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El costo de la estanflación importada

La economía de EE. UU. se desacelera bajo la administración Trump

La incertidumbre provocada por la arbitraria e imprudente política comercial del presidente Donald Trump comienza a tener un alto costo. Algunas instituciones prevén que la tasa de crecimiento del producto interno bruto (PIB) de Estados Unidos se reducirá entre 0.7 y 1 punto porcentual, lo cual lo situaría por debajo de un 2 %.

Recientemente, la Universidad de Michigan publicó que el índice de confianza del consumidor, un indicador clave para proyectar la demanda agregada, cayó a su nivel más bajo desde noviembre de 2022, al pasar de 64.7 en febrero a 57.9 en marzo. Al mismo tiempo, las expectativas de inflación para los próximos doce meses se elevaron de un 4.3 % a un 4.9 %, una cifra muy por encima de la meta del 2 % de la Reserva Federal. Lo preocupante es que la expectativa de inflación era, en noviembre de 2024, de un 2.6 %. La combinación del estancamiento económico con subidas de precios, conocida como estanflación, deteriora significativamente la calidad de vida de los hogares.

Muchos economistas están preocupados por las decisiones de Trump. Larry Summers, profesor de Economía de la Universidad de Harvard, advirtió que “la Reserva Federal debe destacar el enorme impacto que la incertidumbre está teniendo en la economía.” No obstante, reconoció que “su capacidad para responder a esa incertidumbre es muy limitada.” Por su parte, Olivier Blanchard, profesor de Economía del MIT, afirmó que la incertidumbre está provocando la desaceleración de la economía estadounidense, ya que “lleva a los consumidores a preocuparse, a las empresas a esperar para invertir y a la caída de la demanda.” Agregó que esa política no conduce a nada bueno; al contrario, “solo a una pérdida pura.” Ante ese panorama, Summers, exsecretario del Tesoro, proyecta que la probabilidad de una recesión en Estados Unidos es de un 50 %, a menos que se modifique la política arancelaria de la actual administración.

Los mercados bursátiles han estado enviando un mensaje claro. Desde la fecha de toma de posesión de Trump hasta el 13 de marzo, el Dow Jones cayó un 7.3 %, el S&P 500 retrocedió un 8.7 % y el Nasdaq perdió un 12.4 %. Esa destrucción de capital implica un deterioro de la capacidad del consumidor para mantener su nivel adquisitivo. Se estima que por cada 100 dólares que se pierde de riqueza financiera, el consumo se reduce en 7 dólares. Ese resultado se traducirá en una menor demanda agregada y, por lo tanto, menor actividad productiva.

La combinación de altos aranceles, deportaciones masivas, restricciones a la inmigración, despidos en el gobierno federal y el recorte del financiamiento a programas de investigación y desarrollo de las universidades provoca simultáneamente choques negativos, tanto por el lado de la oferta como de la demanda. Dichas medidas pueden desembocar en un escenario de estanflación.

El aumento de un 159 % en el precio del petróleo en 1974, debido al recorte de la oferta impuesto por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), llevó a Estados Unidos a una recesión entre dicho año y 1975. Durante ese período, el PIB tuvo una variación promedio anual de -0.4 %, mientras que la inflación alcanzó el 12.2 % en 1974 y el 7 % en 1975, lo cual originó una estanflación que elevó la tasa de desempleo a un 8.5 % en ese último año. A finales de la década, volvió a registrarse un nuevo choque de oferta provocado por incrementos de precios del crudo que generó otro episodio de estanflación.

En el pasado, la República Dominicana sufrió los efectos de la estanflación importada. Entre 1970 y 1973, el PIB del país, que se expandió a un vertiginoso ritmo anual del 11.3 %, se redujo a la mitad, y registró un promedio de un 5.6 %, mientras que la tasa de inflación promedio alcanzó el 13.8 %. El impacto desfavorable no fue mayor gracias a que la economía dominicana se benefició de un aumento de los términos de intercambio de un 57 %, derivado de la subida de los precios del azúcar en el mercado internacional. Ese incremento fortaleció los ingresos por exportaciones y generó ingresos al gobierno que permitieron una expansión de la inversión pública de hasta un 9 % del PIB en 1975. Sin embargo, la estanflación de finales de los años setenta y las medidas monetarias extremadamente restrictivas adoptadas por Estados Unidos para combatirla desencadenaron, en los años ochenta, la crisis denominada la “década perdida” de América Latina, de la cual formó parte la República Dominicana.

En la actualidad, a pesar de que la economía dominicana se ha diversificado e integrado a mercados de otros países, sigue manteniendo una fuerte dependencia del desempeño de Estados Unidos. Por cada punto porcentual que crece el PIB estadounidense, el dominicano se expande entre 1.7 y 2.2 puntos porcentuales. Si Estados Unidos entrase en recesión o, peor aún, en una estanflación, la República Dominicana sufriría una desaceleración de su actividad económica debido a la disminución de la demanda de servicios turísticos, la reducción del valor de las remesas familiares y la contracción de las exportaciones, tanto nacionales como de zonas francas.

El sostenimiento de altas tasas de interés en Estados Unidos, una política requerida para enfrentar la inflación derivada de los altos aranceles de Trump, obligaría al Banco Central de la República Dominicana a mantener una postura restrictiva, con tasas de interés reales superiores al 12 %, lo que reduciría la inversión privada, en particular la relacionada con la construcción. Si a todo lo anterior se añade que la inversión pública presupuestada para 2025 es de solo un 2.2 % del PIB, puede deducirse que la probabilidad de alcanzar un ritmo de crecimiento anual del PIB entre un 4.5 % y un 5 %, como está contemplado en el Marco Macroeconómico consensuado por el gobierno y el Banco Central, o del 5 %, según la más reciente proyección del Fondo Monetario Internacional, es cercana a cero. La variación de apenas un 3.1 % del Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE), registrada como promedio entre noviembre de 2024 y enero de 2025, confirma la desaceleración económica y lo difícil que resultará lograr el ritmo de crecimiento potencial en un entorno internacional tan convulso e imprevisible. 

TEMAS -

Economista y matemático. Graduado de la Universidad de Chicago y doctorado en Economía de la Universidad de Barcelona. Profesor de Economía Matemática.