Filosofía moderna y la cúrcuma
En busca de la eterna juventud
En un reciente post en una red social se nos decía que la cúrcuma tiene propiedades curativas y que sirve para los tratamientos antienvejecimiento (antiaging). Algunos agregan que tiene efectos para prevenir el Alzheimer y el Parkinson y otros dicen que nada de eso es verdad y que solo es una moda.
Pese a todo, me pareció que estábamos sobre la pista: comprar estos productos no requería mayor esfuerzo. Tendríamos que ir al supermercado. Ya allí, la tarea sería preguntar al dependiente en qué pasillo se encontraba el polvo mágico. En cualquier día, puedes combinarlo con tus comidas, sean estas las que sean.
En el post se tenía claro el asunto: junto con algunos suplementos, la salud puede ser mejorada. Según sostienen algunos gurús, podemos fabricar un entorno donde no entren las enfermedades: la muralla de salud de un cuerpo perfecto, una maquinaria hecha a imagen y semejanza de lo divino.
El árbol de la ciencia y el conocimiento fue degustado (fueron degustados sus frutos), y el hombre “pudo ver” como había prometido la serpiente en el paraíso terrenal (se habla de la caída del hombre). Ahora en los posts, se nos habla de otra cosa: puedes mejorar tu salud si te tomas unas cuantas capsulas de calcio, aparte de otras que puedes consumir con todas las de la ley bajo la supervisión de un médico.
Alguno podrá decir: “como serpientes modernas, estos gurús nos ofrecen todo lo necesario para convertirnos en casi inmortales, o en inmortales porque el alma lo es”. Cuando morimos ésta sale disparada hacia otra dimensión, según proclaman antiguas teosofías. Tenemos filósofos modernos que han escrito sobre este particular y nos mantienen a la caza de las verdades últimas.
Lo que se dice sobre el alma inmortal –que ya está en los antiguos filósofos presocráticos–, es algo que podemos entender de antiguas tradiciones que nos aseguran el paso a otro plano, al tiempo que sabemos cómo el hombre se estructuró: cómo fue su origen, algo que mantiene en discusión a muchos teóricos. Muchos navegan en corrientes de pensamiento que buscan explicar los eventos de una manera tradicional. Otros sabemos la larga historia que funda los orígenes del común con explicaciones que otros han descifrado en antiguos libros que cuidan algunos bibliotecarios de algunas “bibliotecas secretas”, para decirlo así.
Pasando a la tarde del sábado, el pasillo estaba atestado de personas que no necesariamente estaban buscando la cúrcuma. Era el natural ritmo de las ventas de todos los días. “Lo primero es lo primero” para decirlo en palabras de Steven Covey en un libro que ya he perdido pero que tenía argumentos fenomenales. Por otro lado, lo interesante es ver como Chopra, el gurú de las celebridades, ha escrito Quantum Body, un libro donde no habla de la cúrcuma sino de las potencialidades de nuestro cuerpo: cómo debemos cuidarlo. En muchas páginas, el gurú (que me parece más interesante que otros que andan por ahí vendiéndose como los salvaguardadores de la historia global de los humanos), nos dice lo que tenemos que hacer para entrar en otro nivel. Empezamos por la respiración e inhalamos y la contenemos hasta contar hasta seis y luego exhalamos el aire, como quedó dicho en una reciente entrevista en un programa famoso que “todos” vemos.
Por vía de la cúrcuma hemos entrado en un debate antiguo que hace que la gente se encoja de hombros. Algunos dicen, con lo que estoy de acuerdo según las evidencias, que todo comenzó en Sumeria, pero allí no había cúrcuma que sepamos (se encuentra en el sudeste asiático): no había orégano o especies, aunque alguno podrá decirnos con pruebas en las manos, que los gurúes de aquella época tenían todas las especias habidas y por haber. La recordamos en nuestra despensa, herencia de la abuela en su cocina de hace años.
Nótese que uno de los motivos de Cristóbal Colón, según nos dicen algunos cronistas, era la búsqueda de especias y oro, algo que hoy tenemos en demasía en los supermercados (las especias, no el oro).
Surte mayor efecto en el bienestar del ser humano lo que dice Chopra que lo que dicen un montón de augures y vendedores de ilusiones, esto está claro. Debemos entender que hay otros libros, más allá del mismo Deepak donde se narra con muchos artilugios, pero con “la verdad” en las manos, cómo ocurrió todo: con cúrcuma o sin cúrcuma y en un lejano pasado.
Es del mayor interés humano entender algunos secretos que se han mantenido alejados del total de la gente: son misterios que nos hablan de la larga duración que tenían nuestros antepasados, al tiempo que ahora sabemos que hay gente dedicada a encontrar la fórmula de la eterna juventud, para decirlo más a lo claro, la manera de durar muchos años: el cuerpo inmortal.
El conocimiento prohibido sigue siendo prohibido y no me refiero aquí a las teorías de conspiración sino de otras cosas: me refiero a la historia ancestral donde los humanos, según nos dicen ciertas escrituras, tenían una vejez plausible. La cúrcuma no ataca al cáncer, por ejemplo pero si sirve según dicen algunos para las arrugas, vaya preocupación de los humanos. ¿Espejito, espejito quien es el más bonito?
Ciertamente que no solo la cúrcuma es un producto bueno según muchos: sino otros. Basta una combinación acertada y lograremos la magia que muchos aseguran que nos proveen. “Hay que ayudarse con estos productos”, podría decir cualquiera. Con las redes, podemos ver la manifestación única de la venta: sin embargo, en el caso de la cúrcuma no se trata de un engaño sino de un beneficio: no todo puede ser malo para la salud, las bebidas carbonatadas y los carbohidratos que nos atraen mucho en la mesa.
Alguien me dirá: “pero mira, a mi edad no debo andar buscando lo que dice Chopra u otro gurú”: sin embargo, se atiborran de modernas filosofías –en trepidantes bestsellers–, que responden a un esquema claro de marketing: productos de masa para convencer a algunos (a muchos), de que tal o cual idea es plausible de entenderse y ser colocada en un altar que otros derribarán porque no les gusta. Dicen algunos que la manzana era otro fruto, no recordamos cuál, pero lo hemos leído (¿la pera?).
Ahora los seres humanos estamos volcados a una revolución tecnológica que invita al conocimiento y con éste, el hombre puede acceder a antiguos misterios. Por otro lado, algunos vendedores de teorías recicladas seguirán su periplo. Y usted y yo, compraremos la cúrcuma a ver qué tal con nuestros estómagos ahora que sabemos que es antiinflamatoria y que tiene otros beneficios. ¿Comprobante?