Con amigos así…

De los Estados Unidos se ha dicho siempre que sus amigos son circunstanciales. Cuestión de pragmatismo y de conveniencia. En política exterior, todas las decisiones parten de consideraciones locales. Fue lo que dijo una y otra vez aquel renombrado congresista demócrata, el celebérrimo Tip O’Neill.

No es de extrañar, pues, el vitriolo en el último informe del departamento de Estado norteamericano al Congreso sobre los derechos humanos en el mundo. Caveat, el reporte excluye a los Estados Unidos.

Hay algunos señalamientos válidos y haríamos bien en prestarles atención. El tema de los derechos humanos es esencial para la buena marcha de la democracia. Cuanto se haga para mejorarlos en la práctica, no simplemente en estatutos legales, será siempre bienvenido. Brotan las lágrimas, sin embargo, cuando el amigo nos enrostra males de los que tiene en abundancia, y que luego de muchos siglos aún no logra superar. En racismo y discriminación, los Estados Unidos son el menos llamado a ofrecer lecciones.

Que el informe centre la mira en un punto, Haití, es ya de por sí preocupante. Son los Estados Unidos el mejor ejemplo de la irresponsabilidad de la comunidad internacional frente a la crisis en el vecino país. 

Su gran preocupación ha sido evitar un flujo masivo de haitianos hacia sus fronteras. Es así porque también allá se viven tiempos electorales y todo lo referente a la migración cuesta o aporta votos. Coincidimos con los estados caribeños y la gran potencia occidental en deportar a los haitianos que transponen ilegalmente los límites fronterizos. Ni tan buenos ellos ni tan malos nosotros. Es de tontos pensar que los haitianos devueltos por la República Dominicana corren más peligro o son más vulnerables que los que Estados Unidos rechaza y con prontitud deporta.