Cuentas y chismes
La Cámara de Cuentas es garante de muchos procesos que tienen que ver con la seguridad jurídica y la institucionalidad
Irregularidades administrativas, acoso laboral, acoso sexual... no hay nada que alimente más los rumores que el secretismo. La Cámara de Cuentas es (debería ser) una institución clave en una administración pública sana, pero no hemos conseguido que tenga el respeto y la institucionalidad que merece su misión.
Demasiado político el proceso de nombramiento de su dirección, demasiado lentos los procesos de su trabajo, demasiada dejadez en anteriores incumbentes, demasiado peligrosos algunos de sus informes...
Así, entre la discreción justificada por su labor y las ganas ocasionales de esconder algunas auditorías, la Cámara de Cuentas ha tenido periodos que parecía un organismo medio clandestino.
Ahora es una fábrica de rumores: que si la cabeza responde a un ex alto funcionario del PRM, que si el lío de ahora es porque hay miembros de Fuerza del Pueblo incordiando dentro. Que el problema son unas auditorías ya terminadas que no deben ver la luz. Que si no hay quien trabaje por el carácter de su presidente...
Esos son los rumores (algunos). Ahora toca que los que tienen la información correcta la aclaren, dispongan una solución y los técnicos vuelvan a trabajar.
La institucionalidad y la seguridad jurídica, claves para el desarrollo de una sociedad, no afectan solo a los inversionistas extranjeros o a los proyectos macro. Son los ciudadanos los más afectados en su día a día por los problemas que provocan la falta tanto de una como de otra.
La Cámara de Cuentas es garante de muchos procesos que tienen que ver con la seguridad jurídica y la institucionalidad. Hay que leer el artículo 10 de la ley 10-04 que detalla sus funciones para entender cuánto la necesitamos en buena forma...