Los rusos ponen a vibrar el Teatro Nacional
El esplendor y la habilidad de los artistas dejó estupefacto al público
El evento se enmarca en la celebración del 51 aniversario del Teatro Nacional
El poeta estadounidense Henry Wadsworth Longfellow dijo una vez que: “la música es el lenguaje universal de la humanidad”, una expresión que este autor se animaría a extrapolar al mundo de la danza y especialmente al del ballet.
La danza clásica tiene el encanto de conectar a las culturas a través del tiempo y espacio, provocando que tanto intérpretes como espectadores compartan la misma pasión por unos momentos.
La noche del 23 de agosto, la Gran Gala de las Estrellas Rusas del Ballet Clásico trajo a República Dominicana una función incomparable de magia y arte. Este evento que se celebró en la sala Carlos Piantini del Teatro Nacional Eduardo Brito, reunió a algunas de las figuras más destacadas de la danza académicarusa para constituir una velada que no podrá apartarse de la mente de los dominicanos por muchos años.
El programa de la gala presentó una impresionante alineación de 10 artistas internacionales provenientes de cinco prestigiosas compañías: el Teatro Mariinsky y el Teatro Mikhailovsky de San Petersburgo; el Teatro Bolshoi y el Teatro Musical Stanislavsky de Moscú y el Bayerisches Staatsballett de Múnich.
La producción de esta hazaña artística estuvo a cargo de Starshows por César Suárez Pizano, Ema Suárez y Mónica Lagrande, mientras que la dirección artística estuvo en manos de la destacada coreógrafa Mayumi Sakamoto.
Las principales obras presentadas corresponden a éxitos del ballet ruso que se han popularizado y replicado en todo el mundo.
Primera parte
A las 8:50 de la noche las notas del himno nacional dominicano marcan la pauta para el inicio del espectáculo.
Cuando se abre el telón un par de minutos más tarde, los aplausos de los entusiastas espectadores se mezclan con la música del compositor noruego Herman Løvenskiold para recibir a los grandes Anastasia Limenko (prima ballerina del Teatro Musical Stanislavsky de Moscú) y Evgeny Konovalov (primer solista del Teatro Mariinsky).
El ambiente se remonta a una campiña escocesa del siglo XIX para presentar el etéreo paso a dos del segundo acto de La Sílfide, que cuenta la historia del joven James, quien en la víspera de su boda, es seducido por uno de estos espíritus etéreos que lo atrae al bosque encantado.
Ocho minutos después la sala se transporta a Persia para deleitarse con la interpretación de los célebres Kseniia Shevtsova (prima ballerina del Bayerisches Staatsballett) y Vladimir Shklyarov (bailarín principal del Teatro Mariinsky).
En esta ocasión, los artistas ejecutaron el paso a dos de “Zobeida y el Esclavo Dorado” del ballet Scheherezade, una de las obras de origen ruso más populares del repertorio clásico universal. La pieza se caracteriza por su sensualidad y dramatismo, en un relato que mezcla la tragedia y la pasión de un amor prohibido.
Del exotismo a la tragedia. Cerca de las 9:08 se exhibe quizás uno de los solos más conocidos de la danza clásica, “La muerte del cisne” presentado por la primera solista del Teatro Bolshoi Anna Tikhomirova.
Durante estos fugaces tres minutos, la destacada bailarina desarrolló la referida coreografía con una destreza y belleza que dejaron sin aliento a toda la platea. Los gritos y aplausos inundaron la sala.
Cual si se tratase de un ave fénix, después de la muerte llegó el fuego. Con energía y fuerza Anastasia Smirnova (primera solista del Teatro Mikhailovsky) y Makar Mikhalkin (solista del Teatro Bolshoi) se apoderan de las tablas de la Carlos Piantini para desarrollar el paso a dos del tercer acto del ballet Las llamas de París.
Esta historia se estrenó originalmente el 7 de julio de 1932 y está inspirada en la Revolución Francesa. Cuenta la travesía de los enamorados Jeanne y Philippe, que se unen para luchar contra la tiranía.
