Monseñor Héctor Rodríguez: "La Iglesia está enfrentando sus propios desafíos"
"Me dedico a pastorear esta Arquidiócesis, es una gran feligresía, y muy grande” explica el arzobispo metropolitano de la Arquidiócesis de Santiago y actual presidente de la Conferencia Episcopal Dominicana
El arzobispo metropolitano de la Arquidiócesis de Santiago y actual presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano, monseñor Héctor Rafael Rodríguez, que, según sus palabras, se dedica “a pastorear esta Arquidiócesis, es una gran feligresía, muy grande”.
En una entrevista concedida a Diario Libre, monseñor Rodríguez ha conversado sobre cómo ve la situación actual de la Iglesia, la fe, Haití, las elecciones presidenciales y la reciente visita del presidente de la República, Luis Abinader, al papa Francisco. “La Iglesia está enfrentando sus propios desafíos”, asegura.
Monseñor Rodríguez, estudió filosofía y teología en el Seminario Pontificio Santo Tomás de Aquino, y fue enviado a Roma donde, después de realizar sus estudios en la Pontificia Universidad Gregoriana, obtuvo la licenciatura en Teología Espiritual. Estuvo en La Vega desde 2015 hasta diciembre de 2023 y de ahí “fui nombrado por el Santo Padre” para dirigir la Arquidiócesis de Santiago.
En una entrevista concedida a Diario Libre, monseñor Rodríguez ha conversado sobre cuál es la situación de la Iglesia, la fe, Haití, las elecciones presidenciales y la reciente visita del presidente de la República, Luis Abinader, al papa Francisco.
—¿Cuál es su labor diaria?
Mi labor diaria es la organización de los trabajos de la diócesis; es acompañar al clero, a los sacerdotes, acompañar a los laicos. También tiene su parte de oficina, hay mucha gente, tanto de Iglesia como de la sociedad civil, que desea saludar, conversar, preguntar cosas, plantear situaciones.
Pero mi labor fundamental en la Arquidiócesis es pastorear el pueblo de Dios, ser el pastor de sacerdotes, laicos y de todos los que, alrededor de la Iglesia católica, intentan vivir su fe y hacen vida.
También formo parte desde julio de la Conferencia del Episcopado Dominicano, pues los hermanos obispos pusieron su confianza en un servidor y me eligieron como el presidente de la Conferencia por tres años; y aquí estamos.
—¿Cómo definiría la situación de la Iglesia en un plano general?
Yo creo que la Iglesia está enfrentando sus propios desafíos. Como en cada momento, hay gente que dice que no va bien, que las vocaciones están bajando y es cierto que algunos piensan que los templos se están vaciando: yo no lo creo.
Yo valoro mi experiencia en cada eucaristía, en cada gran acontecimiento que celebramos, como fue el del día del Corpus Christi, impresionante ver el estadio del Cibao, la gente que había ahí…
Creo que la gente sigue buscando a Dios, y la Iglesia en la República Dominicana está viviendo su momento sin escapar de la realidad del mundo. Hace tiempo se entró en un proceso de secularismo, esto es como cuando las personas entienden que Dios ya no hace falta en la vida; en definitiva vivir un mundo sin Dios. Eso ha ido avanzando y creo que nuestra Iglesia está viviendo ese momento, ese desafío, uno de los más grandes.
Estamos siendo una opción para la gente que busca a Dios y para los que quieren encontrarlo, como el papa Francisco ha insistido, en encontrar un motivo para vivir. Él ha insistido en que, desde el seno de la Iglesia, nosotros seamos capaces de generar y cultivar valores, ser honestos, personas libres y respetuosas con los demás.
—¿Usted diría que la feligresía ha bajado o ha subido en RD?
Yo no creo que haya bajado, prueba de ello es que pensábamos que después del covid, como la gente ya comenzó a celebrar desde sus casas, no iba a regresar. Ciertamente lo que veo es que en cada actividad, eucaristía y celebración hay mucha gente.
—¿Por qué diría que ha aumentado?
Porque el ser humano, las personas de fe, tenemos una necesidad intrínseca de Dios. Incluso la tienen las que no son de fe, como cuando se ven en el umbral, por ejemplo de enfermedades, que escapan a su dominio y dicen “no, no, no, esto yo lo voy a superar; tengo estas herramientas para superarlas; tengo un buen médico, tengo estos medicamentos”, pero hay momentos en que todo eso se escapa a nuestro control.
La gente por lo general en esos momentos termina buscando algo más allá. La persona de fe afianza y arraiga su confianza en Dios. Creo que no es por asuntos superficiales sino que es porque realmente las personas necesitan profundamente en su corazón a Dios.
