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Entrevista
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Juan Freddy Armando: “No me interesa gastar dinero, esfuerzo, tiempo, en la vanidad de publicar”

El autor cree que la poesía es tan valiosa como el pan o la respiración

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Juan Freddy Armando: “No me interesa gastar dinero, esfuerzo, tiempo, en la vanidad de publicar”
Juan Freddy Armando, escritor. Foto: fuente externa

Entró en las lides literarias con apenas trece años y, aunque tiene en su alforja varios premios y libros inéditos y no ha publicado ni uno solo, es una figura conocida en el ambiente dominicano, por su notable presencia y la difusión de sus creaciones en medios de comunicación y otros canales.

Poeta, narrador, ensayista y publicista, Juan Freddy Armando, también iconoclasta y socarrón, ha mantenido su compromiso intocado durante décadas con la literatura, y desde la gerencia del Centro Cultural Banreservas realiza actividades que la promueven.

En esta entrevista el hatomayorense se ha explayado sin cortapisas sobre diversos tópicos, externando sus libérrimas opiniones que de seguro no dejarán indiferentes.

En estos tiempos complejos, en los que hay una gran lucha por la sobrevivencia de la especie humana, ¿para qué le sirve la poesía?

Aunque algunas personas han expresado que la poesía no sirve para nada, que no tiene utilidad, sí la tiene, y mucha. Por ejemplo, en situaciones como la que vivimos en este momento, de cuarentena por el peligro de contagio del COVID-19, ha sido bien usada por poetas para transmitirla por las ciberredes, lo cual contribuye mejorar el estado espiritual, lo cual se refleja mejorar su salud material.

El trabajo de las lectura de poemas propios, o de los grandes clásicos del pasado o presente, contribuye: A) Cada poema, al comunicar conocimiento, representa una experiencia nueva para el lector, que lo lleva a explorar un aspecto de la vida que del que no tenía conciencia, pues no sabía que el mundo podía verse desde ese lado distinto y nuevo. B) Los versos son un divertimento que genera paz, tranquilidad, serenidad, tan necesarias para resistir la estadía obligatoria en la casa, compartiendo de forma sistemática y desacostumbrada con la familia (o en soledad personal dentro de la propia casa, para los que vivimos solos, ahora más solos que antes) y sin poder salir a divertirse, trabajar u observar el ambiente. C) La pieza poética nos lleva a reflexionar sobre lo que hemos hecho, lo que ha sido nuestra vida y las perspectivas que nos ofrece el mañana, lo cual va preparándonos para la nueva vida que vendrá cuando salgamos de la cuarentena y la amenaza viral. D) El arte poético nos transforma en seres humanos nuevos, con otros principios, muy probablemente mejores que los anteriores a su lectura y a la situación en que nos encontramos.

La poesía realiza esta función en la vida de las personas, en forma utilitaria, si eso se entiende como aquello que contribuye a facilitar la satisfacción de las llamadas necesidades materiales: alimentación, sexo, vestir, casa. Debido a que la poesía (o cuento, novela, ensayo u otra creación literaria) llena en el ser humano las necesidades espirituales: conocimiento, entretenimiento, reflexión y sosiego, paz interior, necesidades tan importantes a la vida humana como las materiales.

Al estar compuesto el ser humano de materia y espíritu, en constante interacción y necesidades mutuas, la poesía es tan valiosa como el pan o la respiración.

Tal vez algunas personas me respondan diciendo que ellos han vivido bien su vida sin necesidad de poesía, que no la han requerido para su felicidad. Pero, lo que esas personas no saben que su vida está llena de poesía, y que claman por ella y disfrutan de ella constantemente, puesto que escuchan canciones, boleros, tangos, merengues, bachatas, y esas piezas están llenas de poesía. ¿Qué es si no poesía la letra que llevan esas obras de arte sonoras?

