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El cómic, el auge del noveno arte

Las historietas han experimentado una profunda renovación durante las últimas décadas

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El cómic, el auge del noveno arte
El cómic ha experimentado una profunda renovación durante las últimas décadas. (EFE / EDGAR SAPIÑA MANCHADO)

Tras ser considerado una expresión de mero entretenimiento por su asociación con el lector infantil y la caricatura, en la actualidad se ha reivindicado como el noveno arte, favorecido por un lenguaje propio, con tramas más elaboradas y territorios expresivos más complejos.

El mercado mundial del cómic se revela al alza, tras ser valorado en 15.350 millones de dólares en 2022 y predecir ascensos anuales del 5 %.

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Aunque forma parte de un debate amplio, existe cierto consenso en considerar al cómic como el noveno arte. (EFE / EDGAR SAPIÑA MANCHADO)

La evolución del mundo del cómic

El cómic es un medio de expresión creativo cuyo formato visual emplea una sucesión consecutiva de ilustraciones (viñetas) y texto (globos de diálogo) como base de una narración.

Aunque sus fronteras son permeables con artes plásticas como la literatura, la pintura y el cine, el cómic ha emergido como un arte autónomo que cuenta con elementos propios como las onomatopeyas, las viñetas y el uso de bocadillos.

Según el historietista estadounidense Will Eisner ("The Spirit"), es "un arte secuencial" y el especialista español Román Gubern lo describe "formado por pictogramas separados gráficamente, pero relacionados estructuralmente con la finalidad de articular una narración”.

La secuencia narrativa que caracteriza al cómic, un recurso formal que comparte con otras formas artísticas se remonta a las pinturas rupestres del Paleolítico y tiene presencia en los jeroglíficos egipcios y los bajorrelieves romanos.

Asimismo, el antecedente más claro de los primeros globos de texto fueron las filacterias de la iconografía medieval, que representaban la vida de Cristo y de los santos.

Sin embargo, el antecedente directo del cómic actual fueron las historietas que se publicaban periódicamente en los diarios a partir del siglo XVIII y que se denominaron comic strip (tira cómica).

De hecho, el término anglosajón cómic procede etimológicamente del concepto latino “komos” (divertido), aunque las historietas no tenían que ser necesariamente graciosas.

De este modo, los franceses emplean también los vocablos `bande dessinée´ (tiras dibujadas), los italianos `fumetto´ (nubecilla) en referencia a la forma de los bocadillos del diálogo, los japoneses manga y los españoles tebeo, por la revista infantil TBO.

A pesar de las referencias a los humoristas satíricos gráficos ingleses, según los expertos la serie germinal del cómic moderno es "Hogan's Alley" (1896) de Richard F. Outcault, protagonizada por The Yellow Kid y publicada en el diario New York World.

Se consideró el momento fundacional porque utilizó el primer globo de diálogo (bocadillo) para representar el acto de habla de un personaje.

Desde sus antecedentes históricos, el cómic desarrolló su particular lenguaje visual, pero no fue hasta principios del siglo XX, coincidiendo con el mayor desarrollo de la fotografía y el cine, cuando penetró en la cultura de masas y comenzó su renovación temática y estilística.

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Tras ser considerado una expresión de mero entretenimiento por su asociación con el lector infantil y la caricatura, en la actualidad el cómic se ha reivindicado como el noveno arte, favorecido por un lenguaje propio, con tramas más elaboradas y territorios expresivos más complejos. (EFE/EPA/ALLISON DINNER)

El noveno arte

En la actualidad, el cómic se ha reivindicado como un medio de la cultura visual de indiscutible influencia artística, comparable a cualquiera otra forma de expresión contemporánea.

Aunque forma parte de un debate amplio, existe cierto consenso en considerar al cómic como el noveno arte, equiparable a las bellas artes tradicionales clasificadas en el período helenístico.

