La vice avisa

(Para leer despierto)

La vice avisó: sueña con ser presidenta y subir los escalones del Palacio Nacional. ¿Sorpresa? En la política dominicana, los sueños presidenciales son moneda corriente, casi siempre de circulación limitada. Raquel Peña, que ha construido una imagen de discreción y trabajo en silencio, lanza ahora la primera señal pública de que su ambición no es solo personal, sino también política.

Freud diría que en su sueño se revela un deseo latente que comienza a manifestarse. A diferencia del inconsciente, en la política dominicana las aspiraciones al sillón presidencial deben pasar por la aritmética del poder, las alianzas y la calle. Legítimo ambicionar la primera magistratura; el verdadero desafío es aterrizar y luchar en el terreno de la realidad cambiante, competitiva y, a menudo, implacable.

Como el Segismundo de Calderón de la Barca en La vida es sueño, Peña podría pensar que su momento es solo una ilusión, un ensayo de poder real. Pero sabe que su ensoñación se construye con estrategia: alianzas internas en el PRM, aceptación de la dirigencia y, sobre todo, legitimidad frente a un electorado que deba verla como timonel al mando de la nave pública.

Como Chuang Tzu en la parábola de la mariposa, podríamos preguntarnos si es Raquel Peña quien sueña con ser presidenta o si es la sociedad dominicana la que sueña con una figura femenina como ella —disciplinada, técnica y sin escándalos— para dar continuidad al modelo actual.

¿Será ella, como el Próspero de Shakespeare en La tempestad, creadora de realidades con su magia, sabiéndolas ilusiones temporales, episodios oníricos? Los liderazgos no se sueñan: se disputan palmo a palmo.

¿Despertará el país en el 2028 viéndola subir las escalinatas palaciegas?

Aníbal de Castro carga con décadas de periodismo en la radio, televisión y prensa escrita. Toma una pausa en la diplomacia y vuelve a su profesión original en DL.