Estudiantes estadounidenses piden a sus universidades que rompan con Israel
La exigencia es común a todas las universidades: la ruptura de los lazos económicos con Israel o con empresas vinculadas al Estado hebreo
La movilización de los estudiantes propalestinos continúa en los campus estadounidenses. La exigencia es común a todas las universidades: la ruptura de los lazos económicos con Israel o con empresas vinculadas al Estado hebreo. Por el momento, este planteamiento no es muy eficaz.
El lema “Desinvest Israel” (Desinvierte de Israel) varía de un campus a otro. Los estudiantes en huelga pueden insistir en los vínculos con empresas israelíes o con los fabricantes de armas estadounidenses que equipan al Estado hebreo. O con multinacionales que operan en Israel, como Google porque vende servicios en la nube al Estado hebreo, o Airbnb porque ofrece a sus huéspedes alojamiento en casas de colonos en los territorios ocupados. Todas estas reclamaciones se dirigen a los gestores de los fondos invertidos para financiar el presupuesto universitario. Hasta el momento, ninguna universidad ha respondido positivamente a estas demandas.
La American University cree que este tipo de requisitos amenaza la libertad académica. Pero la mayoría de las universidades presentan argumentos técnicos a los estudiantes. Algunas no poseen acciones israelíes, o tienen capital invertido en fondos, por lo que no tienen control sobre el contenido de sus inversiones. Algunas se niegan a desinvertir porque, dicen, necesitan todos los beneficios generados para cubrir los gastos de su institución.
Según cifras del Departamento de Educación de Estados Unidos, los fondos relacionados con Israel declarados por las universidades son muy bajos. Ascienden a 375 millones de dólares en los últimos veinte años, mientras que los fondos gestionados por las universidades más prestigiosas suelen superar los cinco mil millones de dólares. Así que “Divest Israel” no está teniendo ningún impacto concreto por el momento, pero es demasiado pronto para hablar de fracaso, porque hay precedentes. El ejemplo más citado es el boicot contra Sudáfrica.
En 1985, tras resistirse durante mucho tiempo a las demandas de sus estudiantes, la Universidad de Columbia vendió finalmente todas las acciones de empresas estadounidenses presentes en el mercado sudafricano. Otras 155 universidades estadounidenses siguieron su ejemplo. Columbia fue también la primera universidad en poner fin a sus inversiones en la industria penitenciaria en 2015. También ha renunciado a invertir en tabaco, carbón térmico y todos los combustibles fósiles de aquí a 2021.
Si Sudáfrica ha abolido el apartheid, es en parte gracias a la presión internacional, en la que las universidades estadounidenses desempeñaron un papel. Por otra parte, las industrias ahora despreciadas por ciertas universidades estadounidenses van bastante bien, con o sin universidades entre sus accionistas. Los gestores de fondos señalan que no es desinvirtiendo, sino permaneciendo como accionista de una empresa para poder influir en el consejo de administración.
Hoy, lo que estudiantes estadounidenses intentan ganar con su lema «Desinvertir en Israel» es también la batalla por la opinión pública. Dada el aura de su movimiento, incluso sin resultados económicos tangibles, ya han marcado puntos.
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