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Epílogo II: El Enredo de las pensiones

Lo que postulo es mantener el actual modelo de las AFP, estableciendo en segundo pilar complementario de reparto, con neutralidad de costos para los empleadores, ya penalizados con cargas crecientes de costos sociales.

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Epílogo II: El Enredo de las pensiones

Por razones atendibles, violo las normas literarias y formulo un Epílogo II, con consideraciones adicionales sobre lo que una brillante editora denomina el “enredo” de las pensiones. Visto que los responsables de las Mesas Temáticas obviaron formular recomendaciones finales sobre el tema de las pensiones, y visto el desastroso informe de la Comisión Bicameral, recomendando un absurdo modelo de pensiones, cuya única recomendación válida fue la de reformular el Parlamento paralelo denominado Consejo Nacional de la Seguridad Social, integrado por 33 miembros y suplentes que se reúnen por varias horas dos veces al mes, aprobando Resoluciones sesgadas sobre aspectos focales que constan en la ley 87/01. Las aclaraciones puntuales y finales que constan más adelante espero que puedan ilustrar a los interlocutores sociales sobre la compleja temática de las pensiones.

El modelo de reparto coexiste con éxito en América del Norte y Europa, ya sea como pilar dominante o subsidiario, según el principio multi-pilar, y no hay intención de modificarlo, sino de introducir enmiendas paramétricas, por ejemplo, a la edad de retiro, las tasas de cotización, los periodos de calificación, etc. En Suiza y Alemania el modelo multipilar es obligatorio, en USA es generalizado y facultativo a nivel de empresa.

 La inflación afecta ambos modelos, en forma colectiva el modelo de reparto, transfiriendo pasivos a las futuras generaciones, pero sin afectar la pensión individual, basada en un promedio de ganancias antes del retiro. Pero en modelos de capitalización, la penalización es individual e inmediata, al deflactar el valor real de la cuenta de capitalización individual, aumentar los patrones de consumo y el valor de la canasta básica, y generar un descenso de las tasas de reemplazo, que ya en Dominicana son irrisorias.

Lo que ha sucedido en República Dominicana después de copiar el modelo de Chile causa asombro a nivel nacional e internacional, con una fragmentación impresionante que mantiene el modelo de reparto en amplios sectores del sector público y entes autónomos; disposiciones anómalas suplementarias que han permitido la devolución de los aportes en un pago único, proceso que generará indigencia en una elevada proporción de “pensionados” desvirtuando totalmente los postulados básicos de un sistema nacional de pensiones, y un aceleramiento de pensiones según la Ley 379 (de reparto) y pensiones ex-gratia por parte del Poder Ejecutivo, penalizando más las finanzas públicas.

Hemos formulado análisis y recomendaciones para iniciar un proceso secuencial de reformas que presumo durará bastante tiempo para poder solucionar el enredo del régimen nacional de pensiones. En primer lugar, no estamos postulando para una contra-reforma, y coincido con la recomendación de un calificado economista de la Fundación Economía y Desarrollo de que no es factible eliminar el modelo de capitalización individual, con sólidos argumentos monetarios, pero rechazo la anómala recomendación del CREES que sacó del sombrero un modesto aumento de aportes a las AFP y elevar la edad de retiro, olvidando el legado de 20 años de aportes insuficientes a las AFP y el costo actuarial de acceder a pensiones dignas muy superior a sus estimados económicos. Lo que postulo es mantener el actual modelo de las AFP, estableciendo en segundo pilar complementario de reparto, con neutralidad de costos para los empleadores, ya penalizados con cargas crecientes de costos sociales. Sólo el impacto (ya controlado) de la inflación importada les ha generado pasivos suplementarios de miles de millones de RD$.

 Reitero que NO es posible acceder a pensiones dignas con aportes de asegurados a la cuenta de capitalización individual de sólo el 2.8% de los salarios. Deben contribuir al segundo pilar un mínimo del 5% de los salarios y asignar parte de la cesantía para capitalizar el segundo pilar, incluyendo transferencias adicionales de varias fuentes, según consta en mi propuesta.

Resulta también notorio que funcionarios de segundo nivel de la Superintendencia de Pensiones formulen en la prensa declaraciones de modelos y políticas sobre pensiones sin una posición al respecto del Poder Ejecutivo, del Ministro de Trabajo o el Ministro de Hacienda, lo que da la impresión de una indefinición oficial en un tema de tanta importancia socio-económica. Concluyo este Epílogo II hasta después de las elecciones del año entrante, reiterando que mantener el modelo unipilar no producirá pensiones dignas en los próximos 20 a 30 años, por el legado de 20 años previos de aportes insuficientes, requiriendo tasas de cotización del doble de la tasa actual acreditada a la cuenta de capitalización individual. Sólo un pilar suplementario de reparto bien diseñado podría acelerar este proceso, con el reconocimiento retroactivo de servicios anteriores, y esto no es una tarea muy sencilla.

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