Eso me recuerda las afirmaciones de economistas, comerciantes, ingenieros, médicos, abogados, trabajadores de oficina, obreros, ministros, gerentes, historiadores, científicos, que, al preguntárseles para qué sirve la cultura, responden que para nada, y de ahí que reciba menos presupuesto y atención que otros ministerios. Mas, preguntemos a ellos:

¿Podrían ustedes vivir sin divertirse, sin filosofía de vida, sin creencias religiosas o no? ¿Tendría sentido su vida sin oír música, ni ver pinturas, sin ir al cine, teatro, espectáculos artísticos? ¿Qué harían sin televisión, ni radio, ni internet, ni estudios científicos, ni publicidad, ni historia ni otros productos de la inventiva del investigador o del artista? Vacía sería su vida, pues quedaría sin espíritu, ya que esos productos culturales son los que llenan y dan sentido a la vida de todo ser humano. Y la poesía es madre de todas ellas (no solamente porque fue la primera en el tiempo, sino porque ella, la poiesis, como le llamaban los griegos, invade todo arte, toda ciencia, toda actividad de la vida humana.

Poeta, narrador, ensayista. ¿En cuáles aguas nada mejor y por qué?

Hay una buena cantidad de escritores que son hombres y mujeres con una consciente o inconsciente filosofía del sufrimiento. Viven su proceso creativo como un parto doloroso, angustiante, amargo, a tal punto que hasta los títulos de sus obras están atravesados por el venablo venenoso de lo triste, lo calcinante. Algunos llegan hasta el extremo de decir que no les gusta lo que escriben. Llegan a ser famosos, y hay gente que quisiera ser como ellos, muchos lectores sadomasoquistas como sus autores favoritos.

Yo no. Soy escritor hedonista. Mis modelos en ese aspecto son María Luisa Bombal, Rulfo y Borges. La cuentista y novelista chilena, cuya prosa está engalanada, como toda gran prosa, con una seductora lengua poética, afirmaba que no entiende cómo alguna gente dice que no le gusta lo que escribe, cuando a ella le encanta leer sus narraciones. Rulfo era igualmente feliz con su escritura, a tal punto que una periodista le preguntó qué lo motivó a escribir su novela Pedro Páramo. Respondió: “Porque no la encontré en mi biblioteca”. Es decir, la escribió porque quería leerla y nadie la había escrito. Y como quería leerla, divertirse con ella, para eso la escribió. Borges respondió a una pregunta de Freddy Ginebra diciéndole que no entiende cómo algunos escritores dicen que para ellos escribir es un sufrimiento, y que si a él no le divirtiera el acto de escribir, se dedicara a otra cosa.

Los autores que no piensan así han tenido éxito como escritores, pero han fracasado como seres humanos. Pues si tu vida ha sido un desgarramiento, un vivir tormentoso, lleno de frustraciones y llanto, ese estado psicológicamente problemático puede producir grandes obras que divierten a los demás, pero su vida ha sido un existir sin paz, sin sosiego, sin dicha, que no vale la pena vivirse. Mejor no ser famoso y ser feliz que serlo y no serlo.

Por eso, me siento nadar bien y feliz, escribiendo poemas, cuentos y ensayos. Igual en la investigación, que aunque no la hago de forma académica, sino como actividad personal, también me encanta y divierte, y de ahí mis artículos.

Algunas veces me siento a escribir un poema, y mientras el texto se desarrolla se niega a ser poema, y se convierte él mismo en cuento o en ensayo. Y yo lo complazco en su inclinación. Las palabras y yo nos divertimos en buscar un camino que no planeamos desde el principio, sino que solo lo entrevimos, lo sospechamos, lo conjeturamos, siempre con la libertad de transformarlo, de cambiarlo sobre la marcha. Porque decidir si será cuento, ensayo, poema, es cosa de los críticos como científicos del estudio literario, y no de mí, que escribo con esa libertad que me encanta que llegue incluso a libertinaje cuando siento que probablemente eso no les gustará a los demás escritores y lectores, pero a mí sí. Por eso gozamos tanto las palabras y yo cuando tenemos ese ayuntamiento sensual que las embaraza y produce nuestras gozosas y gozantes criaturas.

Sobre todo en horas de la madrugada, que son las mejores para calentar el seso, el sexo y los excesos.

