Cien años de Benedetti, según su biógrafa
Hortensia Campanella, hoy timonel de la Fundación Mario Benedetti, en Uruguay, recuerda con cariño su primer encuentro con el autor de “La Tregua”
Transcurría el año 1980 y Benedetti presentaba su obra “Cotidianas” en Casa de América de Madrid, un lugar que para entonces era el centro de reunión de grandes escritores latinoamericanos como García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, entre otros tantos.
Hortensia Campanella no perdió oportunidad para hacerle una entrevista a Benedetti y desde ahí empezó una relación que se extendió hasta la muerte del uruguayo, en 2009. Hoy, la autora de “Mario Benedetti: un mito discretísimo”, le revive en esta entrevista con EFE.
Pregunta: En una parte del prólogo de la reciente edición de “Mario Benedetti, Antología Poética”, Serrat habla de los siete “Benedettis que Mario cargaba en su mochila”, ¿cuáles cree que le hacen falta mencionar?
Respuesta: Sin duda Serrat ha hecho un trabajo espléndido indagando por toda la obra poética de Mario, que es múltiple y que como él dice tiene mucho que ver con su vida. Pero hay otras facetas de Benedetti como narrador, como dramaturgo, como humorista y sobre todo como crítico literario.
P: ¿Cuándo despierta la pasión de Benedetti por las letras?
R: De niño. Desde muy pequeño a él le gustaba leer e inventar historias. En determinado momento el padre tuvo que ir al colegio para dar cuenta de que nadie le había hecho una historia que había presentado, porque no lo creían.
P: ¿Cómo recordaba Benedetti sus primeros años de vida, allá en Paso de los Toros y posteriormente en Tacuarembó?
R: En realidad de esos primeros cuatro años tiene pocos recuerdos, pero los que tiene son felices hasta el momento en que la quiebra del padre los lleva a buscar otro lugar de vida y se vienen a Montevideo.
A partir de ese momento, sus recuerdos son muy tristes porque la situación familiar fue muy complicada. Todas las veces que hablaba de su infancia, recordaba ese momento que transformó la vida de la familia completa.
P: En algunas entrevistas Benedetti afirmaba que se había mudado muchas veces dentro de Montevideo, ¿cree que eso influyó posteriormente en sus relatos?
R: La razón de las mudanzas era la voluntad de la madre, que le gustaba cambiar de barrio. Sin duda el pasar entre lugares tan diferentes como pasó, lo llevó a tener vivencias muy diferentes en función de los círculos que frecuentaba, pues no es lo mismo el barrio Capurro que el barrio Punta Carreta.
P: Benedetti ingresó al colegio Alemán en 1928, época muy complicada entre otras cosas por el avance del nazismo en Alemania, ¿cómo vive él esa experiencia?
R: La etapa escolar en el Colegio Alemán es de seis años. A pesar de que este colegio tenía una raíz muy elitista que diferenciaba a aquellos alumnos de origen alemán de los que no lo eran, para él fue una experiencia muy gozosa.
Pensaba que ese tipo de escolarización le dio, además de un idioma que manejaba perfectamente, unas pautas de conducta, orden, disciplina y puntualidad que lo marcaron para toda su vida.
También es cierto que su padre lo retira inmediatamente cuando en el año 39 el nazismo impone en el colegio el saludo nazi.
Su curiosidad por la literatura extranjera
P: ¿Y de ahí pasa al Liceo Miranda de Montevideo?
R: Sí, en el Liceo Miranda solo hizo un año y medio. Por razones económicas tiene que empezar a trabajar y abandona el Liceo y a partir de ahí toda su formación es autodidacta y surge de la lectura y del estudio personal y solitario del joven Benedetti.
P: Él era uno de los pocos autores capaces de leer y escribir en muchos idiomas, ¿cómo fue eso posible sin terminar el bachillerato?
R: Por su esfuerzo, por su obsesión con mejorar su formación y por su curiosidad por la literatura extranjera, que lo llevó a querer leerla en sus idiomas originales.
P: Luego llega una etapa de Benedetti en la que pasó por varios empleos, ¿cuáles fueron estos?
R: Empezó con empleos muy sencillos: de mandadero, luego fue administrativo y tenía un segundo empleo como taquígrafo. Después ingresó a una importante empresa inmobiliaria como administrativo y terminó como gerente.
Durante unos cuantos años, yo diría que más de 35, Mario trabajó en labores que no tenían nada que ver con lo intelectual.
P: ¿A cuál de todos sus primeros trabajos le tenía mucho cariño, a pesar de no estar a tono con sus últimas obras?
R: Creo que lo que más le pareció interesante fue su primer ensayo, que era sobre Marcel Proust y que efectivamente es muy bueno. Incluso hay una correspondencia con Juan Carlos Onetti en la que este le alaba esos ensayos.
Descubridor de otros grandes autores
P: Benedetti fue un crítico literario importante. En sus artículos revisó a grandes intelectuales del siglo XX, pero ¿qué tan abierto era frente a escritores menos conocidos?
R: Hay dos facetas de eso que me preguntas. Por un lado, él muchas veces descubría autores que no estaban en el mundillo literario. Fue la primera persona que habló de Rulfo en Uruguay y la primera que habló de Ángel González, el poeta español.
Por otro lado, ya cuando Benedetti tuvo más reconocimiento, aceptó las consultas de los escritores más jóvenes y los oyó cuando se acercaban a él pidiéndole consejos. Siempre tenía tiempo para ellos.
P: Pensando en dónde puede ubicarse a Benedetti en el tiempo, ¿cómo fue su relación con los autores del “Boom”?
