Sin excusas con el tema del dopaje
El positivo de Eve Mejía no tiene ninguna justificación posible
La República Dominicana tuvo una muy mala noticia el viernes pasado, cuando la propia selección nacional femenina de voleibol emitió un comunicado en el que anunciaba que Eve Mejía había sido apartada de las Reinas del Caribe luego que la Agencia Mundial Antidopaje informara que la voleibolista había dado positivo a un diurético (furosemida) durante su participación en la Liga de Naciones, meses atrás.
Mejía se convierte así en la segunda atleta de élite que es suspendida por violar el programa antidopaje en los últimos cuatro años, uniéndose al pesista Zacarías Bonnat, que fue sancionado cerca de un año después de haber ganado plata en los Juegos Olímpicos de Tokio.
La excusa presentada por Mejía es, hasta cierto punto, muy parecida a la que dio Bonnat, sin ningún fundamento y sin ningún sentido para un atleta de alto rendimiento.
Peor todavía, si me preguntan a mí, es la actitud de algunos dirigentes deportivos dominicanos (no es el caso de Cristóbal Marte que fue contundente en sus declaraciones) de tratar a los atletas dopados como víctimas y no como lo que realmente son: tramposos.
Y el deporte dominicano debe tener mucho cuidado con lo que ha sucedido en los últimos tiempos con el tema del dopaje.
Hace menos de dos años el país estuvo cerca de ser sancionado por la falta de una agencia nacional de dopaje y si sumamos los dos atletas élite que han violado la política de la WADA, debemos tomar medidas para evitar que se repita.
Ningún atleta de alto rendimiento puede alegar ignorancia o descuido porque las reglas y las consecuencias son explicadas todo el tiempo.
Eve Mejía ahora enfrenta una suspensión de cuatro años (que acabaría con su carrera) por su positivo a furosemida, un diurético que en el mundo del dopaje se entiende que se usa para sacar del cuerpo sustancias para mejorar el rendimiento que también están prohibidas.
Por igual, en algún momento los dominicanos debemos acabar con la cultura de la trampa que hemos normalizado en nuestra sociedad.
¿Por qué cree usted que somos líderes de sancionados en el béisbol de las Grandes Ligas por dopaje? ¿Por qué un medallista olímpico como Luguelin Santos duró una década compitiendo con un pasaporte falso que adulteraba su edad y también lo tratamos como “víctima”?