Denuncia, vanguardia y reflexiones: una visita a la Bienal de Artes Visuales
La amplia exposición abarca 148 obras en el Museo de Arte Moderno (MAM) hasta diciembre
La Trigésima Bienal Nacional de Artes Visuales hace que el visitante critique, reflexione o se transporte a la realidad y la utopía que plantea el artista.
Ubicada en el Museo de Arte Moderno (MAM), esta edición, dedicada al fenecido maestro Jorge Pineda, presenta la controversial instalación “Colección primavera”, que retrata la realidad de las madres adolescentes en edad escolar, así como otras piezas de la muestra “Nuevas anatomías” del creador criollo.
En las siguientes salas del MAM se exhiben 148 obras escogidas por el jurado, integrado por Pilar Lladó, Fermín Ceballos y Carlos Sangiovanni, de un total de 718 piezas registradas por los 388 artistas que respondieron a la convocatoria.
Obras vanguardistas
Para el viceministro de Patrimonio Cultural, Gamal Michelén, esta es la bienal más vanguardista de los últimos años. “La bienal es básicamente el retrato de lo que está pasando con el arte contemporáneo en este instante. Yo la he notado bastante vanguardista”.
Comenta que República Dominicana cuenta con la primera bienal de América que se hizo en 1942. "Se organiza cuando vino al país Rafael Díaz Niese en 1939, egresado de la Sorbona de París y convence a Trujillo de que se realice. La bienal es un acontecimiento para nosotros muy importante por ser pioneros", relata.
En el recorrido pueden verse obras que, a simple vista, no tienen un fin. Ante esto, Gamal puntualiza: “En el arte es válido el arte de hacer arte por el placer del arte mismo”.
El arquitecto y crítico de arte añade que tampoco escapa la denuncia ni la crítica social de la bienal y los artistas participaron masivamente con ténicas muy innovadoras.
Mirada al pasado
"Y seré más fuerte" es una instalación en cerámica y arcilla que muestra decenas de manos levantadas, brazos golpeados, dedos cortados, mariposas sobre ellos y bañados en color morado como símbolo de la No violencia contra la mujer.
La bailarina clásica y diseñadora de vestuario de espectáculos, Mayelin Pérez, participa por primera vez en la bienal con esta creación. En breve conversación con este medio mientras supervisaba su pieza, la mujer informó que su formación en el arte es autodidacta y desde ya se siente ganadora con el hecho de que su obra haya sido escogida.
La historia detrás de su pieza y que le sirvió de inspiración son las Hermanas Mirabal: "En medio de la persecución política, una persona le dijo a Minerva pocos meses antes de ser asesinada -a ti te van a matar, estense tranquilas- a lo que ella respondió -no me importa, si me matan voy a sacar mis brazos de la tumba y seré más fuerte-. Esas palabras fueron recogidas en un libro. La Instalación son historias sobre esas palabras", comenta Pérez.
En total, hay unas 60 piezas elaboradas una a una, lo cual fue un trabajo que mereció mucho tiempo.
Lo social y la niñez
Una bolita de gran tamaño para peinar a las niñas está en el piso al otro extremo de la sala. "La bolita" de Lorraine Franco, es una instalación a base de cerámica, goma, metal y tela de 38.1cm. x35.1 cm. x 172.72 cm. El color rosado resalta.
"Vivo en un país donde es icónica la imagen de una niña sonriente peinada con trencitas que son atadas con bolitas. Una imagen que refleja libertad y ligereza, pero detrás se oculta la vivencia díficil de una infancia profanada. Así como las bolitas se encuentran tiradas y olvidadas en el suelo, en la cotidianidad cientos de niñas son víctimas de la negligencia social frente a las adversidades", se lee en el texto de la creadora que acompaña la obra.
Al frente, un cuadro produce nostalgia. "Cuando éramos felices y no lo sabíamos" es el título de la obra de Félix Hernández, en óleo sobre tela de 191.77 cm. x 259.08 cm. (2023).
Vemos a dos niños jugando a la orilla del río, en bermudas, con las chancletas samurai a un lado para que no se las lleve el río, mientras ellos lavan cada uno una goma, la misma que usan para ponerla a correr con un pedazo de pote plástico.
La inocencia se refleja y en efecto, en los recuerdos de la niñez éramos felices y no lo sabíamos.
Otras piezas
"Anthropos Parasitus”, de Fernando Calzada, hecha con lápices, policromos y grafito y "La isla”, instalación de barro y plástico de Luis A. Muñoz llaman la atención.
Por igual "Por amor al arte”, un Cristo rojo en la cruz es la propuesta de Génaro Reyes Cayuco o "Pasos de la vida", una colorida escultura de la participante Sonia Canto en material reciclaje.
Mucho de lo erótico y hasta lo sexualmente explícito se ve en la muestra. Una pieza en específico que claramente muestra un coito ha sido criticada en las redes sociales.
Otras tienen cierto grado de sutileza como "En un cuarto, dos amantes", óleo sobre collage ambientado en una cabaña de Julio Guillén de 226.06 cm x 238.76 cm.
En ese tenor, Gamal Michelén defiende la libertad creativa. “Si analizamos la historia del arte de la humanidad vamos a tener que vestir muchas estatuas. No necesariamente lo erótico deja de ser artístico. Es una libertad que tiene el artista de hacerlo”.
Fotografías
"Caín y Abel" de la serie "Dios está aquí" de Ernesto Montgomery; una quineañera con vestido rojo del participante Jorge Selman; un secuestro en "Eterno interludio" de Fued Yamil Koussa Méndez; dos ancianas del campo abrazadas de Luis Lombert Ledesma o "El retrato de una infanta triste" de Carlos Santos Durán son algunas de las imágenes que hablan por sí solas.
Gamal Michelén reitera que esta celebración de las artes es apta para toda la familia. "Invito al público a disfrutar de una bienal extraordinaria como la tenemos con esta trigésima edición", concluye.
La exhibición de la trigésima bienal abarca pinturas, fotografías, dibujo, cerámica e instalaciones y puede visitarse hasta diciembre.