Un caso escandaloso
Por años, entrenadores inescrupulosos han usado sustancias controladas para acelerar el desarrollo físico en menores de edad
El jueves pasado, Diario Libre dio a conocer la información de un joven prospecto de béisbol, de apenas 14 años, que supuestamente murió como consecuencia de haber sido inyectado con esteroides veterinarios en una academia privada, en la que entrenaba para tratar de conseguir un contrato con un equipo de las Grandes Ligas.
Por años, entrenadores inescrupulosos han usado sustancias controladas para acelerar el desarrollo físico en menores de edad, sin que las autoridades dominicanas, ni de Salud Pública ni de Deportes, ni de protección de los menores de edad, tomen cartas en el asunto.
El caso de Ismael Ureña Pérez, de la comunidad de San Luis, lamentablemente no es el primero y no sería el último tampoco si se sigue permitiendo que el negocio millonario de la firma de talento para el béisbol profesional continúe operando sin controles. Es imperativo que se tomen medidas drásticas, para ponerle fin a acciones que se asimilan al abuso infantil y a la trata de personas. El Código del Menor es muy claro cuando refiere que la protección de los niños es responsabilidad de toda la sociedad.
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