Conversaciones en un colmado
La sabiduría de Samuel conquista a Freddy Ginebra
Samuel es un hombre sabio, aunque sabe poco de letras y de mundo. Él me dijo era de un campo de San Juan de la Maguana. Vino a la capital a buscársela en una época en que eran once hermanos y lo que se producía en el campo no alcanzaba para tantos.
-Vine con lo puesto y una muda pa' resolver -me dijo y siguió confesándose-.
Se enamoró de verdad una tarde de una muchachita que conoció en el barrio en que se había instalado en casa de un primo, se la presentó un amigo que se llamaba igual que él. Eran dos Samueles y no sé si por eso se querían tanto.
Se juntó con ella pasado un tiempo, Mireya se llama, y en esa época trabajaba en una escuela; él había conseguido trabajo de ayudante de un taller de ebanistería y así echaron pa'lante.
A Samuel lo conocí en un colmado. Se me pinchó una goma frente al lugar y él me ayudó a cambiarla. Intenté darle una propina y no me la aceptó, así que decidí invitarle a una cerveza que se multiplicaron según subía la conversación. Llovía y esa era la excusa para seguir celebrando. A Samuel le brillaban los ojos y, aunque hablaba alto y fuerte, me maravillaba su sabiduría.
- “Yo no tengo na' y lo tengo to'” -dijo a la tercera fría destapada.
- Explíqueme -pregunté tan o más contento que él.
- La mujer que me encontré me entiende y lo mejor que tiene es que no hace preguntas.
La quiero como a mi vida y me ha dao dos hijos que ya se defienden. Ahora esperamos nietos pero parece que eso va a tardar pues los muchacho, dos hijos machos, son picaflores y no están en eso y yo no los presiono. En mi casa se vive con lo que ganamos y comemos y dormimos felices. El día que hay mucho, que nunca es mucho, celebramos mucho y el día que no hay na', pues celebramos igual.
-Y el dinero no te hace falta?
-Solo pa' no pasar vergüenza -contesta rápido.
-Dios me ha dao' conformidá, yo no envidio a nadie -aquí gesticula señalándose el pecho-, con lo que tengo soy el más feliz.
-Hay ricos que son unos infelices, lo tienen to' y ni saben cómo gozárselo. Ademá mucho no piensan en ayudar a nadie, -hace pausa y dice- si los rico entendieran que este país se resuelve con lo que le sobra y ayudaran serían ma felices. Pero e qué hay una angurria que no entiendo. Si ud tiene ya pa lo suyo, pa qué quiere ma. Ayude señor, ayude al que no tiene, que hay un Dio que juzga y, al final el muerto solo se lleva lo pueto. Hay rico muyyyyy pobre, pero muy pobre. ¿Ud ve? Hoy, ese pinchazo suyo me dio un amigo y a pesar de ser marte me mojo el pico. ¿Le puedo dar un abrazo?
No perdí tiempo y lo abracé yo.
Nunca más he visto a Samuel y mira que se me han ponchado las gomas muchas veces…