Son las 9:19 de la noche y las melodías del maestro Tchaikovsky llevan a la audiencia a un mundo fantástico en la época medieval para contar la tragedia de la princesa Odette que tras ser transformada en cisne por un hechicero malvado, encuentra a su verdadero amor, pero desfallece en su contienda por recuperar su vida y su nuevo corazón.
Interpretando el pas de deux blanco del segundo acto, Vladimir Shklyarov (bailarín principal del Teatro Mariinsky) y María Khoreva (primera solista del Teatro Mariinsky) se impusieron en las tablas con una fórmula cargada de plasticidad, nobleza, majestuosidad y romance. Se trató de una ejecución cautivante en el más fiel sentido de la palabra.
Debido a su popularidad en redes sociales, la bailarina rusa fue la sensación de la noche. Sus admiradores la aclamaron desde que salió del escenario.
Entre 9:31 y 9:40, Bella durmiente del bosque se presenta y ofrece a los meritísimos bailarines del Teatro Bolshoi Artëm Ovcharenko (bailarín principal) y Anna Tikhomirova (primera solista). Desde el inicio, estos artistas fueron aclamados por el público, con su despliegue de elegancia y virtuosidad. Posteriormente se ofreció un receso de 20 minutos exactos.
Segunda parte
Tras un pequeño descanso, la gala se reactiva cerca de las 10:04 con el Grand pas de deux de El Corsario. Anastasia Limenko y Evgeny Konovalov dan vida a los papeles de Conrad y Medora, quienes luego de un intrépido rescate, viven un compendio de aventuras llena de romance y traiciones.
Tratándose de una función que exhibe lo mejor del ballet ruso, la producción trajo una interpretación del Russkaya, que se trata de una obra que explora la historia y el patrimonio cultural de Rusia. Valeria Kuznetsova, que es solista del Teatro Mariinsky, salió a escena a las 10:16 e interpretó este tradicional baile.
Cuatro minutos después se exhibió el “Pas d'action” de La Bayadera. Esta propuesta tuvo la peculiaridad de colocar a bailarinas del Ballet Nacional Dominicano y el Ballet Concierto Dominicano en los roles del cuarteto de corifeos.
Las artistas nacionales fueron el cuerpo de baile de la joven dupla Smirnova - Mikhalkin que asumió los papeles de Nikiya y Solor en este cuento de amor y desdicha.
El reloj marca las 10:33 de la noche y tras el apagón se ilumina un balcón que ofrece la referencia idónea de la pieza siguiente. El amor invade el aire y la música del maestro Sergei Prokofiev dicta los movimientos de este encuentro. Se trata del paso a dos más popular de Romeo y Julieta, traído a las tablas por los bailarines Artëm Ovcharenko y Anna Tikhomirova.
Al cabo de seis minutos otro importante extracto de La Bayadera inmortaliza el evento. Tras salir a escena la espléndida Khoreva junto a su partner Konovalov, el histrionismo y la habilidad nunca se alejaron del escenario, sin embargo, siendo las 10:44 un problema técnico deja sin música a los ejecutantes en pleno acto.
Inmediatamente los espectadores comenzaron a aplaudir y aclamar a los danzantes quienes seguían desarrollando el hermoso dúo como si las notas Minkus estuvieran plasmadas en sus mentes. El desborde de talento fue tal, que la audiencia se mantuvo aplaudiendo por los dos minutos que persistió el fallo.
Para el gran cierre, no podía dejarse de lado el famoso paso a dos del tercer acto de Don Quijote. Shevtsova y Shklyarov demostraron una maestría en su ejecución tanto en calidad de movimiento como destreza escénica. La complicidad de la pareja fue única.
A las 11:05 los rusos realizaron una coda conjunta para despedirse. Sin embargo, la platea no resistió la idea de expresar su agradecimiento con una ovación de pie que se mantuvo por casi 3 minutos y devino en que los bailarines realizaran su despedida una vez más para finalizar el espectáculo.
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