Francia vota en tensas elecciones presidenciales
El apoyo a Le Pen ha crecido durante la campaña al nivel más alto que ha logrado nunca la candidata
Francia empezó a votar el domingo en la segunda vuelta de las presidenciales, una votación con implicaciones para el futuro de Europa en la que el actual mandatario, el centrista Emmanuel Macron, partía como favorito pero enfrentaba un duro desafío de su rival de ultraderecha, Marine Le Pen.
Macron pidió a los votantes que confiaran en él para un segundo mandato de cinco años tras un mandato que incluyó protestas, la pandemia y la guerra en Ucrania. Una victoria de Macron le convertiría en el primer presidente de Francia en 20 años que obtiene un segundo mandato.
El resultado de los comicios en Francia, una potencia nuclear con una de las economías más grandes del mundo, también podría afectar al conflicto en Ucrania, ya que Francia ha jugado un papel clave en los esfuerzos diplomáticos y el apoyo a las sanciones contra Rusia.
El apoyo a Le Pen ha crecido durante la campaña al nivel más alto que ha logrado nunca la candidata, y la participación resultará decisiva el domingo. Muchos de los que tenían previsto votar a Macron lo harían para frenar a Le Pen y a ideas consideradas como demasiado extremas y antidemocráticas, como su plan de prohibir el uso del hiyab islámico en público o sus lazos con Rusia.
Los dos candidatos intentan atraer los 7,7 millones de votos que obtuvo el candidato izquierdista Jean-Luc Melenchon, derrotado en primera vuelta.
Para muchos de los que votaron a candidatos de izquierda en la primera ronda del 10 de abril, esta segunda votación plantea una desagradable decisión entre la nacionalista Le Pen y un presidente que algunos creen se ha desplazado hacia la derecha en su primer mandato. El resultado podría depender de qué escogen los votantes izquierdistas, entre apoyar a Macron o abstenerse y dejarle que se las arregle contra Le Pen.
Todos los sondeos de opinión de los últimos días apuntaban a una victoria del mandatario europeísta de 44 años, aunque la diferencia respecto a su rival nacionalista, de 53 años, variaba mucho, entre 6 y 15 puntos porcentuales, en función de la encuesta. También adelantaban un posible récord de personas que votarían en blanco o se quedarían en casa.
Macron salió a la ofensiva esta semana en un debate de dos horas y 45 minutos, el último de la campaña, en el que arrinconó a su rival de ultraderecha en un esfuerzo de conseguir los votos que necesita para ganar.
Le Pen ha intentado apelar a la clase trabajadora, unos votantes afectados por la subida de precios derivada de la guerra de Rusia en Ucrania, una estrategia que incluso Macron reconoce que ha tenido efecto. La ultraderechista dijo que bajar el coste de la vida sería su prioridad si era elegida como la primera mujer presidenta de Francia y se presentó como la candidata para los votantes que no llegan a fin de mes.
Le Pen afirma que la presidencia de Macron ha dividido al país y alude a menudo al movimiento de protesta de los chalecos amarillos, que remeció al gobierno de Macron antes de la pandemia del COVID-19 con meses de protestas violentas contra sus medidas económicas, que en opinión de algunos perjudicaron a los más pobres.
La campaña presidencial francesa ha sido especialmente dura para los votantes de origen inmigrante y minorías religiosas. Las encuestas indican que buena parte de la población musulmana francesa, la más grande en Europa occidental, votó en primera ronda a candidatos de izquierda, de modo que su voz podría ser decisiva.
Macron también ha defendido sus logros climáticos y ambientalistas en un intento de atraer a votantes jóvenes que tienden a votar a la izquierda. Los millennials en particular votaron en masa a Melenchon. Muchos votantes jóvenes están especialmente interesados en cuestiones climáticas.
Aunque Macron se asoció con el lema “Hagamos el planeta grande de nuevo” en su primer mandato de cinco años, claudicó ante los indignados manifestantes de los chalecos amarillos al eliminar un aumento de los impuestos al combustible. Macron ha dicho que su próximo primer ministro quedaría a cargo de planificación ambiental, dentro de los esfuerzos de que Francia alcance las emisiones neutras de dióxido de carbono para 2050.
Le Pen, considerada en el pasado como una escéptica del cambio climático, quiere eliminar las subvenciones a energías renovables. Ha prometido desmantelar campos eólicos e invertir en energía hidroeléctrica y nuclear.