Las ciudades costeras, en la temible línea de frente del cambio climático
Alrededor de 10% de la población mundial se concentra a menos de 10 metros por encima del nivel del mar
Las ciudades costeras han ostentado históricamente un gran poder comercial y cultural, pero ahora están amenazadas precisamente por lo que permitió su auge: su cercanía al mar, cuya subida las amenaza de muerte.
Según alerta el informe preliminar del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU obtenido por la AFP, estas urbes se hallan en “la línea de frente” del calentamiento global, provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero.
La subida del nivel del mar se debe especialmente al deshielo de los casquetes glaciares y amenaza las grandes metrópolis costeras, pero también las pequeñas islas, las comunidades árticas y los deltas.
“Se deberán tomar decisiones difíciles a medida que el nivel del mar sube, la frecuencia e intensidad de inundaciones y tormentas aumenta, la acidificación de los océanos se acrecenta y las olas de calor se intensifican”, según el borrador.
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- Ciudades “mortales” -
Alrededor de 10% de la población mundial se concentra a menos de 10 metros por encima del nivel del mar y ciudades como Venecia y Yakarta ya se están hundiendo, mientras que algunas pequeñas naciones insulares, especialmente en el Pacífico, corren el riesgo de ser engullidas por las olas.
“Muchas ciudades se hallan exactamente en el lugar equivocado con la subida del nivel del mar”, por lo que son “mortales”, según Ben Strauss, presidente de la ONG Climate Central.
Así, unos 300 millones de personas podrían verse amenazadas por inundaciones anuales para 2050, según un estudio de Climate Central citado por el IPCC.
Dentro de 30 años, por ejemplo, una región como el sur de Florida podría contar con un plan para “ser evacuada por completo” durante varias décadas, indica Strauss.
El IPCC prevé que el nivel del mar se eleve 60 cm a finales del siglo XXI incluso si se limita el calentamiento por debajo de +2 ºC, como prevé el Acuerdo de París.
El éxodo empieza a notarse en algunos países, como Bangladés. Varios estudios prevén el desplazamiento de un millón de personas en el país hasta 2050 y de más de dos millones hasta finales del siglo XXI.
Daca se convertirá probablemente en el destino de muchos emigrantes de las costas, si bien esta capital de 21 millones de habitantes situada en un delta también sufrirá cada vez más inundaciones.
“Mis suegros y mis padres lo tenían todo: ganado, una bonita casa, tierras agrícolas. El río se lo llevó todo”, recuerda Yasmin Begum, que de niña vivía con su familia en la isla bangladesí de Bhola, en la desembocadura del río Meghna.
Esta madre de tres hijos se refugió en un suburbio de Daca, situado detrás de un dique. “Seguramente moriremos ahogados”, asegura.
- Soluciones difíciles y costosas -
En las próximas décadas, la subida del nivel del mar “tendrá un impacto enorme” sobre las migraciones humanas en el mundo, según el IPCC.
Pese a estas amenazas, muchas ciudades costeras continúan extendiéndose, especialmente en Asia y África.
Los impactos de estos desastres climáticos pesarán sobre “las sociedades y la economía global en general”.
Por ejemplo, los costos siguen disparándose.
Un estudio del Basque Centre for Climate Change calculó que en la hipótesis más catastrófica las 136 ciudades costeras mayores del mundo podrían sufrir daños por valor de entre 1,6 y 3,2 billones de dólares debido a la subida del nivel del mar.
Las ciudades superpobladas y con grandes infraestructuras de Guangzhou (China) y Bombay serían las más afectadas.
Según el IPCC, las soluciones serán cada vez más difíciles.
Entre estas, figura la construcción de grandes diques y “muros marinos” que podrían limitar el riesgo de inundaciones, pero a la vez provocarían daños ecológicos.
Por su parte, Holanda se convirtió en líder mundial en la materia tras construir una red de defensas de alta tecnología para proteger su territorio, mayoritariamente vulnerable.
Actualmente el pequeño país europeo destina unos 1.200 millones de dólares anuales para adaptarse a “una vida junto al agua”.
En Róterdam, “debemos sacar cada gota de agua que cae. Debemos innovar para mantener los pies secos”, explica Johan Verlinde, encargado del plan de adaptación de esta ciudad holandesa.
- Soluciones naturales -
Pero los expertos subrayan que rehabilitar los ecosistemas costeros puede brindar mayores beneficios, puesto que los eventos extremos causan menos muertos y daños materiales cuando la ciudad impactada está protegida por manglares o pantanos.
Aun así, incluso la mejor de las soluciones podría no bastar para evitar la retirada de la población.
“Al final, todos juntos tendremos que elegir, literalmente, entre hundirnos o nadar”, asegura Anton Cartwright, del Centro Africano de Ciudades, en alusión a Ciudad del Cabo (Sudáfrica), que proyecta construir infraestructuras para protegerse de la subida del nivel del mar.
Por su parte, Indonesia planea hacer de Borneo su capital, pero el IPCC advierte de que mucha gente simplemente no podrá o no querrá partir de Yakarta.
- Un patrimonio en peligro -
Algunos edificios además son irreemplazables.
La Unesco describe Venecia como una “obra maestra arquitectónica”, donde incluso los edificios más pequeños albergan creaciones de grandes artistas como Tiziano y Tintoretto.
Pero esta antigua potencia marítima representa ahora el patrimonio más amenazado del Mediterráneo y la instalación actual de barreras móviles será insuficiente con una subida del nivel del mar superior a 30 cm.
Con 75 cm, la ciudad podría quedar inundada durante seis meses.
Un total de 140 sitios clasificados patrimonio mundial --la mayoría de ellos ubicados en la cuenca mediterránea--, se verán amenazados con un calentamiento de +2 ºC, según el informe.
“Nuestros esfuerzos para frenar el cambio climático se centran en proteger las vidas de hoy, pero también alimentarán las historias que nuestros descendientes contarán sobre nosotros”, según Strauss.
“Muchas de ellas serán sobre lo que perdimos y sobre lo que no logramos proteger”, prevé.
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