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El legado de las abreviaturas, de la escritura medieval al teclado del siglo XXI

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La controversia de las abreviaturas en la comunicación escrita. (SHUTTERSTOCK)

No sé imaginan ustedes cuántas veces me llega la queja de hablantes indignados por el uso de abreviaturas en los mensajes de texto, tan omnipresentes en redes sociales y aplicaciones en la comunicación de hoy. ¡Estos jóvenes de ahora no saben escribir! ¡Están pervirtiendo el idioma! ¿Klk? Siempre los otros, siempre los jóvenes y siempre cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo que muchos hablantes no saben es que esta queja lastimera, con uno u otro motivo, se repite en cada generación, como si el hablante percibiera con miedo en cualquier cambio aparente en la lengua una degeneración o un declive. Nada más lejos de la realidad. La lengua vive del cambio; y este nunca es para mejor o para peor, simplemente es cambio que la mantiene viva y a disposición de los hablantes.

Los quejosos de las abreviaturas tendrían que remontarse a aquellos tiempos en que todo se escribía a mano, con pluma (de ave), y la tinta escaseaba. En los textos antiguos se utilizaba mucho la abreviatura. Algunas palabras muy frecuentes, como persona, iglesia, señor, vuestra merced, se escribían abreviadas casi siempre. Si se paran a pensarlo, ¿cuántas veces han escrito Sr. o Sra., D. o Dña., Lcdo. o Lcda., etc., atte., a. C., pág. o D. E. P.? Se usan ya menos, pero todavía aparecen las preciosas P. D. (posdata, ‘lo que se añade a un escrito después de fechado y firmado) y P. S. (post scriptum, en latín ‘después de lo ya escrito’).

Precisamente de una abreviatura muy antigua nace nuestra apreciada letra eñe, que no existía en el alfabeto latino, como tampoco existía en latín el sonido nasal palatal que respresenta nuestra letra. En la escritura manuscrita, tan aficionada a las abreviaturas, cuando había que escribir palabras latinas con dos enes contiguas se optaba por escribir una sola ene y trazarle encima una pequeña rayita. Con el tiempo, como la mayoría de las palabras latinas con doble ene acabaron evolucionando al sonido hoy característico de la eñe, la ene con la rayita encima, nuestra ñ, acabó fijándose para representar ese sonido.  Otras lenguas romances, hijas del latín, desarrollaron el mismo sonido, pero optaron por representarlo con otras grafías; por ejemplo, en francés se representa con la secuencia gn y en portugués con nh. Vamos con algunos ejemplos: de pannus, paño; de annus, año; de capanna, cabaña.

¿Quiere esto decir que hay carta blanca para el uso indiscriminado de abreviaturas en cualquier tipo de texto? Claro que no. Lo que era acostumbrado y bien considerado en la escritura manuscrita del medievo no siempre se aplica a nuestra escritura a golpe de teclado en el siglo XXI. El abuso de expresiones abreviadas en cualquier escrito, y, especialmente, el salto de estas abreviaturas habituales en redes sociales a escritos más formales como correos, cartas o informes se considera inapropiado según los criterios de corrección y buen uso de la lengua que se aplican en nuestros días.

No me resisto a compartir con ustedes la urticaria (el sarpullido, en dominicano) que me provocan las abreviaturas de expresiones en inglés; todas esos ridículos LOL o ASAP, y aquí lo dejo. Mucho mejor (insisto, sin abusar y dependiendo del contexto y del destinatario) cualquier klk.

TEMAS -

María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.