El inesperado fallecimiento de su amigo y colega René Rodríguez Soriano, ¿qué le ha provocado?

Para la cultura dominicana, la muerte de René ha sido –parafraseando a Miguel Hernández-, “un empujón brutal que ha derribado” una parte importante de la literatura dominicana. Se encontraba en plena efervescencia creadora, y en febril acción de difusión de sus propia obra y de las letras dominicanas. René, en los últimos tiempos, se convirtió en embajador literario de nuestro país. Y precisamente, cumpliendo esa misión adquirió el COVID_19, ya que a los 4 o 5 días de estar en el país le atacaron fuertemente los síntomas de ese gran mal del siglo XXI, como califico esa pandemia.

Estaba, diría yo, en el umbral de recibir el Premio Nacional de Literatura, que ya tenía ganado desde hacía mucho tiempo, por la excelente calidad de su obra poética, narrativa y ensayística.

En lo personal, para mí la muerte de René ha sido una herida en lo más hondo del alma, un dolor indescriptible, porque la nuestra fue una amistad de más 46 años, sin tropiezos. Fuimos más que hermanos, compartiendo ideales revolucionarios, desde tiempos estudiantiles, de vindicación de los más altos sueños de nuestro pueblo en su larga lucha por la sobrevivencia social, política y económica. En la profesión publicitaria, a la que llegué por él, donde también participamos en incontables venturosas aventuras creativas. En lo literario, al formar parte de la generación de los ’70, conformamos junto a otros jóvenes, el grupo Y Punto, a través del cual innovamos en muchos aspectos de la poética y narrativa dominicana.

Esa larga amistad me hace sentir un vacío hondo y lacerante, del que hablé en un escrito que publiqué en mi página de Facebook a raíz de su lamentabilísimo fallecimiento.

¿Cuál es el legado que deja a la literatura Rodríguez Soriano?

El legado de René tiene varios aspectos: En lo poético, abrió el camino de la literatura coloquial, de lo cotidiano crudo y directo que heredamos de la beat generation y el realismo sucio de los Estados Unidos, sin perder el lirismo y la galantería que aprendimos del modernismo martiano y dariano. Coincido con el poeta y crítico José Rafael Lantigua cuando dice que representó un adelanto a lo que luego, en años recientes han hecho Frank Báez y otros jóvenes al escribir una poesía con unos enfoques que René había hecho, por ejemplo en su libro Muestra Gratis.

También René configura una nueva visión del amor, que ve a la mujer como compañera inteligente y sensual al mismo tiempo con la que se comparte la sátira social de ese mundo gris y superficial que trata, por ejemplo, en Canciones Rosa...

Su narrativa aporta dos formas de encarar el texto:

A) Los sufrimientos del ser humano en una sociedad que privilegia lo superficial y vacuo, convirtiendo al ser humano en una especie de robot que arrastra ese huracán citadino, lo cual vemos en sus cuentos llenos de sarcasmos contra esa forma de vida. También aparece el drama familiar bajo la presión del tirano Trujillo, enfocado en su novela No les guardo rencor, papá. Parte de ese aspecto lo enfocan también sus poemas y cuentos que en los tiempos más recientes con un retorno a sus recuerdos infantiles nostálgicos, una especie de melancolía y saudade.

B) La angustia del hombre y la mujer modernos en el ambiente de la tecnología actual, podemos verlas como signo que marca la más reciente narrativa y poesía de René. Como puede verse en su novela Queda la Música, texto escrito a la manera de correos electrónicos breves con fuerza emocional, en la crisis de las relaciones a distancia y en la vorágine de las ocupaciones que viven las parejas de hoy. Ahí se presenta cosmopolita, que retrata y persigue a una muchacha que adopta diversos nombres y figuras, ambientes y países, manías y conflictos psicológicos. Es una solitaria que se encuentra con el personaje narrador (solitario también) en un café o bar, una esquina o parque. Le dio distintos nombres o quedó sin identificar en algunos relatos. Entre ellas, se sobrepuso la que se identificaba como “Io sono Julia”.

