Honduras, frente a los nuevos desafíos de las migraciones hacia el norte
El migrante medio ha cambiado. Ya no son hombres que quieren enviar remesas a sus familias, sino también familias al completo
Son más de 400,000 los migrantes que han cruzado Honduras en el presente año, dirección a Estados Unidos. Más del doble que en 2022 en su totalidad. Todo un desafío para un país a la hora de asistir a aquellos que van de tránsito, pero también a los que, por falta de medios, no consiguen completar su camino ni pueden regresar a sus países, quedándose varados en Honduras.
El flujo de migración en Centroamérica, rumbo a Estados Unidos, sigue al alza. En lo que va de año, casi 420,000 personas cruzaron Honduras hacia el norte, más del doble que el año pasado al completo, cuando fueron 188,000, según su Instituto Nacional de Migración. Proceden principalmente de Venezuela, Cuba, Ecuador y Haití.
Nuevos rostros
El migrante medio ha cambiado. Ya no son hombres que quieren enviar remesas a sus familias, sino también familias al completo. El múltiple perfil de estos desplazados añade un grado de complicación al encontrarse también personas mayores o con discapacidad.
“Detrás de la migración hay varios rostros. Hay un rostro de mujer, hay rostros de niñez, hay rostros de adultos mayores y ahora un rostro más presente, el de discapacidad. Personas con discapacidad de diferente tipo, discapacidad auditiva, visual, física, que refleja un poco cómo el grupo familiar va arrastrándose, la familia en conjunto buscando una nueva oportunidad. Y esa población, creo que hay que hacer un esfuerzo por contabilizarla más, porque es parte de esas múltiples pobrezas de la población”, explica Roberto Bussi, director de País de la fundación Ayuda en Acción en Honduras.
“Explotación sexual comercial”
Trojes y Danlí, en el sur, cerca de la frontera con Nicaragua, son dos de los puntos calientes de entrada. Poblaciones pequeñas, que se desbordan fácilmente. Las autoridades han llegado a habilitar autobuses para facilitar que los migrantes atraviesen el país. Sin embargo, no todos tienen los medios económicos o la fortaleza física y la salud para aguantar el viaje. Surge ahí un segundo desafío.
“Van quedando poblaciones que ya no tienen recursos. Ves en las calles de Tegucigalpa, San Pedro Sula, en las principales ciudades, que ya hay una población importante de venezolanos, haitianos, pidiendo dinero en la calle para cubrir sus necesidades. Se estacionan, digamos, acá”, subraya Bussi.
“Y esto lleva a otro tema, de explotación sexual comercial, que es otro riesgo importante, muy poco documentado, pero hay casos importantes de eso. Puede haber algunas comunidades, como adolescentes, mujeres, jóvenes, chicos y chicas, que se ven expuestos a esa precariedad”, recalca.
Los que sí consiguen cruzar Honduras tienen aún mucho camino por delante antes de alcanzar Estados Unidos: deben pasar por Guatemala y México. Este último también afronta desafíos: allí un operador ferroviario ha debido inmovilizar 60 trenes de carga, ante la gran cantidad de migrantes que trepaban para cruzar la frontera con Estados Unidos, corriendo el riesgo de padecer amputaciones o incluso perecer atropellados por los vagones.