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Testimonio en juicio a Trump revela nivel asombroso de corrupción en National Enquirer

Se revela cómo el Enquirer ayudó a crear la cultura de los tabloides sensacionalistas y su influencia en la política, especialmente durante la campaña presidencial de Trump en 2016

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Testimonio en juicio a Trump revela nivel asombroso de corrupción en National Enquirer
David Pecker, presidente y CEO de American Media, en un evento en Nueva York el 31 de enero de 2014. (AP/MARION CURTIS)

Pagar dinero para suprimir noticias, acuerdos secretos, amigos ayudándose clandestinamente.

Incluso para los estándares del National Enquirer, el testimonio de su exdirector David Pecker en el juicio a Donald Trump por acusaciones de que pagó para suprimir noticias ha revelado un nivel asombroso de corrupción en el tabloide más famoso de Estados Unidos, y en el futuro podría ser considerado el momento en que efectivamente murió.

“Hoy en día ese tabloide tiene cero credibilidad”, dijo Lachlan Cartwright, quien fue director ejecutivo de ese medio entre el 2014 y el 2017. “Cual sea la credibilidad que tenía, ha quedado totalmente destruida por lo que ocurrió en la corte esta semana”.

El jueves, Pecker estaba de nuevo en el estrado de los testigos para revelar más sobre el acuerdo que forjó para impulsar la candidatura de Trump en 2016, desprestigiar a sus rivales y callar cualquier noticia que lo pueda perjudicar.

El National Enquirer ayudó a crear la cultura de los tabloides sensacionalistas

Si bien sus artículos rayaban en lo inverosímil, el Enquirer se convirtió en un ícono cultural, en gran parte gracias a una extraordinaria labor de mercadeo. A medida que muchos estadounidenses se mudaban a los suburbios en la década de 1960, fueron más a los supermercados grandes, donde haciendo fila en el cajero, podían ver al tabloide con sus estrafalarios titulares sobre extraterrestres o milagros de la medicina.

Uno de sus atractivos eran las noticias sobre celebridades, y el Enquirer le pagaba a fuentes en Hollywood para que contaran cosas que los publicistas de los famosos se negaban a comentar. Quizás eran verdaderas o quizás eran falsas, lo cierto es que nunca eran aburridas.

Cuando el tabloide le pagó a una persona para clandestinamente tomarle la foto al fallecido Elvis Presley en su ataúd, ese número vendió 6,9 millones de ejemplares, según el documental “Scandalous: The Untold Story of the National Enquirer” (2020).

Si bien el tabloide era frecuente objeto de burlas por parte de periodistas “serios”, los reporteros del Enquirer a veces se esmeraban y conseguían primicias. La foto del senador demócrata Gary Hart disfrutando de unas vacaciones con una mujer joven a pesar de estar casado frustró sus aspiraciones presidenciales y subrayó que los políticos podían ser cubiertos como si fueran celebridades. El tabloide incluso fue candidato al Premio Pulitzer por revelar un escándalo sexual del senador demócrata John Edwards a inicios de los 2000.

Cuando era una celebridad en la década de 1990, Trump aparecía frecuentemente en el tabloide y a veces incluso era la fuente de noticias. Cuando Pecker compró el Enquirer en 1999, una de las primeras llamadas que recibió fue de Trump, quien le dijo: “Felicitaciones, compraste una gran revista”, testificó el exejecutivo.

Como lo muestra el documental “Scandalous”, algunas de las cuestionables tácticas de Pecker precedieron al acuerdo con Trump. El Enquirer pagó para obtener la versión de Gigi Goyette, una actriz que dijo haber tenido un affair con Arnold Schwarzenegger, con la posibilidad de escribir un libro y producir una película. El tabloide tapó el asunto mientras Schwarzenegger, que negó haber tenido tal relación, hacía campaña para ser gobernador de California.

