La perspectiva de la invasión estadounidense a República Dominicana el 28 de abril de 1965
¿Qué nos cuentan los documentos desclasificados?
Fue en el contexto geopolítico de la Guerra Fría donde se dieron las elecciones presidenciales de 1962. En estas salió vencedor contundentemente Juan Bosch, a quien algunos lo acusaban de comunista. Y, a solo siete meses de su gobierno (25 de septiembre 1963), este se exilió en Puerto Rico por un golpe de estado. El grupo de militares dominicanos que apoyaron el golpe argumentaron que las razones estaban basadas en tres puntos: 1) corrupción, 2) ineptitud del gobierno, 3) ideas comunistas (aunque no había evidencias concretas). El Departamento de Estado de USA mantenía un ojo avizor a la situación ya que tenía intereses económicos e ideológicos, y había ciudadanos estadounidenses en el país caribeño.
El 36º presidente de los Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, asumió la presidencia el 22 de noviembre de 1963 a causa del asesinato de John F. Kennedy. Johnson había estado en Santo Domingo en la toma de posesión gubernamental de Juan Bosch (en calidad de vicepresidente) el 27 de febrero de 1963 y, en tan solemne ocasión, hubo un efusivo abrazo entre ambos líderes. El exsecretario de Estado, Henry Kissinger, en su libro Diplomacy, escribió acerca de Johnson lo siguiente: “… y, cuando se trataba de política internacional, Johnson era extremadamente inseguro de sí mismo”. El ideólogo detrás de la invasión era el Secretario de Estado Dean Rusk, jefe de la diplomacia estadounidense (desde 1961 hasta 1969), quien desde un principio se aferró a la tesis de un supuesto “comunismo dominicano”, pero no tenía pruebas de ello.
El estallido constitucionalista del 24 de abril para promover la vuelta a la constitucionalidad y el regreso de Juan Bosch creó un enfrentamiento entre dos bandos con intereses claramente marcados. Ya el 25 de abril, en un telegrama desde la Sala de Situación de la Casa Blanca a Camp David (una de las residencias del presidente estadounidense), se le informó a Johnson de la renuncia de Donald Reid, con el fin de evitar un baño de sangre.
Entre memorandos, reuniones, llamadas telefónicas y telegramas, los Estados Unidos se mantenían informados, por todos los medios posibles, sobre el conflicto de los días 24, 25, 26, 27 y 28 de abril. Entre sus colaboradores principales estaba el Coronel Elías Wessin y Wessin, a quien lo etiquetaban como “El Comandante”. Era quien controlaba la base aérea de San Isidro.
Los documentos desclasificados dan una visión más amplia de la “mano que mueve la cuna”. Un memorándum parcialmente desclasificado dado en Washington, fechado el 14 de abril de 1965, denota las intenciones de la Oficina de Inteligencia e Investigación (INR, por sus siglas en inglés), de la división del Departamento de Estado, acerca de la nación quisqueyana. Se pusieron las cartas sobre la mesa: el futuro político y social de la República Dominicana nuevamente, al parecer, estaba en manos foráneas. En dicho documento se mencionaba la posibilidad de que se celebraran las elecciones dominicanas “alargadas”: las municipales para otoño del mismo año y las congresales, en la primavera de 1966.
En el mismo documento, el caso presidencial fue abordado por el oficial y diplomático William J. Crockett, quien se pronunció diciendo que, si tuviera que elegir entre Bosch y Balaguer, se quedaría con Balaguer. Otro (nombre no desclasificado) aclaró que esa era también su posición (documento procedente de Office of the Historian). En aquel momento, la preferencia por Balaguer por encima de Bosch era evidente en el Departamento de Estado.