Es importante destacar que los relatos de René tienen una gran carga poética, y su poesía, un fuerte enfoque narrativo.

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Infografía
Juan Freddy Armando, escritor. Foto: fuente externa

Y usted, ¿qué aspira legarle a la literatura?

Es difícil para un escritor responder a esa pregunta. Su respuesta ha de estar reservada a los críticos, y sobre todo a los del mañana, que son quienes pueden evaluar con objetividad lo que aportan los escritores de una época. Porque rara vez existe un analista o creador contemporáneo poseedor de la claridad de mira y generosidad sincera para exponer las innovaciones que han legado los autores de su tiempo.

Pero alguien, cuyo nombre no recuerdo, ha dicho que cuando un escritor introduce algo nuevo debe explicarlo, porque de otro modo su época, acostumbrada al estatus quo de la moda, no podrá descubrirlo. En ese sentido, me atrevo a decir, con el riesgo de parecer petulante, que mis poemas aportan algunos detalles de estilo personal innovadores:

A) En el soneto, por ejemplo, he introducido unos versos de 20, 22 y 24 sílabas, con tres hemistiquios en vez de los dos tradicionales. Buenos o malos, agradables o desagradables, no se habían hecho antes. Además, he puesto a los versos alejandrinos una rima interna de cesura con cesura que también son, hasta donde conozco, nuevos.

B) En cuando a la de versos libres (prefigurada antes en la rimada), he introducido una poesía de carácter filosófico (observable también en la rimada), que al mismo tiempo tiene la expresividad cortante, cruda y directa, donde la metáfora no es (contrario a la tradición de la literatura de nuestra lengua) el recurso más importante, sino lo dramático, del ser humano frente a la opresión interior y exterior que le produce la sociedad moderna en su deshumanización. Otro grupo de poemas, de temas filosóficos, políticos, éticos, en los que hago algo nuevo con el título: lo convierto en un motivo en sí mismo de poesía, con elementos irónicos, sarcásticos. Convierten lo vulgar y porno en motivo de validez poética, con aire humorístico, poco frecuente en la poética dominicana.

C) Mi narrativa tiene una línea temática con frecuencia mística, pero no a la manera de las religiones, sino en enfoque de lo esotérico como mito cotidiano que envuelve al hombre y la mujer de hoy en una individualidad llena de preguntas sobre su destino, como se ve en mi cuento La Casa Solariega o en el titulado La Bella Oscuridad.

D) En la estrategia de la forma para contar historias, mis cuentos representan una manera de armar lo narrado con una intensidad comunicativa que hace al lector sentirse dentro de la historia, siendo juez y parte de los juicios de cada personaje. Los planos, la intrahistoria, los personajes se entrecruzan y confunden unos con otros, sin que se pierda el hilo conductor que permite seguir la historia en su trama y múltiples desenlaces. Y algo aprendido de Knut Hamsun: el relato lineal intenso.

¿Cómo fueron sus inicios literarios? ¿Cuáles autores le abrieron las perspectivas?

Mis comienzos vienen de cuando a los 15 años, que empecé a participar en grupos de principantes poetas en Hato Mayor, y en el concurso de cuentos y poemas del Obispado de Higüey. Gané premios varias veces, y eso me estimuló a continuar.

Entre los autores que me impulsaron, la primera es la profesora Portalatina Taveras, en la escuela primaria, quien nos declamaba poemas, contaba grandiosas historias bíblicas dramatizándolas de forma impresionante. Eso motivó mis visitas a la Biblioteca Cultural, de mi Hato Mayor natal. Allí encontré a Dante, Descartes, Platón, José Ingenieros, el Ramayana, Rabindranath Tagore, Rubén Darío, Kempis. Luego, al ingresar al liceo secundario César Nicolás Penson, la lectura de los maravillosos cuentos, poemas y fragmentos de novelas y ensayos que incluía el libro de gramática de Pedro Henríquez Ureña y Amado Alonso acicatearon mi amor por la escritura. Se sumaron mis dos vecinos ilustrados: Un rosacruz que me prestaba libros de esa mística orden, y otro izquierdista antitrujillista, el hoy Dr. Rafael Salas, quien me prestaba clandestinamente libros de Marx y otros pensadores.

