El Rey De Los Elfos: un poema dramático de Goethe
Este poema dramático de Goethe está basado en una leyenda danesa
Minúsculas, la nueva serie de Belié Beltrán muestra postales breves de la poesía de todos los tiempos y culturas. Relaciona los poemas con otras formas artísticas, como la música o las artes visuales, e invita a dialogar con la sensibilidad de quienes interpretan el mundo a través de la palabra.
El Rey De Los Elfos
En 1782, el escritor alemán, Johan Wolfgang Bon Goethe publicó el poema dramático El Rey De Los Elfos, también traducido como El Rey De Los Silfos. Basado en una leyenda danesa, habla sobre las visiones sobrenaturales de un niño y la explicación racional que le daba su padre, hasta que concluye de forma terrible.
Adaptación musical del poema
El compositor alemán Franz Schubert hizo una adaptación musical del poema en 1815. La intensidad de la obra fue plasmada por la cantante francesa Natalie Dessay y el pianista Philippe Cassard en el álbum Schubert Lieder, de 2016.
El Rey De Los silfos
¿Quién tan tarde cabalga en la ventosa noche?
Un padre con su hijo, a lomos del corcel
bien cogido lo lleva en sus brazos, seguro
y caliente al recaudo de su regazo fiel.
–¿Hijo mío, por qué escondes así triste tu rostro?
– ¿Es que el rey de los silfos, oh, padre, tú no ves?
¿De los silfos el rey con su corona y manto?
– ¡Es la bruma, hijo mío, quien eso te hace ver!
¡Oh lindo niño, anda, ven conmigo ligero!
Verás que alegres juegos allí te enseñaré
¡y qué flores tan raras en mi orilla florecen,
y qué doradas vestes mi madre sabe hacer!
–Padre mío, padre mío, ¿no oyes tú las promesas
con que el rey de los silfos me pretende atraer?
–No hagas caso, hijo mío, que es el cierzo que agita
de la agostada fronda del bosque la aridez.
–Lindo niño, ¿no quieres venir a mi palacio?
Te aguardan mis hermosas hijas bajo el dintel.
Por turno en la alta noche arrullarán tu sueño
y sus danzas y cantos sabrán entretejer.
–Padre mío, padre mío, ¿no ves allá en la sombra
las hijas del monarca bellas resplandecer?
–Hijo mío, no hagas caso, es la vaga espesura;
no hay nada sino eso, que lo distingo bien.
–Lindo niño, me encanta tu belleza divina;
si no de grado vienes, la fuerza emplearé,
– ¡Padre mío, padre mío, mira cómo me coge;
daño me hacen sus manos; padre, ¡defiéndeme!
Siente temor el padre y su bridón aguija;
contra su pecho aprieta al lloroso doncel;
de su casona el atrio por fin alcanzar logra.
Mira, y muerto al instante entre sus brazos lo ve.
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