El 28 de abril, a las 3:30 AM (en Washington DC), llamaba el presidente Johnson a la White House Situation Room (‘Sala de Situación de la Casa Blanca’) para que le dieran noticias de la situación en Vietnam y en República Dominicana. Le contaba el oficial Jim Murray que el USS Boxer estaba anclado en las costas dominicanas y que servía como base flotante para evacuar a estadounidenses desde el Hotel el Embajador en Santo Domingo. Más tarde, ese día, según las transcripciones, Johnson daría la orden de que desembarcaran los marines, pero con la simple misión de “ayudar con la evacuación”.
Se envió un telegrama el mismo día 28 desde la embajada de Estados Unidos en Santo Domingo al Departamento de Defensa estadounidense. En aquel se explicaba que los saqueos, las muertes y los ataques perpetrados en la ciudad eran dirigidos por comunistas. Pero, como si eso no fuera poco, también en el mismo telegrama se añadía que, “supuestamente”, Radio Habana estaba transmitiendo. Y aclaraba: “[…] y cuyo movimiento, de triunfar, convertirá a este país en otra Cuba; solicitamos, con responsabilidad, y de forma categórica, que el Gobierno de los Estados Unidos preste a ese país su ilimitada e inmediata ayuda militar para que tan grave situación pueda ser definitivamente controlada” (National Archives and Records Administration, RG 59, Central Files 1964-66, POL 23/9 DOM REP, confidential).
La decisión final fue tomada en una reunión de muy alto nivel, presidida por el presidente Johnson y sus consejeros en Washington DC el 28 de abril, desde las 7:27 hasta las 8:15 p.m. En tal encuentro, además, había miembros del Senado y de la Cámara de Representantes. El Presidente escuchó atentamente a su Jefe de Diplomacia (el Secretario de Estado Dean Rusk), quien expuso el caso de lo que pasaba en Santo Domingo con el supuesto comunismo. En ese mismo tenor se pronunciaron el Director de la CIA y el Secretario de Defensa, quienes dieron su visto bueno. El Senador Fulbright preguntó si la OEA podría ayudar, a lo que Dean Rusk respondió diciendo que ellos también estaban preocupados porque tenían ciudadanos en Santo Domingo.
El presidente Johnson hizo mención de la decisión tomada en aquella reunión:
El Presidente informó que en breve se anunciará —dentro de una hora— [no llegó a dar el discurso sobre el tema hasta el 2 de mayo] que Estados Unidos ha enviado unidades de Marines a tierra para proteger y escoltar a ciudadanos estadounidenses hasta un lugar seguro.
Dos semanas después de la invasión del 28 de abril 1965, el Secretario de Estado, Dean Rusk, reveló el verdadero plan estadounidense al decir que lo que había comenzado como una revolución había sido tomada por conspiradores comunistas, los cuales habían sido entrenados en ese propósito, y que habían planificado esa operación cuidadosamente. La diplomacia de Johnson pasaba de proteger civiles norteamericanos y sus intereses a etiquetar el movimiento en la República Dominicana como “comunista” en ese sentido, pues era un enemigo en el hemisferio occidental. En otras palabras, el presidente volvía a manifestar ambivalencia e inseguridad, como lo había descrito Kissinger.
Fue el mismo Johnson quien dijo a uno de sus ayudantes, un mes después de la invasión a República Dominicana en 1965, que no quería ser un interventor. Así lo afirman documentos desclasificados por la National Security Archive at George Washington University. Pero, a su vez, Johnson creía fielmente en la teoría del dominó, la cual consiste, según el historiador estadounidense Mark Updegrove, en no dejar caer una nación en el comunismo, ya que otras naciones caerán también. Había gran duda y ambivalencia en el presidente Johnson, debido a que su gobierno estaba inmerso en el tema de Vietnam.
Son muy importantes las informaciones que algunos de estos documentos desclasificados ofrecen a la sociedad, ya que por esa vía tenemos una visión más amplia. Además, la cosmovisión juega un papel preponderante en la toma de decisiones. La visión globalizada estadounidense no era la misma visión constitucionalista de muchos dominicanos en 1965. Era un tablero de ajedrez donde hay peones y alfiles, donde cada jugada cuenta y donde prima el interés del más poderoso.
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