La historia del terapeuta de los hermanos Menéndez y su amante y su protagonismo en el juicio
La defensa buscó desacreditar al terapeuta y las cintas con las confesiones de los hermanos con el testimonio de su amante
El primer juicio de los hermanos Menéndez por el asesinato de sus padres, contó con una historia secundaria que les robó el protagonismo. Se trató de la trastornada relación entre su terapeuta familiar y una paciente, que terminó siendo determinante para la defensa que, tras varios días de testimonios, consiguió que este primer intento para condenar a los hermanos terminara en punto muerto.
Además de las horrendas muertes del empresario discográfico José Menéndez y su esposa Mary Louise, una exreina de belleza conocida como Kitty, por parte de sus hijos Erik y Lyle, que alegaban ser víctimas de abuso sexual y físico, el proceso judicial también contó con dos testigos igual de desconcertantes: el terapeuta de los Menéndez, L. Jerome Oziel, y su amante, Judalon Smyth.
Oziel se convirtió en la prueba irrefutable del caso, ya que presentó como evidencia las grabaciones de las sesiones de terapia de los hermanos en las que describían los planes para el asesinato de sus padres. Sin embargo, la principal abogada de la defensa de Erik, Leslie Abramson, luchó para que las cintas fueran excluidas del juicio y, cuando no logró este objetivo, prometió desacreditar al psicólogo "de todas las formas conocidas por el hombre y por Dios".
Bajo ese contexto, la abogada, que se hizo famosa por el caso, consiguió que el terapeuta admitiera que no le había dicho a la familia Menéndez que su licencia había sido suspendida debido a lo que denominó una "relación dual" inapropiada: terapia a cambio de trabajos en su casa en beneficio de una paciente.
Además, filtró en el juicio una demanda que su amante, Judalon Smyth, interpuso en 1990 contra él en el Tribunal Superior de Los Ángeles, en la que alegaba que el psicólogo la agredió, violó, secuestró y medicó. Caso que admitió ante la abogada defensora había sido resuelto con un acuerdo entre su compañía de seguros y Smyth, a la que contrademandó bajo el alegato de que había desarrollado una "extraña fijación y obsesión con él".
También se dijo que el comité estatal de psicólogos acusó a Oziel de mantener una relación sexual con otra mujer que trabajaba en su casa como empleada doméstica y que le había suministrado medicación indebidamente y que la había agredido, el terapeuta negó esas acusaciones. Asimismo, se reveló que, en vez de entregar las grabaciones de las sesiones con Menéndez a las autoridades, trató de extorsionar a los hermanos.
Consecuencias para el terapeuta
El testimonio de Oziel en el primer juicio contra los hermanos Menéndez fue perjudicial para su reputación como psicólogo. Tras su participación en el proceso judicial, se enfrentó a expedientes disciplinarios estatales debido a las revelaciones del tribunal y, en 1997, la Junta Directiva de Psicología del Departamento de Asuntos del Consumidor acusó a Oziel de “una serie de delitos” vinculados a su relación con Smyth.
Entre estos delitos se incluyeron: compartir información confidencial sobre sus pacientes con Smyth; mantener una relación tanto comercial como sexual; suministrarle drogas; agredirla físicamente en dos ocasiones; y mantener una conducta sexual inapropiada con dos pacientes, según las declaraciones de un portavoz de la junta en entrevista con CNN.
- En lugar de acudir a los tribunales, el terapeuta decidió renunciar a su licencia "negando también que hubiera cometido irregularidades", según su abogado. "Ya no ejerce la psicología y lleva varios años sin hacerlo. No merecía la pena el gasto y la repercusión en su vida”.
El papel de Smyth en el juicio
La revista Vanity Fair señala que la aparición de Judalon Smyth fue "el mayor regalo para la defensa", a quien define como "una atractiva mujer que se puso en contacto con Oziel con la esperanza de seguir una terapia de pareja".
