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Redes Sociales

De encuestas y sicofantes

Como toda técnica de medición que se valga de herramientas probabilística, las encuestas no son exactas

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De encuestas y sicofantes
En la República Dominicana se publican encuestas electorales, al menos desde las elecciones del 1986. (SHUTTERSTOCK)

Como toda técnica de medición que se valga de herramientas probabilística, las encuestas no son exactas. Y menos aquellas que miden simpatías políticas o intención de votos, en las que se pueden producir sesgos estadísticos provocados por factores que transcienden el margen de error predeterminado por el tipo y estratificación de la muestra.

Con más aciertos que extravíos, desde mediados del siglo pasado las encuestas forman parte de casi todos los procesos electorales que se llevan a cabo en las democracias liberales. En la actualidad enfrentan los retos que imponen las tecnologías y las nuevas formas de interacción social. Pero aún con esas limitaciones, cuando se realizan con rigor científico, las encuestas constituyen instrumentos valiosos para medir el pulso político de una sociedad. Presentar esa “fotografía del momento”.

En la República Dominicana se publican encuestas de intención de votos, al menos desde las elecciones del 1986. Y si bien su proliferación y los bulos alimentados por las redes sociales, aparentan haberlas cualquierizado hasta reducirlas a meros instrumentos de propaganda, algunas mantienen su prestigio y credibilidad. Sobre todo las sustentadas por medios responsables y acreditados, que con su publicación y difusión hacen un importante aporte al proceso democrático.

En este tramo final de la campaña, y coincidiendo con los límites que establece la ley, medios y grupos de comunicación reputados han publicado encuestas de firmas de prestigio nacional e internacional. Todas proyectan prácticamente el mismo escenario. Sesenta, 25 y 15. Poco más poco menos, respectivamente, para Luis, Leonel y Abel. Lo que parece ser una realidad que difícilmente cambiará en lo que falta para contar los votos.

Pero como siempre ocurre, quienes no son favorecidos por las encuestas, en lugar de establecer estrategias y construir narrativas que mitiguen efectos dañinos y generen expectativas positivas en sus bases de apoyo, se dedican a desacreditar las estudios, las firmas y los medios que la publican. La vieja práctica de matar el mensajero.

Y saben que mienten cuando atribuyen a encuestadoras, periodistas, medios y empresarios supuestas intenciones de favorecer al gobierno a cambio de dinero, publicidad u otros beneficios. Ellos manejan sus números y conocen la realidad. Como saben también que ninguna firma que quiera preservar crédito para próximos procesos, se inventa números disparatados y divorciados de la realidad a tan pocos días de conocerse los resultados.

Pero no importa, porque la idea es enlodarlo todo y a todos. Para lo que cuentan con hordas de sicofantes borrachos de pasiones, que de sus jetas escupen heces contra quienes no asumen sus verdades y las de su secta.

La realidad se verificará en pocos días. Y seguro que nuevamente los resultados electorales serán coincidentes con las encuestas serias. Pero ni los políticos, ni esos sicarios de medios y redes a su servicio, tendrán la mínima decencia de recoger sus porquerías, y mucho menos disculparse. Por el contrario, continuarán sus andanzas con justificaciones propias y descalificaciones ajenas.

Al final son caraduras… Y ejercen.

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