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Nuevo encuentro del Ateneo Insular dedicado a fray Jit Manuel Castillo y Rafael Peralta Romero

Los testimonios de ambos autores elevaron el espíritu de los interioristas

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Nuevo encuentro del Ateneo Insular dedicado a fray Jit Manuel Castillo y Rafael Peralta Romero
Interioristas en el encuentro literario del Ateneo Insular de febrero de 2024. (ARACELIS MENA)

El Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz nuevamente fue testigo de la proporción que toma la palabra cuando esta se dispara dentro de ella misma amorosamente y con ebullición ante el estudio.

Las directrices estilísticas y con sentido que el maestro del Interiorismo incentiva incansablemente se evidenciaron en crecimiento en sus discípulos. Esta sugerencia del maestro es tomada como joya preciosa cada vez que la destila, experiencias de aulas que añade maravillas a su legado imperecedero.

A los destellos, en conjunto, que los discípulos recibimos en este encuentro del 24 de febrero del Interiorismo, se refirió Luis Quezada, por ejemplo, como excelentes y edificantes. Y Elidenia Velásquez, ante la nueva asignación contestó al maestro: «Yo no puedo decirle que no al maestro».

Aracelis Mena, quien es autora de un hermoso cuento en honor de la niñez, «La niña corrió por el monte», nos recordó que la escritura ha de escribirse cuando es genuina desde el inicio de su inspiración y ella puede esperarla, mientras sus fotografías cuentan otras hermosas historias.

Los testimonios de Jit Manuel Castillo, autor de En la voz del silencio, elevaron aún más el espíritu de los interioristas, que tienen todos un estilo luminoso y especial.

Igualmente, Rafael Peralta Romero fue aplaudido por su conciencia profundamente reflexiva y edificante al crear su Conciencia peregrina y en su manera de recoger los cuentos de los pregoneros infantiles y las hipérboles fuera de tiempo de los maestros, en algunos casos.

La comprensión de los escritores ante el arduo trabajo de esta escuela es excepcional, pues el primer incansable es el maestro, don Bruno Rosario Candelier, cuyos trabajos, en esta y otras ocasiones fueron leídos por sus discípulos como una manera de incentivar a la buena dicción en las lecturas, aunque estas, en muchos casos, se realicen internamente.

Todos nos sentimos niños cuando don Bruno Rosario Candelier nos pregunta algo que deberíamos saber y pensamos: «¿Realmente lo sé?».

Esto pasó, por ejemplo, con «una ilustre dominicana, la poeta mística Martha María Lamarche», citada por Jit Manuel Castillo en uno de los epígrafes de su poemario En la voz del silencio. Puntualizó don Bruno Rosario Candelier que los escritores dominicanos debemos procurar conocer a nuestros escritores.

De las creaciones de los homenajeados   

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Interioristas en el encuentro de febrero de 2024. (WILLIAM ACEVEDO)

Jit Manuel Catillo y Rafael Peralta Romero son dominicanos y don Bruno asignó tareas para que, según la visión de cada uno, se expusieran las facultades literarias, poéticas y místicas de Jit Manuel y de Peralta Romero, según corresponda.

Bruno Rosario Candelier, Luis Quezada y Miguelina Medina presentaron estudios de En la voz del silencio de Jit Manuel Castillo, con justas loas a una literatura pulcra y reveladora de un ser humano con apelación de lo Alto al escribir.

Todos coincidieron en que este autor enaltece el lenguaje y la espiritualidad de los lectores, él, quien es sacerdote de una de las parroquias en la capital de la República Dominicana.

«Encontrar un genuino poeta que también sea un auténtico místico es una grata y auspiciosa coincidencia que pocas veces acontece en el ámbito de la literatura. Esa doble dotación estética y espiritual se ha manifestado con elegancia y primor en la obra y la persona de fray Jit Manuel Castillo de la Cruz, valioso creador de las letras dominicanas. Oriundo de Santo Domingo, pertenece a la Orden de los frailes franciscanos y escribe poesía, narrativa y ensayo. Forma parte del Movimiento Interiorista y es cultor de una hermosa lírica mística», ponderó Rosario Candelier.

