioneta descubierta en medio de un humo tan denso que sólo podía seguir las luces traseras rojas del vehículo que iba delante, y rezar porque estuvieran yendo por el camino correcto, el trabajador retirado de hotel, procedente de Filipinas, regresó a su casa destruida con su hijo para buscar la caja fuerte. Tomas, de 65 años, dijo que contenía pasaportes, documentos de naturalización y otros papeles importantes, además de 35,000 dólares.
Tras rebuscar entre las cenizas, padre e hijo encontraron la caja, pero se había abierto en el incendio impulsado por vientos con fuerza de huracán, y su contenido había ardido.
Para inmigrantes como Tomas, Lahaina era un oasis con casi el doble de población nacida en el extranjero que el territorio continental estadounidenses. Ahora esos trabajadores intentan recomponer sus vidas tras el fuego que arrasó la localidad el 8 de agosto.
El condado Maui y la policía del condado confirmaron el domingo la identidad de otras cinco víctimas de los incendios, según la web del condado. La cifra de muertos confirmados se mantenía en 114 mientras los investigadores seguían buscando en la zona.
“Un ejército de equipos de búsqueda y rescate” con 41 perros ha recorrido el 85% de la zona de búsqueda, indicó el domingo el gobernador, Josh Green, en el programa de CBS News “Face the Nation”.
El alcalde del condado Maui, Richard Bissen, dijo el domingo en redes sociales que 27 víctimas han sido identificadas y 11 familias fueron informadas de las pérdidas. El FBI y la oficina del forense del condado Maui trabajaban juntos para identificar los restos recuperados.
“En este momento hay 850 nombres en la lista de personas desaparecidas”, dijo Bissen. La cifra era una mejora desde los más de 2,000 nombres iniciales.
“Unas 1,285 personas han sido encontradas a salvo. Estamos tanto tristes como aliviados por estas cifras mientras continuamos el proceso de recuperación. El número de identificados subirá, y el número de desaparecidos podría reducirse”, dijo Bissen. Se esperaban variaciones diarias, señaló el alcalde, que tenía previsto actualizar los datos cada día.
Había mucho trabajo en Lahaina, donde restaurantes y comercios llenaban la calle Front, con vistas a las aguas azules del Pacífico. Trabajadores extranjeros de todo el mundo habían llegado a Lahaina atraídos por sus hermosos paisajes y su estilo de vida relajado.
Y contribuían de forma significativa tanto a la población como a la economía.
La presencia de trabajadores migrantes en Lahaina elevó su proporción de residentes nacidos en el extranjero al 32 %, casi el doble del 13.5 % en Estados Unidos en su conjunto, según estimó en julio de 2022 el Censo de Estados Unidos.
Aun así, la falta de personal asociada al COVID-19 se cobró un precio en Hawai igual que en el territorio continental. En febrero, casi tres años después de que comenzara la pandemia, los empleadores trataban de cubrir 14,000 empleos en Hawai, casi el doble de los puestos por cubrir que había antes de la pandemia, según indicó Hawaii News Now citando a economistas del estado. Los restaurantes en Lahaina literalmente contrataban a gente que pasaba por la calle.
Muchos trabajadores nacidos en el extranjero lo perdieron todo en las llamas. Algunos vecinos murieron.
El consulado mexicano en San Francisco dijo que se había confirmado la muerte de dos hombres y que trabajaba para gestionar la entrega de sus restos a sus familias en México. Entre los más de 100 muertos y muchos más desaparecidos también había un hombre costarricense.
El consulado dijo que se creía que unos 3,000 ciudadanos mexicanos vivían en Maui, muchos en plantaciones de piñas, hoteles y restaurantes, así como en otros establecimientos asociados al turismo.
La cónsul general de México en San Francisco, Remedios Gómez Arnau, envió tres miembros de su equipo a Maui para ayudar a los ciudadanos mexicanos a lidiar con la tragedia. El gobierno mexicano ha estado en contacto con al menos 250 de sus ciudadanos en Maui, dijo, y ha emitido nuevos pasaportes y certificados de nacimiento perdidos en el incendio.
“Muchos de ellos lo perdieron todo porque sus casas ardieron, y perdieron sus documentos”, explicó en una entrevista el viernes.
Después de que los negocios fueran pasto de las llamas, muchos de los sobrevivientes se ven ahora sin empleo. Muchos tampoco tienen dónde vivir, ya que el fuego destruyó el alojamiento para muchos trabajadores en hoteles y balnearios de la localidad. Y otros no tienen claro cómo seguir adelante.
Kevin Block, abogado de inmigración, señaló que algunos migrantes tienen residencia permanente o protección temporal, mientras que otros están en Estados Unidos de manera ilegal.
“Muchas de esas personas ven con nerviosismo pedir cualquier clase de ayuda”, dijo. “Cuando (la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias, FEMA por sus siglas en inglés) llega a la ciudad, o cuando hay agencias del gobierno por ahí o incluso asistencia médica, tienen miedo de recibirla porque tienen miedo de que les deporten”.
Un documento proporcionado por la FEMA señala que cualquier persona afectada por un gran desastre puede recibir ayuda, lo que incluye a personas que no sean ciudadanos estadounidenses cuyo proceso de deportación se ve paralizado al menos un año, así como a no ciudadanos que hayan recibido asilo. Esa ayuda puede incluir asesoría de crisis, asistencia legal, atención médica, comida y refugio, entre otros servicios.
Sin embargo, las personas que llaman al número de asistencia de la FEMA escuchan una grabación que les dice que deben proporcionar un número de seguridad social y les advierte que mentir en la solicitud de ayuda es un delito federal.
Para los migrantes que llegaron a Maui de niños, la isla es el único hogar que conocen.
“Están trabajando como personal de emergencias, sirviendo comida, repartiendo suministros”, dijo Block. “Están con todos los demás comprobando quién necesita ayuda. Se ha hecho más patente que nunca lo vitales que son para la comunidad”.
Chuy Madrigal huyó del incendio con nueve miembros de su familia, originaria de México.
Perdieron la casa que su madre había comprado tras 30 años trabajando y ahorrando, y el camión de comidas que habían empezado a gestionar apenas tres meses antes, explicó Madrigal, que está protegido por el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) para inmigrantes que llegaron al país de niños pero no tienen permiso de residencia.
Madrigal dijo que él y otros miembros de la comunidad migrante han estado llamando a puertas para reunir suministros para personas necesitadas y ofreciéndose como traductores. Han intentado consolar a los que, como él, lo han perdido todo.
“Hay mucho miedo”, dijo. “Pero una vez uno habla con la gente y les dice ‘Cuando llegamos aquí empezamos desde cero, esto es cero otra vez, sólo tenemos que volver a ponernos a ello y continuar’, muchos dicen, ‘Tiene razón’”.
La familia tiene previsto reconstruir su vida de nuevo en Maui.
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