El presidente Biden no debe fomentar la migración masiva ilegal desde Haití
República Dominicana enfrenta presión migratoria por crisis en Haití
“Es mejor ser enemigo de EE.UU. que su amigo”. Líderes mundiales me dicen que esa es su percepción bajo la Administración Biden, la cual tiene la extraña costumbre de apaciguar anuestros adversarios mientras les exigen a nuestros aliados estándares imposibles. Esto es una mala política exterior. Además, está fomentando el caos en nuestra región.
Basta con mirar lo que está pasando en la República Dominicana. La isla enfrenta una gran presión migratoria del vecino Haití, que prácticamente se ha hundido en la anarquía. El presidente Luis Abinader ha dejado claro que protegerá la soberanía dominicana imponiendo las deportaciones. Sin embargo, la Administración Biden, influenciada por grupos radicales de izquierda como Amnistía Internacional, están instando a que acepte a tres millones de haitianos en cualquier momento.
Esto es injusto para la República Dominicana, que es un país en desarrollo con recursos limitados y que ya tiene obligaciones importantes por Haití. Cualquiera que dude esto debería considerar el hecho que más de un tercio de todos los nacimientos en R.D. son actualmente de mujeres haitianas.
Pero alentar la migración masiva ilegal también es injusto para EE.UU. La Administración Biden parece no darse cuenta que muchos haitianos ven a la República Dominicana como un país de tránsito hacia Puerto Rico, y que ya existe una red de contrabando bien establecida para facilitar ese viaje. Debido a que nuestros compatriotas en Puerto Rico tienen sus propias limitaciones fiscales, los migrantes ilegales que lleguen al territorio de EE.UU. probablemente se trasladan al continente norteamericano.
Como la mayoría de los estadounidenses, reconozco que lo que está sucediendo en Haití es una tragedia horrible. La ruptura de la ley y el orden, el desplazamiento de más de 300,000 personas y la necesidad de aproximadamente cinco millones de personas de algún tipo de ayuda son muy graves. Por eso yo apoyo la misión internacional de mantenimiento de la paz que Kenia se propone a liderar una vez que Haití haya establecido un gobierno provisional. Además, volví a introducir una ley para preservar los beneficios comerciales de EE.UU. para los fabricantes haitianos, lo que podría resultar en un salvavidas para las empresas haitianas legítimas en esta época de crisis.
Pero, como la mayoría de los estadounidenses, también reconozco que ningún país debería experimentar una migración masiva ilegal, ni la República Dominicana ni EE.UU. La migración masiva ilegal no beneficia al país natal de donde emigran las personas. Cuando todos los ciudadanos de bien abandonan su patria, no queda nadie para defenderla de criminales y tiranos, ni nadie para atender a aquellos que se quedaron. Sin embargo, en un nivel más fundamental, no puedo apoyar la migración masiva ilegal porque el trabajo de los funcionarios electos es proteger a sus ciudadanos primero--no los de nadie más.
Por eso inste al Departamento de Estado de que priorice a los ciudadanos de EE.UU. atrapados en Haití, así como a sus hijos haitianos que fueron adoptados. Además, es por eso que no podemos permitir que los ciudadanos haitianos crucen nuestra frontera. Como el senador Rick Scott y yo mencionamos en una carta al presidente Biden, Haití sufre el flagelo de las pandillas y las fugas en las cárceles de la isla han supuestamente dejado en libertad a miles de criminales. Esto significa que la migración masiva ilegal desde Haití pondría en riesgo a EE.UU.
Desde que el presidente Biden asumió su cargo, más de ocho millones de personas han cruzado nuestra frontera sur y 90,000 han emigrado desde Afganistán sin ser investigados. Las amenazas a nuestra seguridad nacional (desde los criminales del Tren de Aragua hasta la infiltración de terroristas islamistas) son graves y están fuera de control. La tragedia en Haití es grande, pero no es excusa para permitir que estas amenazas aumenten.
Esto es injusto para la República Dominicana, que es un país en desarrollo con recursos limitados y que ya tiene obligaciones importantes por Haití. Cualquiera que dude esto debería considerar el hecho que más de un tercio de todos los nacimientos en R.D. son actualmente de mujeres haitianas.