Su nombre está muy asociado a las peñas, a las tertulias. ¿Qué le tributa el intercambio con otros autores?

Mucho. Porque cuando observo textos de grandes escritores, que no tuvieron la oportunidad de discutirlos en peñas, talleres, tertulias, les veo detalles que hubiesen podido mejorarse con la crítica sincera, bienintencionada y libre de espacios.

Por ejemplo, en mi columna dominical Alerta, del periódico Hoy Digital, yo señalaba algunos versos obviables en “El Otro Poema de los Dones”, de Borges, y un cambio en “A Kempis”, de Amado Nervo Si se hubiesen discutido con esos autores en peñas y tertulias, a lo mejor las hubieran aceptado, para una mejoría de los mismos.

Otro ejemplo: el poeta Ezra Pound corrigió “La Tierra Baldía” de T. S. Eliot. De seguro el texto tenía errores (sin dejar por eso de ser un gran poema) que de mutuo acuerdo suprimió el maestro.

Las peñas y tertulias son herramientas pre-críticas que beneficiosas al escritor, si hay un ambiente de colaboración entre colegas.

En el caso mío, he recibido el beneficio de esos intercambios. Verbigracia, en el grupo de escritores Y Punto y en talleres literarios me han hecho sugerencias que han mejorado mi obra.

¿Cuándo se dio cuenta de que además de ser poeta, tenía a un narrador dentro de sí?

Narrador y poeta nacieron juntos. En los dos soy feliz. Cuando se me ocurre una idea literaria, empiezo a escribirla dejando que, como he dicho antes, ella misma determine si será cuento, poema o ensayo.

¿Cuáles obras aspira a escribir en los próximos años?

Mi propósito es mantenerme siempre escribiendo, porque es una forma de vida, una diversión y una manera de comunicar ideas que despierten en el lector realidades y sueños catárticos.

No sé lo que voy a escribir en los próximos años ni en el próximo minuto. No hago planes específicos, sino que simplemente escribo. Es una necesidad primaria, como dormir, comer o pasear.

¿Qué opina de la poesía dominicana actual?

Esta pregunta da para un estudio largo sobre su pasado, presente y futuro. Pero para mí la poesía dominicana actual tiene dos vertientes: la que hacen escritores de otras generaciones que aún viven, y la de los jóvenes de la promoción actual. Ambas son muy buenas. Tienen la ventaja del mundo cibernético que nos pone en contacto fácilmente con mucha literatura actual y pasada, muy distinto a lo que ocurría en los años pre-internet.

Eso le da un carácter muy diverso, muy rico, y combina lo vernáculo con lo extranjero, en una mixtura que ofrece unas posibilidades grandes para nuestros autores.

Además, los dominicanos tenemos el privilegio de poseer una de las más sólidas tradiciones poéticas, con bardos de la altura de Franklin Mieses Burgos, Tomás Hernández Franco, Abigaíl Mejía, Pedro Mir, Carmen Natalia Martínez, Manuel del Cabral, Manuel Rueda, Aída Cartagena Portalatín, Domingo Moreno Jimenes, Rafael Américo Henríquez, René del Risco, Miguel Alfonseca.

Si una debilidad puede señalarse a la poesía dominicana actual es la que percibo cuando converso con algunos jóvenes poetas. No conocen suficientemente a los poetas de generaciones anteriores a las suya. Incluso la juzgan y desdeñan sin haberla leído.

Eso los pone en varios riesgos: Los hace ignorar técnicas, recursos y formas que ya se han practicado en nuestra poesía. De aquí que muchas veces presentan como innovaciones suyas elementos que son caminos recorridos aquí. También tienen una baja estima sobre nuestra poesía en relación a la de otras naciones. Sin entender que contamos con piezas que están entre las mejores de la lengua castellana: Yelidá, Vlia, Rosa de Tierra, Compadre Mon, Esta Canción Estaba Tirada por el Suelo, A la Luz de las Crónicas, Hay un País en el Mundo y otras.