La relación paciente-psicólogo cambió cuando Smyth se dio cuenta que no podía costear las sesiones con Oziel, con quien se involucró sexualmente y terminó enredada en su matrimonio y en el caso Menéndez. Fue ella quien, después de terminar con el terapeuta, acudió a las autoridades y les contó sobre las confesiones grabadas de los hermanos.
Y así, sin conocer a Erik y Lyle, Smyth se convirtió en un personaje principal para la defensa y un arma para desestimar al terapeuta, que era clave para una condena contra los hermanos Menéndez.
Smyth aseguró que Oziel abusó emocional y sexualmente de ella y testificó sobre el "pagaré sexual" que había entre ellos dos: Un documento similar a un contrato en el que prometía su devoción y que, como se muestra en la serie de Netflix "Monsters: The Lyle and Erik Menéndez Story", estaba firmado con las huellas de las patas de dos testigos felinos, Shanti Oz e Ishi Kitty.
Además, la mujer tenía grabaciones de voz que respaldaban que certificaban la relación extramarital que sostenía con el psicólogo, quien le prometió que dejaría a su esposa para estar con ella.
En 1989, Smyth se instaló en la casa familiar de los Oziel, presencia que se estimaba en dos días, pero que se extiendo por tres meses. La familia había sido “rehén de esta mujer en nuestra casa”, según al esposa del psicólogo, mientras que la amante aseguró que se sentía como una “prisionera de guerra” que Oziel amenazó con internarla en un hospital psiquiátrico si se mudaba, extremo que fue negado por los Oziel.
En 1993, el LA Times contó que los detalles sobre la relación entre Oziel y Smyth fueron tan extensos que un miembro del jurado “se pintarrajeaba la mano” durante el testimonio de la mujer, aunque se animó cuando Smyth explicó por qué nunca quiso tener hijos con él: “No querría hijos que se parecieran al Dr. Oziel". (Este detalle se menciona tal cual en la serie.)
Abramson admitió que Smyth podría no ser la persona más fiable para subir al estrado: "Es una testigo con problemas de credibilidad, y le garantizo que tiene muchos”, recogió el LA Times sobre declaraciones de la abogado, que agregó que “Igual que Oziel, que también tiene muchos”.
The New York Times dijo que la defensa de los hermanos Menendez había sido tan eficiente que “incluso la cinta de 48 minutos de la confesión de los hermanos a un psicólogo se convirtió en un arma de doble filo".
El primer juicio terminó con los dos jurados en desacuerdo. Los dos hermanos fueron juzgados juntos, pero cada uno tenía un jurado independiente.
Un segundo juicio, en el que se omitió las declaraciones del terapeuta y su amante, así como testimonios limitados sobre las acusaciones de abuso sexual al que fueron sometidos los hermanos, terminó con la declaración de culpabilidad de Erik y Lyle.
Fueron condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
La semana pasada el fiscal del distrito del condando de Los Ángeles, George Gascón, informó que su oficina está evaluando nuevas evidencias de posible abuso sexual en el caso del asesinato que involucra a los hermanos Menéndez.
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Aparición pública tras el juicio
Mientras el terapeuta ha decidido no hablar sobre el caso de los hermanos Menéndez y continuar su vida al margen del mismo, Smyth participó en una entrevista sobre su experiencia en el juicio para la docuserie Murder Made Me Famous.
En esta entrevista de 2015, la mujer criticó como la prensa la representó: “Fue un poco confuso para mí el modo en que me trataron los medios de comunicación. Realmente no entendía el ataque que recibí por hacer lo correcto”, dijo Smyth.
Además, defendió su reporte tardío a las autoridades sobre las grabaciones de la confesión bajo control de Oziel: “Me llevó mucho tiempo hacer lo correcto. Pero al final, lo hice”.
En la actualidad, Smyth no ha respondido a solicitud de comentarios de Vanity Fair US, mientras que Oziel dijo: "este caso ocurrió hace más de 30 años. Pasé página un par de meses después del juicio. Mi vida es muy satisfactoria y no tiene ninguna relación con este juicio”.
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