Abril y la primavera
Antonio Machado nos transporta a la primavera en sus versos

Primavera es la cara opuesta al otoño. El otoño es declinación, agotamiento, lo viejo, la ruta hacia el final.
La primavera es vigor, esplendor, florecimiento, desarrollo, flor que retoña, vida que comienza, juventud, ruta inexplorada, potencia vital.
Abril, por nacer casi a la par con la primavera, parece arrastrar muchos de los rasgos distintivos de esta venerada estación: potencia juvenil, frescura, lozanía, hermosura… Y al igual que la primavera abril entraña la idea de juventud: «Cumplió quince abriles», «Le celebraremos sus quince primaveras», suele afirmarse para referirse a la lozana y hermosa quinceañera nacida en un mes cualquiera del año.
Y hablar de abril es recordar, necesariamente, al afamado bardo sevillano, Antonio Machado (1875-1938), quien en líricos y sensibles versos modernistas supo cantarles al cuarto mes del año, así como a la primera estación, en muchas de sus famosas galerías poéticas y otros textos.
«La primavera ha venido/nadie sabe cómo ha sido…», se lee en su libro Nuevas canciones (1924). Y en una de sus galerías, acerca de esta estación poetiza Machado:
«La primavera besaba,
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba,
como una verde humareda»
Y acerca del mes de abril, corazón de la primavera, así le canta el más joven miembro de la Generación del 98:
“Son de abril las aguas mil,
sopla el viento achubascado,
y entre nublado y nublado,
hay trozos de cielo añil»
«La lluvia iba pasando,
sobre el campo juvenil,
yo vi en las hojas temblando,
las frescas lluvias de abril»