¿Va a desaparecer la poesía, como vaticinan algunos?

Todo lo contrario: ahora tiene millones de lectores y cultivadores en todo el orbe. Como ya he dicho anteriormente, nunca en toda la historia de la humanidad se había escrito y publicado tanta y tan buena poesía. Ni leído tantos poemas como hoy. El ciberespacio está lleno de versos de altísima calidad, variedad temática y enfoques, de modo que el menú es rico, y da para todos los gustos. Claro, como diría Umberto Eco, también se cuela la mala poesía, por los que se creen poetas y colocan sus esperpentos en la red. Pero también a ellos es bueno leerlos, porque nos enseñan cómo no debe escribirse o nos dan pie para reestructurar sus malos textos. Así, el mediocre inspira al talentoso.

Lo mejor es que los jóvenes antes solo podían publicar su poesía en libros físicos, suplementos de periódicos o revistas, hoy los colocan en la red y los leen millones. Hoy crean blogs, canales de Youtube, páginas webs y hasta los venden en las librerías virtuales y físicas.

También la internet permite a los nobeles autores leer gratuitamente a escritores antiguos y actuales. Pueden conformar bibliotecas personales con miles de libros virtuales.

¿Cuánto tiempo y dinero tendríamos que gastar los escritores que provenimos de la época pre-internet para formar una biblioteca, por ejemplo, de diez mil o veinte mil ejemplares físicos? Un dineral y una vida. Ahora, la forman en un santiamén, gratis o a muy bajo costo.

El presente y futuro de la poesía nunca estuvo más garantizado que ahora.

¿Cuál es el mejor consejo literario que le han dado?

El que me dio el maestro universal del cuento, Juan Bosch, cuando leyó el original de un libro de cuentos (todavía inédito) titulado “Présteme su Muerte”, que ganó una mención de honor en el Concurso de la Biblioteca Nacional, organizado por su entonces director Cándido Gerón.

Bosch me dijo: Mira, Juan Freddy: Este libro muestra talento para las letras. 1. Te aconsejo dos cosas: que escribas y leas mucho porque a escribir se aprende así. 2. Lee minuciosamente a los grandes autores, para que descubras cómo consiguen ponerte en suspenso, retratar personajes y situaciones, cómo te atrapan.

Sobre su gestión cultural, ¿qué tal su experiencia en el Centro Cultural Banreservas? ¿Qué tanto se puede hacer desde esa plataforma?

Allí realizamos actividades culturales que buscan el enriquecimiento espiritual de la gente en su esfuerzo por ser mejores personas cada día. Junto al dinámico equipo que labora en el Centro, trabajo para: A) Desarrollar el pensamiento crítico, a través de los cineforos, arteforos, musicoros, letraforos para aprender a interpretar las obras de arte en su nexo con lo humano. B) Conocer y valorar nuestro acervo cultural dominicano, y así mejorar nuestra autoestima de los dominicanos, sabiendo que nuestras expresiones culturales son tan valiosas como las de otros pueblos del mundo. C) Presentar las culturas de otros países, en combinación con la embajadas, de modo los dominicanos conozcan sus aportes, aprendan y enriquezcan nuestra cultura. D) Lograr que, a través de esas embajadas sus naciones conozcan la cultura nuestra, y mejorar nuestra Marca-País-Cultural-Dominicana en el mundo.

¿Un sueño literario por realizar?

Terminar de elaborar unos proyectos de novelas que desde hace un tiempo tengo en proceso, con una visión que creo distinta y fuera de lo común, para que logren gustarme a mí y a otros lectores con los que pueda compartirlas.

¿Por qué nunca has publicado un libro?

