Sentencian a matrimonio que diagnosticó falsamente con Alzheimer a decenas de pacientes en Ohio
Sherry-Ann Jenkins recibió casi seis años de prisión, mientras que Oliver Jenkins fue condenado a 41 meses
La exdirectora de una clínica de pérdida de memoria de Ohio acusada por decenas de pacientes de haberlos diagnosticado falsamente con la enfermedad de Alzheimer ha sido sentenciada por cargos de fraude, junto con su marido médico.
Sherry-Ann Jenkins recibió el martes casi seis años de prisión, mientras que Oliver Jenkins fue condenado a 41 meses. La pareja fue declarada culpable en marzo de cargos de asociación delictuosa, fraude postal, fraude electrónico y fraude en la atención médica después de haber sido acusada en mayo de 2020.
El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha dicho que Sherry-Ann Jenkins no estaba capacitada ni autorizada para prestar ningún tipo de atención médica, pero se presentaba como médico y cobraba a los pacientes por tratamientos innecesarios.
La causa no acusa directamente a la pareja de diagnosticar falsamente a sus pacientes, pero más de 60 personas presentaron demandas a partir de 2017 que decían que Sherry-Ann Jenkins mintió y les dijo que tenían Alzheimer u otra forma de demencia.
Los pacientes dijeron que pasaron meses sometiéndose a tratamiento mientras planificaban sus últimos años, pensando que morirían pronto. Algunos dejaron sus trabajos o hicieron un último viaje especial. Uno se suicidó; otros dijeron que consideraron la posibilidad de quitarse la vida.
Los pacientes que demandaron a la pareja y a la clínica resolvieron los casos extrajudicialmente. Casi todos los diagnosticados por Sherry-Ann Jenkins empezaron a verla tras sufrir lesiones cerebrales traumáticas o empeorar sus problemas cognitivos.
Sherry-Ann Jenkins dirigió el Centro Cognitivo de la Clínica de Toledo a través de la Clínica de Toledo, un centro médico de especialidades múltiples, durante algo más de dos años, según los registros judiciales.
Diagnosticaba y trataba a los pacientes y ordenaba pruebas a pesar de no tener formación ni cualificaciones, según los fiscales. También cobraba a los pacientes por tratamientos que no eran médicamente necesarios, como ejercicios de memoria y el uso de aceite de coco para tratar trastornos cognitivos.
Su marido, otorrinolaringólogo y antiguo socio de la Clínica de Toledo, autorizaba las pruebas y figuraba como médico remitente en los recibos, aunque rara vez acudía a la clínica y nunca atendía a los pacientes, según los fiscales.