Los desastres
La explosión de San Cristóbal nos ha sacudido las emociones y activado la solidaridad colectiva
La muerte y la desgracia tienen un poder unificador que es inigualable. Nos provocan los sentimientos, desde activar el dolor, pasando por la empatía y acabando en la solidaridad, lo cual nos mueve a hacer algo al respecto.
Lo ocurrido en San Cristóbal no ha sido diferente. Ese desastre, provocado por una explosión que se presume se originó en una fábrica de plásticos, nos ha sacudido las emociones y activado la solidaridad colectiva. Creo que no poca gente se pregunta cómo puede ayudar, de la forma que sea, a dar soporte a los víctimas de esta tragedia, sin importar el nivel que sea.
El mayor desafío con este tipo de incidentes es que el fuego acabó con lo que no destruyó la onda expansiva de la explosión, por lo que muchas familias no recibirán hasta varios días los restos de los seres queridos que por desgracia se encuentran entre las 27 muertes que provocó este desastre, un proceso agónico y doloroso.
El presidente Luis Abinader declaró el día de hoy como de luto, una decisión acertada, como lo fue detener su actividad política y su esperado discurso en Pedernales. La mayoría de la oposición política se ha comportado a la altura y hasta se siente una suerte de pequeña tregua en la delincuencia callejera. El clima del país, en general, es de tristeza y no es para menos dada esta tragedia.
Es hora de llorar los muertos y tras de eso comenzará el proceso de responder a la pregunta clave: ¿qué pasó?
Las autoridades han llamado a la sensibilidad y a evitar la conjeturas, lo cual se entiende y se respeta, porque es lo que requieren las circunstancias. Ahora, el manejo del proceso investigativo necesitará de una rigurosidad impecable, de transparencia excepcional y de altos niveles de profesionalismo. La presencia del J2 del Departamento de Defensa es un indicador de que el gobierno buscará aclarar lo que ocurrió con completo rigor. Toca, como inicio, escuchar los comentarios de los vecinos de San Cristóbal, que reiteradamente repiten que algo pasaba ahí, sin lanzarse a dar detalles y comprometer su posición. Tras el dolor, solo saber qué pasó puede dar algún consuelo.