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Redes Sociales

Inteligencia artificial y vigilancia

Big Tech contra DeepSeek, la guerra por el control de la información

Provoca hablar de la sentina mediática, envalentonada en estos días, pero en Diario Libre y otros medios, talentos y decencias incuestionables han advertido del fangal moral al que nos conduce la impenitente piara. Hablaron por mí y me eximen de redundar. Sus voces y sus plumas representan el país que merecemos.

Me aventuro, pues, con la inteligencia artificial; no con su arquitectura, vedada a mi ignorancia, sino con el uso político que, también en estos días, ha provocado la sísmica aparición de la DeepSeek de ojos oblicuos.

El primer sacudón lo sufrió Nvidia, monopolio mundial de los semiconductores. La pérdida de un 15 % de su valor en bolsa en un solo día hizo historia. Perdió cien mil millones de dólares más que los quinientos mil millones anunciados por Donald Trump para su proyecto Stargate de inteligencia artificial con el que procura asegurar el predominio tecnológico norteamericano. Recuperado del aturdimiento, el sector de las big tech y sus acólitos comenzó la campaña de descrédito para disuadirnos de su uso.

Una de las maneras de encajar el golpe fue agitar el supuesto peligro de una DeepSeek recabando información útil a la geopolítica china. Seria amenaza a las libertades de este mundo occidental virginal en el que las empresas tecnológicas son angelitos prodigadores de progreso.

La gente común, a la que pertenezco, tiene nociones del uso de la neurociencia por la tecnología para inducir decisiones de consumo tanto como políticas y electorales; de cómo los algoritmos siguen nuestro rastro; de cómo recopilan información sobre nuestros intereses para encerrarnos en burbujas y mostrarnos una cara unilateral (y falseada) de la realidad. De nuestra indefensión frente a su poderío. No será mucho, pero sí suficiente para no dejarnos embobar.

Agitar el espantapájaros del espionaje digital chino es interesada retórica. La venta de datos recopilados por las tecnológicas es el gran negocio de este «capitalismo de vigilancia». Y no hablamos de las voraces Meta, X o Amazon. En el mercado hormiguean los data brokers que recogen información minuciosa sobre los usuarios digitales. Su crecimiento es exponencial. Proyecciones de la empresa Markets and Markets, citadas en la web Portafolio, cifran en 401,200 millones de dólares el dinero que será movido en 2028. Las leyes de protección de datos son pura fantasmagoría. La vigilancia capitalista es la norma y los gobiernos son actores y cómplices.

El pasado martes, la revista en línea The Intercept publicó una nota sobre la solitud del trumpista Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) de propuestas para monitorear las redes sociales e identificar a los críticos.

Entre los servicios pedidos por el ICE a los eventuales contratistas privados están «recopilar información personal (como los números de la Seguridad Social y las direcciones de las personas cuyas publicaciones sean detectadas)» y proporcionar «una fotografía, parte del nombre legal, parte de la fecha de nacimiento, posible ciudad, posibles afiliaciones laborales, posible afiliación a una escuela o universidad y cualquier posible familiar o asociado identificado».

¿Cuál libertad amenaza DeepSeek que no haya sido ya quebrantada?

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Aspirante a opinadora, con más miedo que vergüenza.