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¿Cómo hablamos los dominicanos?

María José Rincón, filóloga, lexicógrafa y miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua, dice que no es correcto catalogar nuestra manera de hablar como buena o mala, puesto que solo tiene unas características determinadas, así como sucede en otros países

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¿Cómo hablamos los dominicanos?
Los rasgos que caracterizan nuestra forma de hablar forman parte de la historia del español. (SHUTTERSTOCK)

Los dominicanos tenemos una forma muy particular de hablar, y es que somos capaces de construir toda una oración con palabras peculiares que posiblemente solo nosotros entendemos. La verdad es que, si bien somos bastante especiales, al menos en el aspecto de la lengua no somos los únicos que utilizamos nuestra creatividad para extender el vocabulario, pues cada grupo social se manifiesta de acuerdo a sus tradiciones y a las relaciones entre sus componentes.

Dentro de cada lengua materna, en nuestro caso el español, existen distintos dialectos que son usados por grupos específicos y se pueden detectar en un territorio determinado. Es ahí donde entra el español dominicano, una manera de expresión dentro del español que caracteriza a todos los que viven en República Dominicana y que no es tan fácil de agrupar o definir. Esto porque cada zona del país tiene sus propias particularidades de las que se encarga la sociolingüística y la dialectología. Así lo deja saber el lingüista Bartolo García tras abordar el tema en el Facebook Live “Klk Ciudad: cómo se habla en Santo Domingo”, realizado a través de la cuenta de la Fundación Erwin Walter Palm.

Para María José Rincón, filóloga por la Universidad de Sevilla, para explicar la manera en la que nos comunicamos los dominicanos, en primer lugar, debemos aceptar que la lengua española es amplia, pues tiene muchos siglos de historia y mucha amplitud geografía, lo que la hace muy variada. Y esas variaciones, según la catedrática, no necesariamente son negativas, ya que al final eso es lo que le da riqueza a la lengua.

En el caso específico de República Dominicana, Rincón dice que no se debe catalogar la manera de hablar como buena o mala, puesto que solo tiene unas características determinadas, así como sucede en otros países. “El hablar bien o mal no tiene que ver con la variedad lingüística que se utiliza, sino con las oportunidades y el entorno social en el que crecemos. Generalmente es la escuela que debe dar esas herramientas que te pueden ayudar a tener autonomía lingüística”, indica.

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Infografía

Aspectos propios del habla

Detrás de muchas de las palabras que decimos o escribimos de manera ‘incorrecta’ hay una explicación. Por ejemplo, no se trata de que confundimos la ‘S’ con la ‘C’, sino que esto viene de un proceso fonético de la Edad Media que tiene el nombre de sesear, y también se hace en muchos otros países. Otro de los ‘errores’ que cometemos al hablar es la aspiración de la letra ‘S’, lo que coloquialmente se conoce como comerse las ‘S’. De acuerdo con Rincón este rasgo también se remonta a tiempos muy antiguos.

“Todos esos rasgos no nos los hemos inventado en República Dominicana ni son como la gente dice, ‘de los jóvenes de ahora’. Estos vienen dentro de la historia del español desde antes de llegar a territorio americano, nosotros solo hemos seguido desarrollando históricamente esos rasgos, y la suma de ellos es lo que nos caracteriza”, indica, agregando que otros aspectos muy propios del habla de los dominicanos es la neutralización de la ‘L’ y la ‘R’, y el yeísmo, los cuales también se extienden más allá de nuestro territorio.

“Las hablas jergales o populares tienen como misión distinguirse del grupo, marcar territorio y generalmente están diseñadas para que no les sigan la pista, para que el extranjero no entienda, y por eso es tan complejo y hay tan poco estudiado en general”, aclara.

Por otro lado, también están las palabras comodín, siendo la más usada en nuestro territorio ‘vaina’. Rincón expone que este término al igual que las demás palabras comodín, que bien se incluyen en el diccionario dominicano, se utilizan para referirse a todo lo que no se quiere o no se sabe nombrar. “Esto es un fenómeno frecuente en todas las variedades lingüísticas y, por lo general, delata pobreza del vocabulario cuando se usa por carencia de la palabra exacta”, concluye.

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Periodista de Revista. Le apasiona escribir sobre salud mental y relaciones de pareja. De no ser periodista, sería psicóloga con un blog.