El reto de las relaciones de la República Dominicana con el Caribe
Para ser parte activa de una región no es indispensable pertenecer a un bloque regional
Para ser parte activa de una región no es indispensable pertenecer a un bloque regional. Y a veces, ser parte de un bloque regional no garantiza el beneficio mutuo. América Latina tiene muchos ejemplos de ambos. Es necesario una afinidad e ideales comunes, pero llevadas a la práctica con resultados concretos. Hay que conocerse bien y generar mutuamente mucha confianza. En este cuatrienio, la República Dominicana ha demostrado lo que una política bilateral activa con el Caribe puede conseguir en comercio, inversión y cooperación.
La embajada en Jamaica, concurrente con Bahamas, la de Guyana y la de Trinidad & Tobago concurrente con Barbados, Surinam y San Vicente y las Granadinas han realizado una extraordinaria labor. Misiones comerciales de los tres principales mercados de Trinidad & Tobago, Jamaica y Guyana vinieron en el 2023 encabezadas por sus ministros y por su presidente la última. El presidente Abinader lideró la delegación oficial más grande de sector público y privado a Guyana. Hoy contamos con conectividad aérea directa con Jamaica, Guyana, Antigua y Barbudas, las islas Turcas y Caicos y los tres países del Caribe holandés (Curacao, Aruba y St Martin) con los que también estamos unidos por vía marítima directa. Las visitas de empresarios de todos estos países a nuestro país y viceversa, son ya usuales y en este mes de abril se acaba de celebrar con éxitos la segunda semana dominicana en Jamaica. El país está cooperando con la región en escenarios internacionales y regionales. El comercio regional aumenta y las inversiones también.
Es por eso por lo que sorprende que el país haya solicitado membresía asociada a la Comunidad del Caribe (CARICOM), el bloque de 15 estados en su mayoría excolonias inglesas además de Surinam y Haití. Después de dos solicitudes de membresía plena (1989 y 2010) sin respuestas oficiales no está claro qué espera obtener el país que no pueda conseguir avanzando significativamente las relaciones bilaterales.
Un miembro asociado de CARICOM tiene voz, pero no voto. Participa de las reuniones, pero no en las reuniones en claustro. Los deberes y derechos de un miembro asociado no están definidos en el Tratado de Chaguaramas que rige a CARICOM por lo que queda a libre interpretación de sus autoridades. Hasta ahora, solo los territorios dependientes británicos del Caribe son miembros asociados y aspiran a serlo este julio Martinica y Curaçao.
Una membresía asociada no da más acceso de mercado que el que pueden dar los acuerdos de libre comercio ya vigentes con CARICOM desde el 2002.
Un miembro asociado usualmente no participa de las entidades regionales ni de la toma de decisiones críticas. En las reuniones regionales de dialogo político y cooperación, en el contexto de CARIFORUM, la República Dominicana, hasta ahora, se sienta en calidad de igual como no miembro de CARICOM. Esto puedo cambiar con una membresía asociada. ¿Es eso deseable en cooperación e incluso en política exterior donde Haití sí es un miembro de pleno derecho?
Tal vez las autoridades dominicanas y las de CARICOM se sentarán a discutir estos temas a fondo y a definirlos antes de que los jefes de Estados de CARICOM consideren la solicitud dominicana en el entendido de que esta vez, y después de 35 años, sí responderán formalmente.
Es imprescindible no perder de vista lo importante. Que las relaciones con cada uno de los países y territorios del Caribe sigan creciendo basado en el beneficio y la colaboración mutuos. Que se siga construyendo sobre lo alcanzado estos cuatro años y se eviten los altibajos de otros tiempos. Muchas de las ambiciones nacionales pasan por una región fuerte incluyendo la meta de ser hub logístico del Caribe. El país puede ejercer un liderazgo positivo y alcanzar volúmenes de comercio e inversión record, especialmente para las pymes, tanto en bienes como en servicios. Hay que salvaguardar para no perder más por lo menos.