Analizando a fray Jit Manuel Castillo

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Infografía
Fray Jit Manuel Castillo y don Bruno Rosario Candelier. (WILLIAM ACEVEDO)

«Este creador dominicano vino al mundo dotado de la gracia poética y la gracia mística, dones que se potenciaron con la gracia sacerdotal que lo enaltece, triple condición amartelada en la palabra divina, la acción humanizada y la creación teopoética con alta irradiación estética, simbólica y mística que su poesía canaliza en hermosos y densos versos henchidos de belleza, sabiduría y amor, según testimonia en “Luz y tinieblas”, que canaliza con la advertencia del epígrafe de santa Teresa de Jesús:

  • “Si te perdieres, mi amada, /alma, buscarte has en Mí”), para cantar conmovido el sentimiento que horada su alma estremecida: «Soy luz intermitente. / A veces / ilumino el movimiento de la noche / para esconderme de Ti / tras un brillo que enloquece. / Otras veces / solo nado entre tinieblas / perdido entre las sombras / de Tus aguas que me encubren". (En la voz del silencio, p. 26).

Precisamente de esta Luz y sombra, en otras palabras, Miguelina Medina destacó de la iluminación empática de este excelso poeta desde su estética, estructura, contenido y estilismo lingüístico de su poesía:

«Uno de los rasgos estéticos que observé en esta obra es la contraposición de los espíritus que guía a los seres humanos en el transitar de su vida, evidencia de la que está consciente Jit Manuel Castillo. Las contraposiciones del espíritu mostradas en esta obra corresponden al proceso de madurez de la propia palabra expresiva del autor y de su esbeltez espiritual, manera que incluye sentimientos encontrados, razonamientos sobre lo que ocurre dentro y fuera de nosotros; la duda de si lo bueno y lo malo viene de Dios.

Digamos que estas dos caras que “vemos” de la realidad es genuina, y como es genuina, el Dios que nos creó —Salmo 100, versículo 3— nos escucha y nos comprende, pues su obra es demasiado grande para entenderla como él la discierne en su totalidad:

  • «Solo quise ser hombre / un pedazo de carne / transfigurado en el dolor. // No he sido otra cosa / que polvo que camina sobre el polvo. / A lo más, vendaval disperso / tierra que se eleva sobre el agua / para hundirse en el limo. // ¿Será también obra tuya / esta arcilla que soy?». Ángel caído», p. 79)

Una «exégesis literaria y teológica del poemario En la voz del silencio» presentó Luis Quezada: «Jit Manuel Castillo es un fino teólogo, con mejor formación académica que un servidor; y la teología que ambos compartimos, la teología de la liberación, nos hace sintonizar en los planteamientos sociológicos, teológicos, eclesiológicos, pastorales e incluso a nivel del planteamiento mismo de la mística. Ambos trabajamos el tema de la “INCULTURALIDAD”, como un nuevo paradigma ecuménico y universal».

Apuntó que «parecen contradictorias las dos palabras claves del título del poemario primerizo de Jit Manuel Castillo: En la VOZ del SILENCIO»: «Y es esa VOZ escuchada desde el SILENCIO, la que nos permite zambullirnos en el sentido total de la existencia, que es un sentido pleno de amor y de vida. En una palabra, como diría Gabriel Marcel, DE-SER-PLENAMENTE-SER. La náusea sartreana desaparece cuando escuchamos la VOZ DEL SER desde el silencio, que nos convence plenamente de que somos-para-ser. Como muy bien acotaba Julio Cortázar: No puede ser que estemos aquí para no poder ser».

