La frágil misión de los cascos azules de la ONU, bajo disparos israelíes
El ataque a las fuerzas de paz que enciende las alarmas
Beirut denunció el viernes que Israel volvió a abrir fuego contra una posición de la fuerza de la ONU desplegada entre Líbano e Israel, la Finul, después de que dos cascos azules indonesios resultaran heridos el jueves en un ataque israelí que generó indignación en la comunidad internacional.
El difícil papel de una organización en una de las zonas más calientes del planeta.
El jueves, dos cascos azules indonesios de la Finul, la fuerza de la ONU desplegada en el sur de Líbano, resultaron heridos por disparos del ejército israelí, que lleva a cabo desde el mes pasado una amplia campaña contra el movimiento proiraní Hezbolá.
Este viernes, Líbano denunció que Israel abrió nuevamente fuego contra las fuerzas de la ONU, cuyo papel ha estado siempre en entredicho.
Los disparos del ejército israelí a cascos azules son "intolerables" y no deben repetirse, afirmó este viernes el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
"Condeno que haya habido disparos contra una instalación de Naciones Unidas en la que resultaron heridos dos cascos azules, lo cual constituye una violación del derecho humanitario internacional", declaró el dirigente a la prensa desde Laos, donde participaba en una cumbre regional del sureste asiático.
"Este incidente es intolerable y no puede repetirse", enfatizó el máximo responsable de Naciones Unidas.
Contingente de la ONU
El contingente de la ONU que trata de contener las tensiones entre Líbano e Israel puede acumular hasta 15,000 cascos azules llegados desde más de 50 países. Están desplegados en el sur de Líbano se pueden ver sus tropas patrullando el territorio y monitoreando la situación a nivel de seguridad.
El papel y el éxito de la FINUL están eternamente en discusión. La misión no ha logrado nunca su mayor objetivo, que es aportar mayor sensación de seguridad a las poblaciones de ambos lados de la frontera.
Los libaneses perciben que Israel menosprecia la misión, como se puede ver estos días, e Israel percibe cómo Hezbolá sigue presente y armado por su archienemigo iraní justo en el territorio fronterizo.
Pero hay que otorgar el beneficio de la duda a esta misión de paz. La última guerra abierta entre Hezbolá e Israel fue en 2006 y si no fuera por al FINUL, el próximo conflicto podría haber tardado menos de 18 años en llegar.
Ahora, sin embargo, la preocupación sobre el terreno es mayúscula. La población civil libanesa percibe que si el Ejército de Israel se atreve a abrir fuego contra la ONU, que es eminentemente un actor de paz, nada ni nadie está a salvo.
El ejército israelí reconoció haber disparado en Ras al Naqura, junto a la frontera, y se defendió argumentando que los milicianos de Hezbolá operan cerca de las posiciones de la ONU.
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