—¿Qué opina sobre algunas ideas expresadas recientemente por el papa Francisco? por ejemplo con el caso de la homosexualidad
En el caso de la homosexualidad, el papa Francisco apunta al ser humano, es lo que entiendo. Quizás habría que preguntárselo a él, pues son sus ideas, pero nosotros las entendemos, asimilamos e interpretamos, pero yo entiendo que el papa, correctamente y justamente, va es a la persona.
Creo que ningún ser humano, por ninguna condición, debe ser ni rechazado, ni aborrecido, y nadie debe hacer burla de ellos. Es un ser humano y como tal, desde la óptica de nuestra fe, es una criatura de Dios.
Como dijo el papa, “¿quién soy yo para juzgar a ninguna persona?”, incluyendo a esta persona que tiene esta condición. Son hijos de Dios, eso es lo que entiendo, pero te repito, habría que preguntarle qué él entiende más allá.
—Hace un tiempo se abrió la postura del papa sobre las personas divorciadas, que les permitía volver a casarse para que puedan recibir los sacramentos, ¿Cuál es su posición?
Bueno, estamos en la misma óptica. El papa busca lo que buscó Jesús, que ningún ser humano sufra gratuitamente. Eso sí que hay que entenderlo porque aquí hay mucha nebulosa, pero evidentemente es un proceso que tiene que ver con la conciencia de la persona, de ese divorciado vuelto a casar y no por la Iglesia; dar o no darle la comunión.
Hay muchas situaciones que viven personas que se han divorciado y luego se han casado. Las hay que, viviendo en una misma casa, están en diferentes habitaciones, no duermen juntos y no les interesa para nada, para todo el mundo están casadas, pero no es así; cada uno sigue su ritmo, su camino, maritalmente no conviven. Ahí hay muchas situaciones que hay que conocer, entender total y correctamente. Son casos que hay que trabajar de manera individual uno por uno y buscar la solución.
—Sobre los jóvenes en la iglesia, ¿cómo los ve? Pasa que muchos creen en Dios pero no en la Iglesia
Bueno, “creen en Dios pero no creen en la Iglesia”. Este mundo es diverso, aquí hay de todo. Creer en Dios y creer en la Iglesia no pueden ser el mismo grado de creencia porque el creer en la iglesia es una fe generada incluso por el mismo Dios.
Entonces el creer en Dios es lo que nos asegura a nosotros, incluso, la salvación, ser santos, que es nuestra meta final. Nosotros participamos de la eucaristía, participamos de los sacramentos y hacemos obras de misericordia porque, en el fondo, al final no de esta vida, sino en la vida futura, quisiéramos estar en la presencia de Dios y la Iglesia.
En cuanto a los jóvenes, yo creo que hay de todo, hay quienes creen en Dios. Pero yo diría que no confían en la Iglesia, no se profesa fe tal vez porque, aunque en el Credo decimos que “creemos en la Iglesia católica santa y apostólica”, ésta está compuesta por seres humanos como tú, como yo, que no es que tenemos una doble cara, pero que somos pecadores también. Y cuando un ser humano se fija demasiado en nuestros defectos, hombres y mujeres de la Iglesia, entonces evidentemente pierde su visión de Dios y a veces sale de la iglesia, se olvida de Dios y eso es lamentable.
Yo lo primero que diría a los jóvenes es que crean en Dios y que miren lo bueno, las semillas buenas que él que las ha ido sembrando en nuestra iglesia, y ciertamente hay personas excelentes y hay personas que tal vez dejan algo o mucho que desear.
Ese es el mundo, esa es la familia, esa es la sociedad, ese es el gobierno, esa es la vida. ¿Hacia dónde debe fijar su atención una persona sabia? Hacia lo mejor de este mundo, de nuestro país, de los seres humanos que nos rodean. Pues invito a los jóvenes a que se fijen en lo mejor de la iglesia, y que entren en ella para que superen esas fragilidades que nosotros, los más viejos, le estamos dando.
—Sobre la crisis de Haití, ¿cuál es su análisis?
En primer lugar, como país, uno sueña siempre que el mundo sea ordenado, organizado, institucionalizado, que económicamente no sean como los países más ricos, que no haya esa brecha tan grande entre ricos y pobres. Es como el sueño que uno tiene y es lo que uno espera de un país como Haití, como República Dominicana, Puerto Rico y cada uno de los países de América Latina.
Haití ha entrado en una vorágine de violencia. Se ha desestructurado lo poco que había estructurado. Según las noticias y lo que se ve, pues mira la semana pasada ya asesinaron a una hija de un senador norteamericano y su novio o su esposo…, ya eso te subraya con lo absurdo. También el entrar a un hospital, una instancia de ayuda de solidaridad, de vida, y destartalarlo, el entrar a un centro educativo...