La narrativa de Jit Manuel Castillo la abordó Miguel Ángel Durán: Apócrifos de Judas Izcariote, una novela que contiene un aparente error de escritura en su título, pero que no lo es según el sentido que el autor le dio a este nombre, como respondió al intérprete cuando le hizo la pregunta: «Se asemeja más al sonido que los contemporáneos de este ser de la historia le daban a su nombre».

Durán se refirió a la «historicidad y sentido» de esta obra de Jit Manuel del Castillo: «La historia hablada o escrita es considerada por pensadores de la talla de Gilles Deleuze (1925-1995), como un caleidoscopio de acontecimientos muy específicos.

También F. Nietzsche (1844-1900), hace un enfoque interesante sobre la historia cuando refiere que “no existe historia, sino interpretaciones”». Agregó que «desde la perspectiva de la historicidad no nos interesa saber qué cosas sucedieron en un momento específico, sino reflexionar sobre la propia historia o su totalidad».

«Una de las particularidades más importantes de esta reflexión es, precisamente, su temporalidad. Por lo que ubicarse en el tiempo es clave para entenderla; la cultura y le geografía también lo son, aunadas como capacidades de estudio de interés para acercarnos lo más posible a la verdad y, por supuesto, a la estética de la obra de arte que esto genera […]. Apócrifo de Judas Izcariote, del poeta y narrador Jit Manuel, de impronta, parece ser un estudio, un ensayo, un documento, una especie de tesis resultante de los evangelios apócrifos del apóstol Judas encontrados recientemente en Egipto (1970): Pudiera catalogarse dentro de un subtipo de novela bíblica, histórica o psicológica».

«A mi juicio —concluyó Durán— caben las tres clasificaciones conjuntas: 1. bíblica: por la temporalidad y consistencia literaria que le imprime el libro sagrado; 2. histórica (porque está fundamentada en los apócrifos de Judas encontrados, 1970) en su versión gnóstica; 3. psicológica, porque se adentra en el carácter, en las reflexiones y en los sentimientos de los personajes».

Los géneros narrativos de Rafael Peralta Romero

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Infografía
Bruno Rosario Candelier y Rafael Peralta Romero. (ARACELIS MENA)

De la cuentística de Rafael Peralta Romero, quien es director de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, dijo Elidenia Velásquez: «Con el título de Conciencia peregrina el afamado periodista y escritor Rafael Peralta Romero, saca a la luz una de su más reciente producción literaria, la misma que nos invita a transitar por el oscuro y escurridizo laberinto de la psiquis humana.

En este libro, el autor nos lleva a conocer varias historias de seres humanos comunes y corrientes, pero invadidas por el acervo de patologías silentes, que luego de mirarlas a la cara se perciben como deslices de la mente».

«En estas páginas encontraremos delírium, psicosis, manías, amnesias, trastornos obsesivos compulsivos y otras manifestaciones que ponen de relieve la integridad o patología de un sustrato natural y común que tenemos los seres humanos, nuestra conciencia.

Al ser la conciencia humana una experiencia subjetiva e individual, en ocasiones se torna difícil, y hasta cierto punto desafiante, poder establecer los principales síntomas cuando esta se encuentra en etapa incipiente de estados alterados».

 «Nos lleva a convivir con cada uno de los personajes —valoró Elidenia Velásquez—: nos hace sentir en nuestra propia piel el dolor y confusión experimentado por sus protagonistas. Es sabido por todos, desde tiempos antiguos, que el ser humano está lleno de complejidades, y más si de su psiquis se habla.

Por eso se nos ha nombrado individuos, porque cada mente es única e impenetrable, por tanto, individual de la otra. Quizás haya un pensamiento colectivo, como el famoso “inconsciente colectivo” de Carl Gustav Jung, pero en esencia cada mente es un precioso cofre que guarda un gran tesoro al cual no se ha podido llegar aún con el mejor mapa posible.

Razón por la cual se considera que la línea entre la razón y la locura es tan delgada, quizás como la línea entre el alba y la aurora».

