¿Cómo se comportan los pélets de plástico en el medio marino?
Se estima que cada año se vierten al océano entre 52,000 y 184,000 toneladas de pélets de plástico
Se estima que cada año se vierten al océano entre 52,000 y 184,000 toneladas de pélets de plástico debido a una mala gestión en su cadena de producción y transporte.
Estas pequeñas esferas, que estos días están llegando a las costas gallegas, tienen entre 2 y 5 mm de diámetro y se componen, generalmente, de un porcentaje elevado de polímero (polietileno, polipropileno, etc.) y un menor porcentaje de aditivos (estabilizadores UV, retardantes de llama, etc.).
Los pélets son sólidos, persistentes, no solubles, no emulsionantes, no biodegradables y la mayor parte son flotantes.
Estas partículas se usan generalmente como materia prima en la fabricación de artículos de plástico. En este proceso se diferencian dos fases principales: en la primera se elabora el polímero (conteniendo ya diferentes proporciones de aditivos) y se presenta en forma de pélets y en la segunda, partiendo de estos pélets y por diferentes procesos industriales (moldeado, inyección, etc.), se les da la forma final para su uso.
En 2019 se produjeron 460 millones de toneladas de pélets de plástico y se estima que en 2040 se producirán 540 millones de toneladas si no hay acciones para reducir su producción.
Del agua a las playas
La composición concreta del pélet va a determinar su densidad y ésta es la que determina su comportamiento una vez en el agua. Si son menos densos que el agua de mar (alrededor de 1,025 g/ml), flotarán en ella, y si son más densos, se hundirán.
En el caso de los pélets que se han vertido cerca de la costa gallega, se trata de polietileno. Este material tiene una densidad inferior a la del agua de mar (alrededor de 0,9 g/ml) y, por tanto, flotan en el agua y son arrastrados por corrientes y mareas pudiendo viajar grandes distancias en el medio marino.
Cuando llegan a la costa, estas partículas se ven arrastradas a tierra impulsadas por las mareas y olas. Lo más habitual es encontrarlas mezcladas con otros residuos que quedan en la zona más alta que alcanzó la marea.
Debido a sus características fisicoquímicas, los pélets pueden volver a ser transportados por el viento dentro de la playa o bien volver al agua con la siguiente marea. También es posible que por efecto de las olas o por las propias pisadas de la gente puedan ser enterrados en la arena.
¿Van a desaparecer con el tiempo?
Una de las características del material plástico es su alta durabilidad. Son materiales que resisten bien el paso del tiempo y son difícilmente degradables. Si, además, como parece que ocurre en el caso del material vertido estos días, el pélet tiene un tratamiento para evitar degradación por los rayos UV, es de esperar que su degradación sea más lenta.
Lo que suele ocurrir es que se van degradando y rompiendo en partículas más pequeñas. En este caso es de esperar que se formen microplásticos más pequeños y finalmente nanoplásticos a partir de los pélets.
Cualquier sustancia, partícula o energía que llegue al medio como consecuencia de la actividad humana se considera contaminación y es, en principio, un problema medioambiental.
Además, según la composición de la sustancia concreta podemos tener un problema de toxicidad.
Los polímeros, de modo general, son materiales en principio inertes y de ahí su baja degradabilidad. Pero que el polímero sea inerte no lo libra de posibles efectos nocivos como pueden ser la obstrucción del aparato digestivo de los animales que los ingieran
Por otro lado, en un plástico además de polímeros tenemos uno o más aditivos que pueden ser más o menos nocivos según su composición. Por eso es importante conocer la composición de los aditivos concretos de los pélets vertidos.
La fauna marina los puede confundir con comida y provocarles asfixia o acumularse en el estómago, y entrar en la red trófica.
Pueden tener un impacto ecotoxicológico en el ecosistema (toxicidad de la sustancia sobre un ecosistema). Esto va a depender principalmente de los aditivos
Pueden funcionar como vector de transferencia de sustancias tóxicas adsorbidas del medio y de patógenos que se puedan adherir a los pélets, como virus o bacterias.
Además, pueden tener un impacto socioeconómico como cierre de playas, impacto en instalaciones de acuicultura o deterioro visual de hábitats, entre otros.
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