El merengue, utilizado por Trujillo como propaganda, aún busca sus orígenes
Los datos establecen que este término se publicó por primera vez en el país en 1854 en el diario 'El Oasis'

El merengue, ese ritmo cadencioso que identifica a los dominicanos y que el exdictador Rafael Trujillo (1930-1961) sacó de los arrabales para utilizarlo como propaganda de su régimen, aún no precisa su origen exacto y hasta Cuba y Haití le disputan su creación, según un nuevo libro sobre el género.
Declarado en 2016 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, el vibrante merengue se ha hecho escuchar en el mundo por intérpretes como Johnny Ventura, Wilfrido Vargas, Milly Quezada, Fernando Villalona o Juan Luis Guerra.
Los datos más aceptados establecen que la palabra 'merengue', en referencia a esa música, se publicó por primera vez en el país en 1854 en el diario 'El Oasis', pero nunca se pusieron de acuerdo los estudiosos y ejecutantes del ritmo en que esto fuera del todo cierto.
El periodista y escritor Máximo Jiménez se dedicó a recopilar y editar decenas de artículos publicados en el periódico La Nación, creado por Trujillo, dirigidos a buscar el origen, evolución e importancia del merengue y sus tres instrumentos básicos: tambora, güira y acordeón.
"Encontré en ese diario debates muy interesantes de historiadores, músicos y escritores no ligados al merengue en los que, incluso, se decía que en Haití, en Cuba y Puerto Rico reclamaban el origen del ritmo", dice a EFE Jiménez sobre su escrito 'Merengue: obra periodística en La Nación (1940-1965)'.
El autor considera que esos análisis y artículos son muy importantes y dignos de estudio en estos tiempos, pues hablan de los diferentes instrumentos que fueron dando forma al merengue, así como de las influencias española y africana en los instrumentos que acompañaron su surgimiento.
Aunque, el hecho mismo de que se debatiera sobre el merengue en el diario fundado por la dictadora, tiende claramente a creer que esto fuera pura coincidencia, sino un bien estructurado esquema para su promoción, pues el nombre de Trujillo era resaltado con frecuencia.
Varios años antes de 1940, el dictador sacó el merengue de sus escondrijos -considerado antes de esto una muy mala copia de la danza y refugio de los iletrados- para convertirlo en la música más popular del país, pues no solamente impulsó la creación de grandes bandas, sino que él mismo auspiciaba galas en las que disfrutaba bailarlo.
Ritmo arrollador
En enero de 1942, el escritor dominicano Ramón Marrero Aristy publicó que el merengue que se tocaba en el Cibao (región norte del país) en poco tiempo iba a "arrollar" a ritmos de compases parecidos como la mangulina y el carabiné, conocidos en el este y el sur, donde se ubica Santo Domingo, ya para entonces rebautizada Ciudad Trujillo, en honor al 'Padre de la Patria Nueva'.
Como parte de las celebraciones que el dictador impulsó con motivo del centenario de la Independencia, en 1944, contrató al musicógrafo estadounidense J.M. Coopersmith, quien recorrió 22 puntos del norte, nordeste y noroeste para realizar una recopilación musical.
Al final, grabó 78 discos con diversas tonalidades del merengue, además de otros ritmos y tradiciones folclóricas.
En el libro de Jiménez, de 237 páginas y unas 20 fotografías, se ve bailar merengue a un erguido Trujillo con una tímida joven. Es la primera obra de la editorial Crónica.
Tal vez hayan pistas sobre el origen mismo del merengue, pues el escritor Rafael Vidal dominicano escribió en 1941: "Es el merengue, la música que nació en el corazón del pueblo al conquistar su libertad".