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Calcos empobrecedores

A este fenómeno lo llamamos calco lingüístico

Recuerdo de mis días de colegio aquella actividad de calcar los dibujos. Con cuidado colocaba un papel sobre la imagen y pacientemente repasaba las líneas al trasluz hasta reproducirlas y lograr la copia del original. Este mismo procedimiento lo aplicamos también en español a palabras o expresiones de otras lenguas. A este fenómeno lo llamamos calco lingüístico. Se trata, no ya de copiar literalmente la palabra de otro idioma, sino de sacar una copia de su significado. Por estas tierras le decimos mouse al aparato conectado a la computadora para manejar el cursor. El término es un préstamo del inglés. En cambio, en otras zonas del español se le llama ratón, ¿Quién le va iba a decir a nuestro ratón que, además de designar al roedor, iba a acabar adoptando este nuevo significado como copia del inglés? Mouse es un préstamo; el nuevo significado de ratón es un calco. 

El calco también supone la influencia de una lengua sobre otra; y no es desdeñable siempre que sea necesario, siempre que no exista ya en español una palabra para referirnos a la misma realidad. Por desgracia, basta con repasar algunos calcos que oímos con frecuencia para comprobar que son innecesarios. Calcamos del inglés el sentido de ‘nacional’ en el adjetivo doméstico: vuelos domésticos, política doméstica. Hasta en la sopa nos encontramos con restaurantes exclusivos o con bebidas exclusivas, cuando en nuestra lengua lo apropiado habría sido calificarlos de selectos o especiales

El préstamo crudo es evidente y genera problemas ortográficos y de adaptación; el calco, aunque pasa desapercibido, delata pobreza léxica y un conocimiento deficiente del vocabulario de nuestra lengua. Repasarlos y conocer las opciones que nos brinda el español nos enriquecerá. 

TEMAS -

María José Rincón González, filóloga y lexicógrafa. Apasionada de las palabras, también desde la letra Zeta de la Academia Dominicana de la Lengua.