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Jugar al despiste

Seguirle el paso a las palabras no siempre es fácil

Seguirle el paso a las palabras no siempre es fácil; un cambio en la forma o en el significado genera una cascada de nuevos cambios que, a veces, nos hacen perderle la pista. Tanto llega a cambiar que puede llegar a resultarnos ireconocible. Vamos a fijarnos hoy en la «ilustre» figura del muelú. El Diccionario del español dominicano lo define como la ‘persona que tiene la habilidad para convencer a otra con palabrería’. Si lo buscan como muelú, no lo encontrarán:  está registrado como mueludo, mueluda. Las formas muelú y muelúa reflejan la pronunciación popular que suprime la de entre vocales; en el femenino las vocales se mantienen, mientras que en el masculino la o final se pierde también. Estos cambios fonéticos parecen haber cambiado por completo la fisonomía de nuestra palabra original. Si, por suerte o por desgracia, nos encontramos con más de un muelú, tendremos que poner la palabra en plural. Y aquí sí que la puera retuerce el rabo. La Gramática de la lengua española establece que forman el plural añadiendo una -s todos los nombres y adjetivos acabados en vocal átona: mueludos, mueludas. En cambio, si queremos decir en plural la forma popular muelú, nos encontraremos con que termina en tónica. La regla general del plural indica que en las palabras que terminan en pueden alternar los plurales -s/-es. De nuevo la versión popular nos sorprende al covertirse en mueluses. No es una solución exclusiva del registro popular del español dominicano; aparece en muchas otras zonas siempre restringida a este registro coloquial y popular. ¿Qué les decía yo? De mueludos a mueluses. Si esto no es jugar al despiste…

 

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María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.