Denuncian que granjas en Tailandia despellejan cocodrilos vivos para comerciar sus pieles
En videos se observan a trabajadores despellejan a un cocodrilo que continúa con vida al menos 20 minutos antes de morir
La ONG Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA, en sus siglas en inglés) ha denunciado que las granjas de cocodrilos en Tailandia despellejan a los reptiles cuando aún están vivos para producir bolsos, zapatos y otros productos con sus pieles.
En un comunicado, PETA indicó que consiguió fotos y vídeos de la granja Phokkathara en la provincia de Chiang Rai en la que se aprecia cómo dos trabajadores despellejan a un cocodrilo que continúa con vida al menos 20 minutos antes de morir.
Los empleados de la granja apuñalan al animal en la nuca para dañar su espina dorsal y matarlo, pero la ONG asegura que, según expertos como el biólogo Clifford Warwich, los animales sufren mucho con este corte pero siguen vivos.
"El cocodrilo en este vídeo estaba consciente y se movió durante casi media hora mientras era apuñalado y despellejado con cuchillas de metal, todo para alimentar la moda", indicó el vicepresidente de PETA, Jason Baker.
"La investigación de PETA muestra la crueldad inherente en la industria de la piel de cocodrilo e instamos a los consumidores que elijan pieles de lujo veganas y dejen en paz a los vulnerables reptiles", agregó.
Además, la ONG denunció que unos 4.000 cocodrilos en Phokkathara, que también organiza espectáculos para turistas, viven en pequeños habitáculos con estanques llenos de agua sucia y que la granja exporta pieles a Corea del Sur y China, además de vender en Tailandia.
PETA, cuyo lema es "los animales no son nuestros adornos para llevar", indicó que se opone a cualquier "especismo" y a la visión supremacista del ser humano sobre el resto de los animales.
La granja Phokkathara no respondió a un mensaje enviado por EFE para reaccionar a las acusaciones.
Tailandia cuenta con dos especies de cocodrilos, el siamés ("Crocodylus siamensis") y el de agua salada ("C. porosus"), ambas declaradas en peligro de extinción en estado salvaje, aunque hay decenas de miles de ejemplares en granjas en todo el país.
Estas granjas usan a los animales para vender su carne y su piel, así como en espectáculos en los que domadores introducen sus cabezas en las fauces de los reptiles ante los turistas.