R: El fue amigo de la mayoría de escritores del Boom, muy amigo en algunos casos. No tuvo malas relaciones hasta que surgieron algunos elementos que no tenían que ver con la literatura, pero no olvidemos que en la época del Boom, Casa de las Américas de La Habana era un centro de concentración de escritores latinoamericanos y por ahí pasaba Cortázar, García Márquez, Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Mario Benedetti, etc.
P:¿De dónde nace el interés de Benedetti con retratar la realidad tal cual?
R: Esto tiene que ver con la posición que venía de mucho antes con respecto a la realidad uruguaya y latinoamericana. A partir de los años 50 y pasados, él empieza a volcarse más hacia la realidad que lo circunda y a escribir sobre lo que ve y lo que siente acerca de lo que ve.
P: En trabajos como “La Tregua” o “Poemas de la oficina”, ¿por qué era tan importante para Benedetti hablar de la vida administrativa de Uruguay?
R: Él escribía sobre lo que sentía y vivía. Eso sin duda tenía que ver con una mirada crítica de su entorno, con lo que en aquel momento le parecía gris y decepcionante de una mediocracia uruguaya, especialmente montevideana, que de alguna manera se reflejaba en el tema de la oficina pública.
Leído en todos los rincones del mundo
P: ¿Cuál fue la obra que lo catapultó a la fama?
R: Lo que pudo ser editado por editoriales comerciales fue a partir de “La Tregua” o de antes “Montevideanos” y los cuentos de “Esta mañana”. A partir de esa época puede considerarse un escritor profesional.
P: Y como escritor profesional, debe tener una historia fantástica de cómo fue concebida su mejor obra ¿Cómo fue el proceso creativo de “La Tregua”?
R: Parte, como generalmente ocurre, de una pequeña anécdota que conoce de cerca y que él transforma con su imaginación.
La escribió en los intervalos del almuerzo mientras trabajaba en Piria y en la Ciudad Vieja de Montevideo.
Salía a almorzar e iba a un café tradicional muy cercano a la oficina y ahí fue escribiendo “La Tregua”.
P: Conquistó Latinoamérica y Europa, pero ¿hasta qué otros rincones del mundo llega su impacto?
R: A los más diversos rincones del mundo. En este momento se van a presentar cuatro libros de Benedetti en China, hace muy poco nos pidieron la autorización para traducir y publicar dos libros en Siria y el año pasado se publicó a Benedetti en Georgia.
Un hombre muy familiar
P: Tras unos años, Benedetti es exiliado de Uruguay en 1973 por la dictadura de Bordaberry. ¿Cómo lo llegaron a marcar los años del exilio?
R: En el 73 Benedetti se ve obligado a exiliarse debido al ambiente opresivo de la dictadura. Creyendo que eso podría ser breve, muchos uruguayos, entre ellos Benedetti, se exiliaron en Buenos Aires.
Pero de inmediato el ambiente en Argentina se contaminó de aspectos represivos muy duros, como lo fue la presencia de la Triple A, que hizo una lista de condenados a muerte con artistas y gente de la cultura. Entre ellos estaba Benedetti.
Por eso tuvo que abandonar Buenos Aires y se fue a Perú. De allí fue devuelto y debido al ambiente tan peligroso se instaló en Cuba, en La Habana. Después de algunos años decide irse a España y ese es su último exilio, primero en Mallorca y luego por su asma, en Madrid.
P:¿Qué significó para Benedetti su llegada a Mallorca?
R: El decía que era una manera de tener facilidad de contacto con distintos países. No olvidemos el bloqueo que para entonces vivía Cuba, que implicaba que fuera muy complicado para él salir, volver o recibir noticias de su familia.
P:¿Era Benedetti un hombre familiar?
R: Sí. Sobre todo al principio de su estancia en Cuba, tanto él como su esposa tenían a sus madres ya muy viejecitas viviendo en Montevideo y tenían que tener cuidado de ellas y ayudarlas en su vida diaria. Eso le pesaba mucho sin duda.
P: ¿Qué significaba para él su matrimonio?
R: Fue el amor de su vida desde la niñez, desde la más tierna adolescencia hasta la muerte de Luz. Prácticamente todos sus libros de poemas están dedicados a su esposa.
P: ¿Cómo era un día normal en la vida de Benedetti?
R: Muy variado en función de lo que ocurriera, siempre tenía muchos compromisos. Hubo momentos en los que la intensidad y el estrés de su vida hizo espaciar la escritura de novelas y en cambio facilitó la de poesía y cuentos.
Por otra parte, su vida era muy doméstica. Con su esposa había un reparto de tareas de la casa y él era el encargado de hacer el té de la tardecita.
P: Hasta una edad avanzada él seguía recitando sus poemas, ¿gustaba mucho de hacerlo?
R: Sí, le gustaba leer y a la gente le gustaba cómo leía. Recuerdo una semana que hicimos un evento en la Casa de América de Madrid y el día que él iba a leer yo estaba a su lado en la mesa mirando al público, que estaba abarrotado y muchos eran jóvenes.
En eso, empecé a notar que cuando Mario leía sus poemas la gente movía los labios. Quiere decir que estaban recordando y diciendo al mismo tiempo, en silencio, los poemas que conocían de memoria.
P: Ya para concluir, aparte de la literatura, ¿qué otras cosas apasionaban a Benedetti?
R: Las artes plásticas, la pintura en concreto. Benedetti solo hizo dos cosas, que yo conozca. Una, fue un pastel que presentó en una exposición y que siempre contaba que no le había puesto el fijador adecuado y al recogerlo se cayó y se deshizo. Nunca más pintó nada.
Luego, hizo una caricatura de sí mismo muy graciosa. Él ha sido caricaturizado por los mejores dibujantes del Río de la Plata y de España, así que esa caricatura queda como una rareza por haberla hecho él mismo.
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