Socavones exponen desenfrenado desarrollo inmobiliario en zona turística de Chile
Es una visión de ensueño: edificios sobre dunas con una envidiable vista al océano Pacífico. Pero el tercer socavón abierto en menos de un año tras fuertes lluvias cuestiona el desenfrenado desarrollo urbanístico de una de las zonas más turísticas de Chile
Es una visión de ensueño: edificios sobre dunas con una envidiable vista al océano Pacífico. Pero el tercer socavón abierto en menos de un año tras fuertes lluvias cuestiona el desenfrenado desarrollo urbanístico de una de las zonas más turísticas de Chile.
Con 13 pisos y a pocos metros de la playa, el edificio Euromarina II de Reñaca, el balneario más exclusivo de la ciudad de Viña del Mar, a 120 km de Santiago, era un deseo cumplido para los propietarios de sus 200 departamentos.
Sin embargo, las intensas lluvias de los últimos días transformaron el sueño en pesadilla.
Un gigantesco agujero de 15 metros de largo y 30 metros de profundidad amenaza la estabilidad de la construcción y forzó a la rápida evacuación de los residentes de este edificio construido en 2007 y cuyos apartamentos pueden llegar a valer 500,000 dólares. Algunos temen que pueda incluso desplomarse.
Sergio Silva, de 77 años y uno de los pocos residentes que aún anda por el Euromarina II, intentaba meter algunas de sus pertenencias a un auto para llevarlas a un lugar más seguro ante el pronóstico de nuevas lluvias.
"Estamos evacuando algunas cosas importantes, no todo. (...) Todo el mundo evacuó, por seguridad" y porque se cortó el suministro de agua potable, explica Silva a la AFP.
Abandonaron sus hogares también algunos habitantes del edificio que está abajo del Euromarina II, al nivel del mar, por temor a que la construcción vecina se derrumbe.
"Se han ido varios por prevención. Los que quedamos estamos preparados en caso de emergencia o si tenemos que evacuar", dice Claudio Camus, de 43 años, residente del edificio Eurovista.
- Venta "impúdica" -
El Euromarina II está emplazado en un campo de dunas de 28 hectáreas que hasta 1994 formaba parte de un santuario de la naturaleza y se encontraba bajo protección.
Pero tras un cambio de la normativa, que permitió construcciones en altura y con alta densidad, hoy se emplazan en este lugar 44 edificios de lujo.
En agosto y septiembre del año pasado, dos deslizamientos minaron los cimientos de otros tres edificios: el Kandinsky, Miramar-Reñaca y Santorini. Incluso hasta ahora está cortado el camino costero, por la rotura del pavimento.
"Los riesgos que se tomaron al haber construido allí son gigantes", afirma a la AFP la alcaldesa de Viña del Mar, Macarena Ripamonti.
Los terrenos eran públicos, pero "se vendieron de manera muy impúdica y se pudo urbanizar solamente porque hubo acuerdos de reducir el sector de la protección del campo dunar", explica.
- "No más edificios allí" -
La explosión urbanística en 20 años sobre esas dunas que aún estaban en el recuerdo de muchos, hacía evidente una potencial afectación frente a cualquier alteración climática.
Los intensos temporales, fruto del fenómeno del Niño o de los efectos del cambio climático, le terminaron dando la razón a los críticos.
"Es un sector que tiene una fragilidad, que se podía haber preservado", explica el urbanista y candidato a alcalde de Viña del Mar Iván Poduje.
"Lo que se hizo acá fue básicamente reventar una norma muy mala (...) que permitía meter demasiados edificios. Desde ese punto de vista, indudablemente fue una mala decisión urbanística", sostiene.
Hasta ahora, la explicación más extendida para la súbita apertura de los socavones es la falta de capacidad de los colectores de aguas de lluvias.
"El problema que tenemos es una red de colectores que está sobrepasada. Cuando hay una carga tan grande de uso, con 42, 43 edificios, en un área que tiene esa pendiente y con esa fragilidad, se hace mucho más difícil poder tener una red que soporte esa carga hidráulica", explica Poduje.
Para Luis López, ingeniero constructor y profesor de la Universidad Católica de Valparaíso, "lo más efectivo es cambiar el trazado de los colectores y llevar el drenaje de esa parte de la ciudad hacia otros sectores donde no tengan comprometidas edificaciones y donde no pueda afectar a la duna".
Mientras se resuelven los problemas estructurales, la alcaldesa es tajante sobre el futuro de ese sector: "No voy a permitir que se construya un edificio más allí".
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