Sin embargo, durante mucho tiempo no se reconoció su valor cultural y fue catalogado como una atracción menor, una fuente de entretenimiento, aunque la fotografía y el cine también lo fueron en sus comienzos.

Entre las razones del ostracismo durante su primera época se encuentran su asociación al público infantil, su integración en la modesta cultura popular del entretenimiento y la "poca respetabilidad" de la caricatura.

Sin embargo, esta tendencia inicial fue sustituida por el reconocimiento ante las sucesivas aportaciones conceptuales, los novedosos recursos compositivos y la introducción de contenidos más sofisticados y complejos.

El cómic también se dignificó con la incorporación de las novelas gráficas, obras sin periodicidad fija, con tramas más elaboradas y un dibujo impreso de mayor calidad.

Este formato de publicación de autor reivindicó su singular lenguaje y revalorizó una expresión que había estado deslegitimada culturalmente.

En su evolución, esta representación artística pasó de las tiras de periódicos a las librerías y las bibliotecas y se incorporó a los museos de todo el mundo.

El cómic había entrado en las pinacotecas en 1967 con una exposición en el museo de Artes Decorativas de París, y con las muestras de obras de artistas gráficos como Roy Lichtenstein o Andy Warhol, representantes del arte pop.

No fue hasta 1992 que el cómic fue el protagonista en la exposición Opera Bulles, celebrada en el Grande Halle de la Villette de París.

Por último, es significativa la aparición de publicaciones y estudios teóricos de intelectuales como el escritor italiano Umberto Eco y el cineasta francés Alain Resnais, que reclamaban la consideración del cómic como objeto de estudio de alta cultura.

Algunas historietas han dejado una huella tan profunda en la cultura popular que se han convertido en clásicos atemporales.

Entre ellas, destacan "Flash Gordon", "Tarzán", el Pato Donald de Walt Disney, y la generación de superhéroes como "Superman" de Jerry Siegel y Joe Shuster.

También son reseñables "Peanuts" de Charles M. Schulz, "Maus" de Art Spiegelman y el pionero del underground Robert Crumb.

La aportación europea cuenta con personajes tan populares como "Tintín" de Hergé, y "Astérix" de Albert Uderzo y autores como Milo Manara, Moebius y Hugo Pratt.

En lengua castellana, son muy populares "Mortadelo y Filemón" de Francisco Ibañez y "Mafalda" de Quino.

A finales del siglo XX triunfaron, entre otros, "Watchmen" y "V de Vendetta" de Alan Moore y "El Regreso del Caballero Oscuro" de Frank Miller".

Sin olvidar a los exitosos dibujantes japoneses de manga, una de las tres grandes tradiciones de historietas junto con la estadounidense y la franco-belga.

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El mercado mundial del cómic se revela al alza, tras ser valorado en 15.350 millones de dólares en 2022 y predecir ascensos anuales del 5 %. (EPA/ALLISON DINNER)

La industria del cómic

Los datos revelan el alza del mercado del cómic, impulsado por la creciente producción de historietas en la última década, las tasas de dos dígitos del manga y un ascenso notable en la actividad en línea.

La industria mundial del cómic se valoró en 15.350 millones de dólares en 2022 según el informe de investigación de Fortune Business Insights, que considera que crecerá de 16.050 millones en 2023 a 22.370 millones en 2030, lo que representa una tasa anual de casi el 5 % durante ese período.

Asia Pacífico domina la cuota de mercado con más de 5,000 millones, seguida de América del Norte, con 3.340 millones.

Según la misma fuente, el mercado de cómic en línea fue de 5.188 millones en 2022 y está previsto que alcance casi 45.000 millones en 2031, una tasa anual del 31 %.

La prueba de que el cómic es un sector particularmente en boga se refleja también en la popularidad del coleccionismo, ya que algunas piezas de material original han sido subastadas a precios astronómicos.

En este sentido, la ilustración descartada de ‘El loto azul’, obra de Hergé protagonizada por Tintín, fue vendida en 2021 en París por 3,1 millones de euros a un coleccionista privado.

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