Uno de los problemas sociales que evidenció Velásquez en su ponencia fue «el sentimiento de admiración conjuntamente con la idealización, un sentimiento de amor y fascinación ante un docente

  • Usted se ha metido en mis sueños sin haberlo propuesto (p. 33). Tu silencio mata mi alma […] la primera vez que tuve tres días libres en el programa de residencia, te pedí que me acompañaras al pueblo donde nací […] pensé recorrer la playa prendida de tu brazo, besarte frente a todos en la plaza, creerte mío, perdona tu mi ingenuidad, por favor, porque yo no me lo perdono. El cambio es notorio, cuando no, respondes con excusas lo haces con silencio y no sé qué es peor”».

La novela es otro género narrativo que aborda Rafael Peralta Romero en sus creaciones. En la visión de Rafael Hernández sobre Los tres entierros de Dino Bidal, de Peralta Romero, «cuando uno lee las descripciones que hace el autor, uno piensa que se trata de un pintor, porque tiene la cualidad del detallismo, con que un pintor trataría un paisaje natural y humano bucólico, de una apartada comunidad rural en aquella época de terror, donde todo valía, se creía el rumor, se hacían taxonomías sociales algo absurdas, basadas en las supuestas capacidades de personas y fenómenos sobrenaturales que contextualizan la mágica existencia de esos dilatados parajes.

Es una narrativa que lleva al lector a un mundo fantástico en apariencia, pero real, doloroso y miserable, plagado de vicios, envidias, malas voluntades, pero a su vez de mucha solidaridad y otros valores humanos, aunque el mal sea lo que más se note, no lo mayoritario».

«Es una novela que se desarrolla en la región Este del país en la primera mitad del siglo XX —explicó Rafael Hernández—, basada en relatos sobre la bravura de un hombre desaparecido en la Era de Trujillo, década de 1950, quien había participado en acontecimientos históricos entre los que se destacan la resistencia contra los ocupantes norteamericanos y los procedimientos represivos aplicados por estos a los indefensos ciudadanos de dicha región».

«Nos retrata unos momentos terribles, cuando los cuerpos armados de este país desatendieron sus funciones constitucionales y se colocaron bajo la voluntad omnímoda y egolatría del tirano, violando los derechos humanos de la ciudadanía y reprimiendo terroríficamente a todos sus ciudadanos, muy especialmente a los habitantes del campo y poblaciones aisladas por la distancia, pésimas vías de comunicación y pequeñas por su limitada población.

Pero además pone en evidencia la corrupción presente en los cuerpos armados, especialmente con el sicariato atávico en sus filas. El autor presenta capítulos cortos, fáciles de leer y la trama entendible y entretenida».

Josanny Moní, por su parte, abordó la temática y la estética de A la orilla de la mar, de Rafael Peralta Romero, en cuya interpretación este autor alienta al mundo con el amor a los abuelos. «Es una literatura infantil que invita a niños y adultos por igual a recordar la importancia de mantener viva la imaginación y el espíritu de aventura de nuestros niños», destacó la sensible escritora.

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Rafael Hena´ndez, Rafael Concepcio´n, Miguel A´ngel Dura´n, Quibian Castillo y Oscar de Leo´n Silverio. (WILLIAM ACEVEDO)

Estuvieron presentes en este encuentro del Interiorismo, además de los mencionados, Oscar de León Silverio, Fernando Hiciano, Ramón Cordero, Rafael Concepción y el distinguido esposo de Elidenia Velásquez, Apolinar Peguero.

Finalizo esta crónica con los siguientes versos que nos compartió en la mesa del almuerzo el poeta interiorista, y médico filántropo, Quibian Castillo:

  • «Detrás de la carne revienta la flor. / El átomo que dio luz / entreteje en filamentos las palpitaciones. / Un canto vivirá en ramilletes de silencio […]».

 

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