Pecker relató que en el verano del 2015 se reunió con Trump y el abogado Michael Cohen para forjar un acuerdo para ayudar al entonces candidato suprimiendo noticias negativas, como los relatos de Karen McDougal y Stormy Daniels de que tuvieron relaciones con Trump.

“No quedó nada por escrito”, testificó Pecker sobre sus promesas a Trump. “Era solo como un acuerdo entre amigos”.

Durante toda la campaña, era evidente de qué lado estaba el National Enquirer. Algunos de sus titulares fueron: “Donald Trump: El Hombre Detrás de la Leyenda”, “Donald Trump: El Hombre Más Saludable Jamás Elegido”.

Los titulares estaban tan parcializados hacia Trump que dejaron perplejo a Steve Coz, exeditor del Enquirer, cuando los vio en su supermercado en Florida.

“Era algo totalmente ajeno para cualquier persona que haya trabajado en el National Enquirer”, dice Coz en el documental.

Prácticas periodísticas atípicas

Cartwright, atraído a un trabajo en el Enquirer por su amigo Dylan Howard con la promesa de cubrir noticias como el escándalo Edwards, más bien se encontró con que cubrir a uno de los políticos más coloridos y controversiales de la era moderna estadounidense estaba vedado. Sin embargo, eran comunes los artículos denigrantes sobre Bill y Hillary Clinton; Pecker lo llamó un arma doble: por un lado ayudaba a la candidatura de Trump y además los artículos anti-Clinton eran populares entre los lectores del Enquirer.

Hasta Cartwright se dijo sorprendido al enterarse por el testimonio de Pecker sobre el rol que desempeñó Cohen en fabricar artículos disparatados sobre los rivales de Trump en las primarias republicanas: Ben Carlson era “un cirujano torpe” conocido como “carnicero de cerebros”, Marco Rubio tenía “un hijo producto de un amorío” y “conexiones con el mundo de la cocaína” y Ted Cruz supuestamente tuvo cinco affairs y su padre estaba vinculado a Lee Harvey Oswald, el asesino de John F. Kennedy.

Cartwright recuerda que a sus amigos les confesaba sus sospechas sobre lo que estaba pasando, pero que éstos le respondían: “Suenas como un teórico conspirativo”.

Los artículos eran disparatados, totalmente falsos. Pero miles de votantes los vieron, y cuando los rumores pasaron a los medios de comunicación establecidos, los políticos — particularmente Cruz, quien quedó enfurecido — se vieron obligados a mencionarlos.

“Esa fue la zona cero de noticias falsas”, dijo Cartwright, quien es ahora corresponsal de The Hollywood Reporter.

Han pasado años desde que el Enquirer ha publicado un artículo impactante. En el 2019, el tabloide publicó textos según los cuales Jeff Bezos – fundador de Amazon, dueño del Washington Post y fuente de irritación para Trump – estaba teniendo una relación extramarital. Pero la maniobra le salió mal cuando Bezos reveló públicamente que el Enquirer había amenazado con publicar fotos comprometedoras a menos que el Post dejara de investigar a la compañía de Pecker, la American Media Inc. Pecker perdió su empleo como jefe de la compañía matriz del Enquirer en el 2020, y esa compañía eventualmente fue vendida.

Las noticias sobre celebridades hoy en día son cosa común en los medios. TMZ básicamente ha heredado el legado del Enquirer con su agresiva cobertura de los famosos y su disponibilidad a pagar por ello. Revelaciones sobre políticos, además, son fáciles de conseguir en las redes sociales, aunque lo es también la desinformación.

En promedio, el Enquirer vendió 238,000 ejemplares en los supermercados los últimos seis meses del año electoral 2016, según Alliance for Audited Media. En los últimos seis meses del 2023, la cifra fue de poco menos de 56,500. El titular de su website el jueves es: “La Historia Oculta: Cómo Marko Stout Pasó De Un Desconocido A Un Fenómeno De Las Artes”.

El Enquirer “de verdad es una sombra de lo que fue”, señaló Cartwright. “El legado de David Pecker será el del hombre que totalmente destruyó ese tabloide”.

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