En realidad, casi siempre que me preguntan por qué no he publicado un libro, ya con casi 69 años, respondo con un chiste diferente, que contienen mi verdadera opinión, dicha a contrapelo de las lógicas aristotélica o hegeliana. Ahora por primera vez daré una respuesta seria. Jajaja. Pero antes, los chistes. 1. No he publicado un libro porque soy una de las cinco personalidades más influyentes de la humanidad. Y ninguna ha publicado libros: Budha, Sócrates, Jesucristo, Gandhi y yo. Si lo hago, me sacan del grupo. 2. No lo he hecho, porque eso es cosa de viejos, y estoy esperando a llegar a la edad provecta para proceder. 3. Porque el libro es cosa del pasado, ya que a través de las ciberredes todo el mundo conoce mi obra, a tal punto que soy más conocido que muchos escritores que han publicado hasta diez libros. 4. Aunque la gente no lo crea, no escribo para lectores, críticos, concursos, fama, dinero, etc. Escribo para un único lector: yo, que soy quien mejor soporta y disfruta mis disonancias, excentricidades verdaderas y no fingidas, como son las de muchos escritores y artistas. En eso, coincido (valga la prepotencia) con los verdaderamente grandes creadores, que por eso lo son. Porque si Beethoven hubiese escrito su 9na. Sinfonía, Mozart su Júpiter, Mahler su Titán, pensando en el gusto de los músicos o el público, no las escriben. Porque recibieron -lo sabían de antemano- el rechazo inicial de la mayoría de la gente (menos de los visionarios, que siempre son pocos en todos los tiempos) como ocurre siempre con lo verdaderamente revolucionario, innovador, impactante, creador de hitos. Cortázar, en la última entrevista de su vida, dijo: “Jamás he escrito una línea pensando en el lector que la va a leer. Tengo conciencia de que no escribo para guardar mis papeles en un cajón sino para que se publiquen y lleguen a un lector. Pero en la operación literaria yo estoy solo conmigo mismo y esa obra. No, no voy a establecer una definición para lectores populares, cultos, etcétera”.

Ahora, dos respuestas serias: 1. Desde hace muchos años, sé que en Estados Unidos se les llama “vanity publication” a las ediciones de libros financiadas y preparadas por los jóvenes y no tan jóvenes escritores. Se inventan una editorial, y fingen tener un mercado. Entonces esos libros terminan siendo regalados escritores y lectores, quienes no los leen sino que los colocan en una estantería o cajón, hasta que un día están limpiando y botando cosas inútiles. Ahí termina el libro a la basura.

La gente nunca ha valorado lo regalado, y la muestra es que un amigo de los tiempos de estudiantes, quería reeditar su primer libro, y ni él conservaba un ejemplar. Lo buscó por doquier, y, al parecer yo era el único que había leído y conservaba el ejemplar dedicado y regalado por él. No se lo presté. Le envié una elegante copia. En fin, que no me interesa gastar dinero, esfuerzo, tiempo, en la vanidad de publicar. Porque, como digo en un cuentillo titulado “Su majestad, goce esta bobadilla”, los famosos y desconocidos duermen en el mismo cementerio, sin que sepan qué se gana con eso, si vamos a sufrir y morir igual. Son, como dicen los grandes maestros meditadores orientales: vacua cursilería, ilusiones. Frágiles tablas podridas del tembloroso puente a la felicidad que ofrece la sociedad y el mundo, cuando la verdadera dicha es interior, en cultivar el desapego frente a toda esa farsa construida por la humanidad. Solo se consigue todo si no buscamos nada. Comparto la idea de Buda (conste que no soy budista, ni él era budista, ni quería que hubiese budistas ni postulaba doctrina, magisterio o discipulado, sino que cada uno fuese un Buda, palabra que significa: el que despertó), quien al preguntarle en que consiste su doctrina y respondió: “En estar sentado”. Es decir, no pensar ni esperar nada. Ser solo un observador alerta. 2. Es que participé en concursos literarios con la idea de que solo así publicaría un libro: si ganaba y los premiadores lo publicaran. Pero fracasé en todos, a pesar de que me parece que en esos libros había poemas, cuentos y ensayos que merecían un poquito más de la nada que les dieron. Tengo más razones, pero no quiero que esta entrevista ocupe el Diario Libre entero. Jajajaja.

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Juan Freddy Armando, escritor, mientras entrega un certificado. Foto: fuente externa
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