Las protestas en EE.UU. revelan el poder político de los estudiantes a unos meses de las elecciones
La estatua de George Washington estaba arropada por una kefia y una bandera de Palestina
En dos semanas, van al menos 900 estudiantes arrestados por participar en protestas pacíficas contra la campaña militar de Israel en Palestina y la financiación estadounidense. Entre los arrestados está la candidata presidencial del partido verde. Algunos estudiantes han sido evacuados de sus dormitorios y las autoridades han amenazado con revocar las visas a estudiantes extranjeros. Su activa participación política podría definir el futuro político de Estados Unidos en un año electoral.
La estatua de George Washington estaba arropada por una kefia y una bandera de Palestina. Alrededor había carpas de estudiantes en una de las plazoletas principales de la universidad que lleva el nombre del libertador estadounidense.
“Free, free Palestine… free, free, free Palestine”: “Palestina libre” cantaban estudiantes, musulmanes, judíos, católicos, y de diferentes partes del mundo que se tomaron la plaza de la Universidad George Washington después de que Columbia propagara esta forma de protesta en más de 60 universidades del país y en otras más de Inglaterra, Francia, Japón, Australia y Canadá.
“Estas protestas no tienen precedente en cuanto a la escala, el número y la expansión que han tenido”, dice Samar Saeed, palestina estadounidense que estudia un doctorado en Historia en la Universidad de Georgetown y se unió a este campamento el primer día.
Para Samar, los estudiantes saben que tienen el poder, que pueden detener la actividad de las instituciones, que tienen la libertad de protestar y exigir que se protejan sus derechos como lo dice la Constitución. “Ellos le están mostrando a la sociedad que Estados Unidos ha invadido muchos países en nombre de la libertad de expresión y la democracia, pero ahora los estudiantes están siendo censurados y reprimidos por expresar su rechazo a Israel”, expresa. “Los estudiantes se cuestionan por qué están siendo arrestados, encarcelados y hay tanta represión, si solo están criticando el genocidio actual”, agrega Samar.
La represión de los cuerpos policiales
El primer día de protesta en George Washington, hubo policías armados en los techos de los edificios cercanos a la universidad. Una situación similar se presentó en la Universidad de Indiana donde hubo francotiradores durante los primeros días de protesta.
En esa línea, unidades de contraterrorismo de la Policía de Nueva York han estado presentes en la Universidad de Columbia a pedido de la administración, y la Universidad de Texas en Austin hizo un despliegue amplio de fuerzas policiales estatales para tratar de acabar con los campamentos y arrestar a los que se resistieran.
A la fecha las autoridades han arrestado al menos 900 estudiantes y profesores en todo el país, según cálculos del Washington Post. De hecho, ha llamado mucho la atención el arresto de la candidata presidencial por el partido verde, Jill Stein, por protestar contra el genocidio en la Universidad de Washington de la ciudad de St Louis. Además, en redes sociales se ha podido ver cómo profesoras han terminado arrestadas por apoyar a los estudiantes, como le pasó a Caroline Fohlin, profesora de Economía y Noëlle McAfee, directora del Departamento de Filosofía de la Universidad de Emory en Atlanta.
A 53 estudiantes que participan en los campamentos les cancelaron la vivienda subsidiada en los campus y en algunos casos como en Barnard Collegue, les dieron apenas 15 minutos para sacar las sus pertenencias de los apartamentos.
Algo similar les ha ocurrido a estudiantes de la Universidad George Washington que cuando salieron de la cárcel se encontraron con que no tenían donde dormir porque los habían evacuado de sus apartamentos. En ciudades tan costosas y donde la vivienda es tan limitada, la renta es una herramienta de intimidación.
Para estudiantes inmigrantes que dependen de la visa estudiantil para permanecer en Estados Unidos, hay constantes amenazas de parte de políticos para revocarles su visa.
El senador Marco Rubio, republicano de Florida, dijo que presentará un proyecto de ley para exigir a la administración de Biden que revoque visas de cualquier visitante extranjero que apoye "activamente" a Hamás. Rubio, quien ha recibido más de un millón de dólares en donaciones a su campaña por parte del lobby israelí, afirmó que promoverá otra ley para quitar fondos federales a universidades que no repriman protestas que apoyen "actividades terroristas".
Por su parte, el presidente del congreso Mike Johnson viajó hasta el campus de Columbia a dar un discurso al frente de los estudiantes, pidió la renuncia de la presidenta de la Universidad, Minouche Shafik, por no ser lo suficientemente fuerte contra los supuestos ataques antisemitas de los estudiantes.
“Es detestable, Columbia ha permitido que estos agitadores y radicales sin ley se empoderen. Si esto no se contiene rápidamente, y si estas amenazas e intimidaciones no se detienen, llegará el momento adecuado para la Guardia Nacional. Debemos restaurar el orden en estos campuses”, dijo Johnson, entre abucheos de los estudiantes.
Cabe mencionar que tras el arresto de 108 estudiantes en la Universidad de Columbia que desató esta ola de protestas en todo el país, el jefe de patrulla del NYPD, John Chell, le dijo al periódico estudiantil The Columbia Spectator que “los estudiantes que fueron arrestados estaban en paz, no ofrecieron resistencia alguna y estaban expresando lo que querían decir de manera pacífica”.
“La censura y la vigilancia está en todas partes por eso mucha gente tiene que cubrirse el rostro. Yo misma ya estoy en Canary Mision... Intentan mostrarnos de manera negativa y eso sucede tanto en internet como en la vida real”, dice Iklil Bouhmouch, estudiante de Georgetown que participó en el campamento de la Universidad George Washington, donde hasta la fecha han suspendido y arrestado a nueve estudiantes.
