Karl-Anthony Towns, un gran ejemplo
Su entrega con la selección es digna de ser imitada, replicada por todo atleta dominicano
En un cuarto de siglo que tengo trabajando de cerca con atletas profesionales, pocas veces he visto uno que muestre tanta entrega hacia una causa como lo está haciendo actualmente Karl-Anthony Towns, con la selección nacional de baloncesto.
En una era en la que muchos entienden que lo único que importa es el dinero de las ligas profesionales o la espera de pasarle una factura al país, Towns está jugando por orgullo.
Un orgullo que demuestra que, para muchos, todavía hay cosas que importan más que el dinero.
Towns ni siquiera habla español, ni tiene que hacerlo, pero siente el amor por la República Dominicana que le enseñó su madre, Jacqueline Cruz, quien murió víctima del Covid-19 hace dos años.
Este es un jugador que gana US$33 millones anuales con los Timberwolves de Minnesota, que jugó por última vez con la chaqueta dominicana hace una década y cuando tenía apenas 17 años.
Escucharlo hablar de dominicanidad, de entrega, de que no está jugando por sí mismo o por su familia sino por las familias de TODOS los dominicanos, simplemente me roba las palabras.
Acúsenme de ser sentimentalista, pero este es un ejemplo que merece ser seguido... y de cerca.
Towns es una buena sorpresa, que se ha convertido en un líder de una selección dominicana que había sido descartada por muchos, y que vio como otros jugadores de su misma liga optaran por no participar.
Me quito el sombrero ante Towns, merecedor de los mayores y mejores elogios por su entrega, dedicación y, en sentido general, por esmerarse en poner en alto el nombre del país.