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Biopolímeros
Biopolímeros

Biopolímeros: estos son los daños que causan a la salud

Pese a la promesa de ser absorbibles por el cuerpo, estas sustancias no son compatibles con el organismo

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Biopolímeros: estos son los daños que causan a la salud
Quienes utilizan biopolímeros venden al paciente la idea de que se trata de un producto inofensivo. (SHUTTERSTOCK)

Alejandra Guzmán, Jessica Cediel, Alexandra Hatcu, Nabila Tapia y La Insuperable… Todas tienen algo en común: fueron víctimas del uso de biopolímeros, sustancia que ha dejado más de un millón de víctimas con secuelas faciales y corporales en Iberoamérica.

Pese a que cada vez más especialistas del área de la cirugía estética y figuras públicas alzan su voz con el fin de alertar a las personas sobre los riesgos de inyectarse biopolímeros, todavía hay quienes caen en la trampa. 

Según el cirujano plástico Luis López Tallaj, esto porque quienes utilizan este tipo de silicona venden al paciente la idea de que es un producto inofensivo, que deja los resultados deseados a un costo mucho menor que una cirugía estética convencional. 

Conoce las consecuencias

Los biopolímeros son sustancias sintéticas que, pese a la promesa de ser absorbibles por el cuerpo, no son compatibles con el organismo, pues por lo regular causan una respuesta adversa conocida como Alogenosis Iatrogénica. 

Así lo explica el también cirujano plástico Carlos Ramos, quien advierte que dicha reacción se traduce en la aparición de dolores, pigmentaciones, fibrosis, infecciones, fístulas, desplazamientos del material, entre otros males, que se convierten en un calvario para quienes los llevan dentro del cuerpo.

En el peor de los casos, si al momento de inyectar los biopolímeros en el cuerpo se perfora un vaso, la sustancia pasa al torrente sanguíneo y se traslada hasta el pulmón. Esto provoca una embolia pulmonar y, en consecuencia, la muerte del paciente. 

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Infografía

Cómo identificarlos

“Ninguna sustancia que venga en un frasco que sea mayor de dos centímetros cúbicos y que haya que extraerlo con una jeringa de gran tamaño con aguja normal está apta para ser inyectada en el cuerpo humano, a no ser un medicamento con fines de tratar una enfermedad”, asegura López Tallaj.

A su vez, agrega que con solo buscar en internet el nombre del producto, el paciente puede darse cuenta de si está aprobado por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de los Estados Unidos para tales fines.

¿Cómo saber si fuiste víctima de un engaño? El experto dice que es fácil identificarlo, dado que ningún inyectable facial dura más de un año. “Si a usted le inyectaron hace dos o tres años una sustancia y todavía se percibe o se deformó la estructura donde se recibió la misma, es una inyección clandestina de biopolímeros”, revela. 

Una vez identificada la sustancia, el proceso a seguir dependerá de dónde haya sido administrada, la estructura atómica que esté afectando y la deformidad que esté causando. En caso de que no exista una infección latente, el paciente deberá acudir a un cirujano certificado para recibir información sobre las estructuras afectadas y las posibilidades de mejorar la apariencia de dicha deformidad.

Ramos explica que existen varias técnicas para el retiro de biopolímeros: la cerrada, tipo liposucción, con láser o vaser, y la abierta, que tiene como beneficio principal retirar la mayor cantidad de tejido contaminado, partiendo de la base de que nunca se elimina la totalidad de los biopolímeros del organismo. Esto, porque la silicona de grado industrial atraviesa la membrana celular y rodea estructuras vitales como nervios, arterias y músculos.

Entre las secuelas que puede dejar esta sustancia están la deformidad, parálisis y depresión de la estructura afectada. “En el caso de los labios, por ejemplo, podemos armonizar, intentar devolver la apariencia de un labio normal a uno afectado, pero siempre quedará material haloplástico que podrá, en un futuro, volver a deformar la estructura anatómica”, concluye López Tallaj.

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Periodista de Revista. Le apasiona escribir sobre salud mental y relaciones de pareja. De no ser periodista, sería psicóloga con un blog.