Canary Mission es una página web difícil de rastrear que crea perfiles públicos de los estudiantes, activistas, profesores y organizaciones que apoyan la liberación de Palestina y critican a Israel en su ocupación y campaña militar en Gaza. Un estilo de lista negra, como en las épocas del mccarthismo que tiene como objetivo perfilar socialmente y perjudicar el futuro profesional de estas personas y organizaciones.
Un sentimiento de comunidad
A pesar de que la policía ha aislado los campamentos con vallas en muchas universidades para evitar que simpatizantes externos se unan al movimiento, el número de simpatizantes sigue creciendo. Exalumnos, profesores, familiares de estudiantes, empleados de las universidades han creado grupos de apoyo a través de WhatsApp.
Como corresponsal y exalumno de la universidad de Columbia, nuestro corresponsal Cristóbal Vásquez fue incluido en un grupo de cerca de 500 exalumnos para apoyar con asesoría legal, financiera, logística, emocional, informativa, de vivienda y transporte.
“Estamos tratando de generar un sentimiento de comunidad dentro del campamento para que la gente se sienta más segura y cómoda. Leemos historia, poesía, hacemos bailes culturales, celebramos las tradiciones religiosas judías y leemos la Torá. Estamos ayudando a los estudiantes que más se han visto afectados por las decisiones de la universidad”, explica Alejandro Rojas, estudiante de origen colombiano que también es veterano del ejército estadounidense y visitó países árabes en sus misiones militares.
Alejandro, de 26 años, resalta que hay mucho sentimiento de unión: “Todo es con amor, intención pura y aunque están protestando, también están demostrando lo positivo que emerge de la solidaridad entre los estudiantes”. Alejandro, agradecido por lo que Estados Unidos le ha dado, siente que las libertades básicas están en riesgo, pero quiere seguir luchando por ellas: “Día tras día más universidades y más estudiantes se están uniendo a nuestro movimiento e impulsando nuestro progreso. Más y más gente está expresándose y dejando su silencio”.
El poder de voto de los jóvenes
“Yo creo que muchas personas han perdido la fe y por buenas razones. Los demócratas y republicanos han demostrado ser dos caras de la misma moneda y literalmente de la misma moneda porque los dos partidos sólo buscan rentabilidad y llenarse los bolsillos de dinero a través de negocios armamentistas”, subraya Iklil Bouhmouch, agregando que Estados Unidos es básicamente un epicentro de negocios militares glorificado y que así ha sido por décadas, pero que la gente ya se está dado cuenta.
Los jóvenes son importantes de cara a la elección porque en 2024 la generación Z -que incluye, en general, a los nacidos a mediados de la década del 90- representará más de 40 millones de potenciales votantes, entre ellos ocho millones de jóvenes que alcanzaron la edad de votación en 2022. Con los jóvenes millennials, estos representan casi un quinto del electorado estadounidense y son una gran fuerza electoral este año.
Esta población fue clave en la elección de medio mandato del 2022, cuando evitó que los republicanos tomaran la mayoría en el Congreso; y en la elección presidencial del 2020, cuando el demócrata Joe Biden ganó el voto joven por más del 20%. Sin embargo, la operación militar y el cheque casi en blanco de Estados Unidos a Israel, matizado ya por varias advertencias a Israel para que proteja a los civiles, ha generado una creciente oposición y sólo el 19% de los votantes entre 18 y 34 años aprueba la respuesta de Biden a la guerra. A esto hay que sumarle el creciente descontento de los estudiantes y el efecto que tiene en la opinión pública ver policías arrestando a jóvenes que tratan de manifestarse pacíficamente.
“Parece que Joe Biden y el partido demócrata están tratando de perder los votantes menores de 30 años. Sólo esta semana han pasado medidas represivas con las que limitará al medio (TikTok) que usa la generación Z para comunicar su apoyo y organizarse”, afirma un joven que prefiere no compartir su nombre y cubre su cara por seguridad, en el campamento de la Universidad George Washington.
Precedente histórico de la Universidad de Columbia
“El 23 de abril de 1968, cientos de estudiantes de Columbia tomaron por asalto el edificio Hamilton Hall de la Universidad, manteniendo como rehén al decano Coleman. En los días siguientes, cinco edificios en el campus fueron ocupados. Los ocupantes exigieron que Columbia detuviera un proyecto de construcción que contribuiría a la gentrificación de Harlem, el fin de un proyecto de investigación secreto financiado por la CIA y amnistía para los manifestantes estudiantiles”, así lo describe un panfleto que estudiantes repartían para informar a las personas que participaban en la marcha.
El panfleto explica que las ocupaciones finalmente llegaron a su fin el 29 de abril, cuando el NYPD asaltó los edificios ocupados, resultando en casi 700 arrestos. En respuesta, el cuerpo docente se declaró en huelga y el campus cerró por el resto del semestre. Nuevas ocupaciones en el campus y en los alrededores surgieron en las semanas siguientes. Eventualmente, la administración de Columbia cedió ante casi todas las demandas de los ocupantes.
Sin embargo, más allá del precedente, la atención debería estar puesta en Palestina, como lo afirma Jared Kannel, un estudiante judío de la Universidad de Columbia: “Cuando hablamos de antisemitismo en el campus, le estamos quitando el protagonismo a Gaza y Palestina, y me lo están dando a mí. Yo estoy completamente seguro en el campus y esto es una distracción porque no quieren que sigamos hablando de la masacre continua en Gaza y Palestina a manos de soldados de las Fuerzas de Defensa Israelí”, enfatiza.
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