¿Qué análisis voy a hacer sobre eso? Es penoso. Eso provoca lo que aquí nos causa más roncha; las migraciones masivas con personas indocumentadas. Es ley de vida: usted tiene hambre, está asediado, está siendo perseguido, no puede vivir aquí, pues automáticamente va a donde sea más fácil, donde pueda encontrar algo de comer, un trabajito; y para Haití esa es la República Dominicana.
No quiero justificar que eso esté bien, porque si sigue así, va a desestabilizar nuestro país y ni existirá Haití, ni tal vez República Dominicana.
Yo no quiero hablar de la comunidad internacional y todo eso que se dice, pero yo lo que sí creo es que como país soberano que tiene sus leyes migratorias, espero que cuando encuentren un indocumentado, sin que se afecte su dignidad, se aplique la ley migratoria. Yo no puedo defender ni aquí ni en ninguna parte del mundo que las autoridades apoyen una migración indocumentada.
Pero nada, yo espero que la comunidad internacional ayude de aquel lado a ordenar, a institucionalizar, y que en ese pueblo resurja la esperanza.
—Sobre las pasadas elecciones, ¿cuál es su valoración?
Las pasadas elecciones parecieron muy tranquilas. Yo fui a votar tranquilamente. La abstención, al menos en la mesa a la que fui, en el Licey al Medio, Santiago, se veía. Delante de mí no había nadie, pasé unos 3-4 minutos votando, salí y tampoco había nadie.
Entonces las elecciones para mí fueron tranquilas, no soy de la Junta para conocer lo que pasó internamente, ni fui observador, pero no he escuchado grandes rumores de fraude.
Creo que hubo un expresidente que habló de compras de votos. Esas cosas ciertamente son una afrenta todavía en la democracia, no solamente que se compren sino que también que haya ofertas de venta de cédulas.
—Hablando de la abstención, recientemente se ha sabido que cabe la posibilidad de que se haga obligatorio el voto, ¿qué opina usted?
Bueno…en Perú es obligatorio y hay ciertas sanciones para el que no vota, no sé cuáles, pero lo que hay es que lo que es obligatorio, quita un poco de libertad.
Imagínese usted: es obligatorio ir a la misa, así no me gusta; es obligatorio tal cosa… a mí me gustaría que el voto continúe siendo libre, los políticos son los que tienen que incentivarnos a que vayamos a votar.
Si la gente no ha querido ir a votar es porque está decepcionada, tal vez de la política y de nuestros políticos. Si el ejercicio de ir a votar no significa nada para la gente, que se analicen los que invitan a votar y los candidatos que van a votar.
—Sobre la influencia en la política ¿cuál es el rol de la Iglesia en la política? porque se ha visto que ha habido algún apoyo por algunos candidatos …
La Iglesia tiene una dimensión social. La Doctrina Social de la Iglesia busca que se respeten los derechos humanos y la vida, por ahí vino el apoyo.
En este caso, la Comisión Vida hizo este ejercicio, como a veces también desde la sociedad civil, tengo entendido, de mostrar a la gente los candidatos que están a favor de la vida desde la concepción hasta la muerte, sin que se interrumpa ni por eutanasia, ni por aborto, ni por nada.
—Con la reciente visita del presidente Abinader al papa, ¿le ha trasmitido algo de lo que han hablado?
No, no he hablado con el presidente, solamente vi que quiso ir con la familia, para mí es un signo muy bonito ir con su esposa, sus hijas, a visitar el Santo Padre. Me parece una iniciativa bonita ir a conversar con él.
¿Qué habrán conversado? A lo mejor sobre Haití, pregúntele al presidente. Me parece que él es católico y su esposa también, lo he visto en varios actos, no solamente participando con devoción sino comulgando. Es una familia católica y fue a visitarlo. Lo veo bonito.
—¿Y el interés del Papa en visita al país se lo han comunicado? ¿Cuándo cree que se puede producir?
No me lo han comunicado todavía. Nosotros, como Conferencia, en el 2015 cuando fuimos a la visita “ad limina” y le hicimos una invitación verbal y una vez de vuelta se la hicimos formal mediante carta. Después, para el centenario de la Coronación de la Virgen de la Altagracia, le hicimos una invitación, pero el papa tiene sus problemas de salud.
Evidentemente tú me vas a decir por qué él ha ido a Sri Lanka, Colombia, México, Estados Unidos y demás países, pero yo creo que el papa va también a visitar lugares en los que haya un interés especial.
Por ejemplo, en el caso de Colombia, fue por un proceso de paz. Fue muy interesante e importante su presencia. Hay otros países en los que el catolicismo hace falta, es necesaria una presencia del Santo Padre para estimular y cerrar ciertos acuerdos también a nivel de estado a estado.
Pero bienvenido sea. Yo espero que cuando él pueda, son ocho horitas de viaje solamente, un poquito más, que venga, sería una gran bendición para nosotros. El Papa Juan Pablo II vino como tres veces, creo.
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