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Los helados en Santo Domingo

Un recorrido nostálgico y detallado por la historia de los helados en la República Dominicana

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Los helados en Santo Domingo
Estampas del pasado, lecturas costumbristas y viejos memoristas de los helados en Santo Domingo. (SHUTTERSTOCK)

Hemos leído y saboreado, no sé cuántas veces, el artículo “Gelatos y sorbetes” publicado en Diario libre por José del Castillo.

El autor hace con maestría y conocimiento de helados un recorrido nostálgico y detallado por la historia de los helados en la República Dominicana. Tras su lectura o relectura, nos queda la necesidad de aportar algo a esa memoria prodigiosa de la geografía gastronómica de nuestra ciudad.

Pero como José del Castillo agota en su artículo una agenda que no deja heladería sin visitar ni variedades sin degustar, nosotros apenas podemos aportar como algo enriquecedor al tema estampas del pasado, en relatos recogidos en muchas lecturas de costumbristas y de viejos memoristas.

Creatividad en las ventas de helados

Una de ellas es la de los helados La Fortuna, un clásico heladero que se movía en su carreta de helados portando una ruleta que hacía girar a cada cliente y si salía el número previamente seleccionado: ¡FORTUNA!, el helado era gratis.

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Infografía
Este heladero de la ciudad de Santo Domingo convirtió su carreta en un Jet Supersónico. (REVISTAS AHORA (1968))

Muchas y muy creativas formas de vender y anunciar los helados debieron sucederse en la ciudad de Santo Domingo desde que el 17 de abril de 1863, según cuenta Demorizi Pablo Paz del Castillo, político venezolano inmiscuido en la política dominicana, solicitó privilegio para la introducción de nieve —hielo— en Santo Domingo.

Las bebidas heladas, y suponemos que también los helados, comenzaron a tomarse con mayor regularidad por el año de 1879.

El hielo venía de New York como una mercancía. Lo recuerda un aviso comercial inserto en El Eco de la Opinión, de Santo Domingo, del 25 de julio de ese año: "HIELO! ! ! HIELO! ! ! HIELO! ! ! En el establecimiento del Sr. Donato Salvucio, en la plaza del Mercado, se encuentra hielo a todas horas, al ínfimo precio de: 5 CENTAVOS LIBRA".

Los amantes de las bebidas frescas comenzaron desde entonces a satisfacer su gusto. Había hielo para todo el mes hasta la vuelta del vapor Santo Domingo. Como nota curiosa, se convirtió en una novedad ir a los establecimientos a beber agua con un poquito de hielo.

Quizá uno de los primeros establecimientos en vender helados fue el del Doctor L. E. Betances, a quien se le atribuye las gestiones para traer de Francia la estatua de Cristóbal Colón.

Su negocio era “La Venus”. Como bien rezaba el anuncio, el establecimiento era una dulcería que ofrecía frutas abrillantadas y en almíbar, refrescos, helados y licores, servicio para bautismos, matrimonios y cenas.

El establecimiento tenía, además, rifas de frutas todos los domingos entre los consumidores, famoso por los sirope de guanábana, almendras, grosellas, piñas y frambuesas, unos con otros, a cincuenta centavos.

Eduardo Matos Díaz en su obra “Santo Domingo de ayer vida costumbres y acontecimientos” decía: “Los heladeros eran otros de nuestros más populares y solicitados vendedores ambulantes".

Como hoy, conducían un carrito de mano, pero con la diferencia de que dentro llevaban una sorbetera en donde el helado se hacía al estilo casero.

La leche y los ingredientes usados se vaciaban en el centro de la sorbetera y alrededor se le echaba el hielo picado en trozos y sal en grano para obtener la más baja temperatura.

Luego se le daba vueltas a una manigueta durante algún tiempo, una hora quizás, hasta que el helado cuajara suficientemente, y los helados se servían de la sorbetera en barquillas que se vendían a tres y cinco centavos.

Sigue contando este autor: “Una novedad en nuestra infancia fueron los helados en paquetes de variados sabores exquisitos, que los introdujo en nuestro medio un viejo español, con un turno en un ojo, llamado José Andrés, quien iba siempre con su carrito de mano anunciándolos con una voz ya un poco gastada, al grito de: ¡Helado en paquete!, que acompañaba con el sonido de una cornetita. Como era de esperar por su novedad, se le vendían en profusión, porque a la verdad que no podrían ser más sabrosos. Después otros le imitaron, pero nunca lograron hacerlos tan buenos como los de José Andrés”.

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Infografía
Publicidad de los Helados Polo Norte. (AGN CONRADO)

Por el contrario, lo que uno supone con una innovación tan sabrosa como era el helado, los memoristas y relatores de la vieja ciudad son muy parcos en cuanto a la helada dulzura.

Un ejemplo de esto es la misericordia y sus contornos del libro del padre de Marcio Veloz Maggiolo, prodigio de recuento de la vieja ciudad de 1894 a 1916, donde  solo se refiere los helados de la siguiente manera:

  • “Retornando a la calle 19 de Marzo esquina San Pedro, diremos ahora, bajando de  Este a Oeste, a mano izquierda, que en una casa de madera techada de zinc, de varias piezas, vivía un individuo apodado "Cabulla", que vendía helados en barquillas, en una sorbetera grande que conducía dentro de una carretilla de madera, de dos ruedas”.

Otro tanto ocurría en Navarijo de Francisco Moscoso.

Helados famosos

Los más famosos helados de principio de siglo a la venta los ofertaba el hotel Fausto: "A todas horas", decía su eslogan.

En los registros de la época había muchas heladerías y pocas fábricas, cosa que cambió drásticamente durante la llamada “ERA”.

A mediados de los años cincuenta ya estaban instaladas muy acreditadas fábricas de helados como las de: Rafael Ceara, Los helados Imperiales, en la Hostos Nº 155, los de Ajer Yeara en la Avenida España No 6, los helados de Humberto García, la fábrica de Ismaela Luna, la fábrica de helados Rico de E. Mattei en la 19 de Marzo, especialista en mantecados, la fábrica de Ramon Méndez en la calle José Trujillo, los helados Cremitas de Julia de Neville en el Paseo Presidente Billini, o la Fábrica de Helados de Neubut C. por A., entre otras.

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Infografía
Heladería Capri. (LA NACIÓN)

Para los años sesenta ya estaban “los Capri”, los de los Bodden, los Noris, la sorbetera Pinocho, especialista en helados en barrita y cajita, la fábrica de helados puros y los famosos helados Hatuey.

Creo que de esa época solo nos quedan los helados en fundita y el esquimalito.

TEMAS -

 Artista plástico, escritor, investigador de prehistoria e historia dominicana y consultor de proyectos culturales.