Fuera de alcance
Un país en que prevalezca la gran honestidad
Su reputación entre los dominicanos es envidiable. Es tan buena que cuando creemos que algo funciona bien, decimos que parece como si estuviéramos allá. Tan poderosa es esa percepción que lo decimos aunque nunca hayamos vivido en ese país, y si acaso lo visitamos haya sido brevemente, en excursiones o congresos. Como sea, afirmamos sin dudarlo que quisiéramos que nuestro país se pareciera a Suiza. Y luce que ese deseo es común en Latinoamérica, al punto de que uno de los países considerados como más pacíficos e institucionalizados, Uruguay, solía ser calificado como la Suiza de las Américas.
Pero Suiza tiene ahora competencia, al menos en México. El presidente de esa nación, Andrés Manuel López Obrador, declaró hace poco que su administración persigue que México se convierta en un país del primer mundo. Y a ese respecto no mencionó a Suiza, ni a los EE.UU., Francia, Alemania o Japón. Se refirió a Dinamarca y Noruega, a pesar de las evidentes diferencias que hay entre ellos y México.
No fue principalmente por la economía que el presidente mexicano hizo mención de esas dos naciones del norte de Europa. Lo hizo atraído por lo que describió como países en los que prevalece una gran honestidad, sin corrupción ni violencia, donde hay becas, y la educación es gratuita al igual que la salud. Y, en cuanto al comportamiento de los funcionarios públicos, tema muy espinoso en nuestra región, ponderó que en esos dos países hay ministros que se trasladan en bicicleta y transporte público, y viven con humildad.
Tener algo que sirva de guía para marcar el rumbo hacia dónde dirigirnos es una práctica saludable. Hay que cuidar, sin embargo, no poner una meta tan alta que sea muy difícil de alcanzar. Para establecer planes viables es mejor fijar objetivos que en la práctica puedan ser alcanzados en un lapso de tiempo razonable, digamos cinco o diez años, y no para cuando nuestros descendientes ya no recuerden que alguna vez existimos.