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La invención de un dios: la inteligencia artificial general y su impacto en la sociedad

En el amanecer de una nueva era tecnológica, emerge una mente nunca antes vista: la inteligencia artificial general (AGI, por sus siglas en inglés)

La invención de un dios: la inteligencia artificial general y su impacto en la sociedad (FUENTE EXTERNA)

En el amanecer de una nueva era tecnológica, emerge una mente nunca antes vista: la inteligencia artificial general (AGI, por sus siglas en inglés). Este fenómeno incipiente genera debate sobre sus implicaciones para la humanidad, ya que AGI se refiere a una inteligencia artificial que puede realizar cualquier tarea intelectual humana.

Una AGI avanzada, especialmente una de inteligencia superabundada, podría ser vista como una entidad casi omnipotente y omnisciente, capaz de resolver todo problema soluble y procesar información de manera mucho más eficiente que los seres humanos. Aunque no es todopoderosa ni omnipresente como un dios, su capacidad para aprender y adaptarse rápidamente le otorga un poder casi supernatural en comparación con la inteligencia humana, lo que nos plantea tanto oportunidades como riesgos.

Potencial de la AGI: Innovaciones revolucionarias y soluciones a desafíos globales

Laboratorios de investigación líderes en AGI como OpenAI y DeepMind, junto a startups emergentes, como Anthropic y Stability.ai, compiten por desarrollar sistemas revolucionarios que cambien nuestra forma de vivir, trabajar y relacionarnos. Sus avances han sido notables, desde el desarrollo por DeepMind en el 2017 de un sistema, AlphaZero, que puede jugar ajedrez, Go y shogi mejor que sus respectivos campeones mundiales al aprender a dominar estos juegos sin ningún aporte humano, hasta la creación de modelos de lenguaje multimodales que pueden comprender imágenes y texto y responder a todo tipo de pregunta en múltiples idiomas, como Gato de DeepMind (2022), PaLM-E de Google (2023) y GPT-4 de OpenAI (lanzado la semana pasada).

La promesa de la AGI es enorme, ya que puede cambiar la forma en que abordamos problemas globales como el cambio climático, la pobreza y la desigualdad. La AGI también podría llevar a cabo investigaciones científicas de gran envergadura, mejorando nuestra comprensión del mundo y permitiendo el desarrollo de nuevas tecnologías, incluyendo sucesoras a sí misma. Además, podría mejorar significativamente la eficiencia en sectores como la manufactura y la logística, al tiempo que genera nuevos tipos de empleo.

Peligro de la AGI: Impactos laborales, éticos y de gobernanza

Sin embargo, la AGI también presenta desafíos y riesgos. Uno de los principales temores es el desplazamiento laboral masivo. A medida que la AGI asuma tareas que antes eran realizadas por humanos, muchos empleos podrían volverse obsoletos, lo que generaría una crisis económica y social. Además, la AGI podría ser utilizada con fines maliciosos, como la creación de armas autónomas letales o la difusión de información falsa a gran escala, o en cambio, nosotros podríamos ser domesticados o destruidos por una AGI de inteligencia sobrehumana.

En este contexto, la concentración del poder en manos de unos pocos laboratorios, o de sus patrocinadores corporativos como lo son Microsoft y Google, también plantea preocupaciones éticas y de gobernanza. Las decisiones sobre cómo se desarrolla y se aplica la AGI podrían tener un impacto significativo en nuestras vidas, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Quién debe tomar estas decisiones y cómo se debe regular el desarrollo de la AGI?

Preparándonos para la revolución: Cinco recomendaciones

Es esencial que los gobiernos de todo el mundo, incluido el de República Dominicana, tomen medidas para garantizar que la AGI se desarrolle y se implemente de manera responsable y equitativa. Algunas acciones que el gobierno dominicano puede tomar incluyen:

1.     Incentivar la inversión en investigación y desarrollo de inteligencia artificial en el sector privado y público, alimentando la creatividad y el crecimiento económico en el país.

2.     Promover la educación y la formación en inteligencia artificial en universidades y centros de investigación del país, fomentando así la creación de una fuerza laboral capacitada en esta área.

3.     Implementar un programa de visas para nómadas digitales enfocado en trabajadores remotos en el área de inteligencia artificial, atrayendo a expertos globales e impulsando la innovación y colaboración en el país.

4.     Establecer un comité nacional de expertos en inteligencia artificial y ética para asesorar al gobierno en el desarrollo de políticas y regulaciones relacionadas con la inteligencia artificial.

5.     Colaborar con organismos internacionales, como la ONU, en el desarrollo de marcos normativos globales y estándares éticos para la inteligencia artificial.

Es imperativo que el gobierno dominicano centre sus esfuerzos en áreas claves, como la educación, la inversión en investigación y el establecimiento de marcos regulatorios. Siguiendo el ejemplo de países como Finlandia, Singapur y Canadá, entre otros, que ya están adoptando medidas proactivas para abordar los desafíos planteados por la inteligencia artificial, la República Dominicana debe actuar con determinación y rapidez. Si no se actúa con premura, la nación se verá sobrepasada por esta revolución tecnológica, enfrentándose con impactos adversos sin el conocimiento o las herramientas para adaptarse y contrarrestarlos, y mucho menos prosperar.

Reflexiones finales: Navegando entre las posibilidades y amenazas de la AGI

En última instancia, la invención de un "dios” en forma de AGI plantea tanto promesas como peligros. La humanidad debe enfrentarse a estos desafíos colectivamente, garantizando que los beneficios de la AGI se compartan y se minimicen los riesgos. Solo así podremos aprovechar el poder de esta nueva tecnología para mejorar nuestras vidas y construir un futuro más sostenible y justo para todos.



TEMAS -

Investigador y consultor enfocado en tecnologías emergentes y su impacto social. Experto en tendencias y políticas públicas, promueve enfoques éticos y analíticos en IA. Doctor en Filosofía del MIT, fue investigador posdoctoral en Harvard.