En Juegos Paralímpicos, aficionados aprenden cuándo guardar silencio para discapacitados visuales
Cuando se pierde prácticamente uno de los sentidos, los demás tratan de compensar la situación
En voz baja, una voz por las bocinas del recinto pide el público guardar silencio. Luego, suena un silbatazo.
De pronto, incluso el más ligero de los sonidos reverbera en el Estadio de la Torre Eiffel. Los espectadores llenan el graderío pero, en ocasiones es difícil notar su presencia.
Se trata de un ambiente impensable en la mayoría de las sedes de una competición deportiva. En el fútbol, particularmente, el ruido sería ensordecedor.
Pero éste no es un fútbol ordinario. Se trata de un partido de fútbol para invidentes, uno de los dos deportes de los Paralímpicos de París 2024 donde el silencio es imperioso.
El fútbol para invidentes y el golbol se dirigen a deportistas con discapacidades visuales. Cuando se pierde prácticamente uno de los sentidos, los demás tratan de compensar la situación. A falta de vista, el oído cobra mucha importancia.
En los dos deportes, el balón contiene un cascabel o campaña que alerta a los jugadores sobre su proximidad. Los deportistas se gritan entre sí mientras recorren el campo, y se requiere que los aficionados contengan sus emociones hasta que la jugada concluye.
Los dos deportes cultivan un ambiente como ningún otro. Sin conversaciones ni cánticos, la energía del público se manifiesta más bien como mucha concentración en la cancha.
Jeferson “Jefinho” Gonçalvez, futbolista brasileño ciego, dijo que tanto él como sus compañeros sienten la presencia del público durante el partido, así como sus reacciones a las diferentes jugadas.
Jade Sidot, de 18 años, comentó que el fútbol para invidentes requiere un grado distinto de atención.
“Mi papá y yo vamos a algunos partidos de fútbol”, dijo Sidot en referencia a la variante para personas con visión normal. “El fútbol para ciegos es muy diferente, pero al mismo tiempo permite que yo me concentre más”.
Los aficionados desacostumbrados a estos deportes podrían encontrar difícil la adaptación a sus reglas. Para relajar la tensión, un comentarista en el golbol permite que el público sepa cuándo puede hablar.
“Ruido”, informa.
Un poco ansiosa al principio, la multitud va elevando el volumen hasta ovacionar a los jugadores.
Durante el intermedio y entre las jugadas importantes, un corredor ingresa a la cancha de fútbol para invidentes con un gran cartel que dice: ¡¡¡¡Hagan ruido!!!! Habitualmente, este tipo de instrucciones animan a los espectadores.