¿Qué esperar de la conferencia del clima de la ONU que arranca en Emiratos?
Desafíos, distracciones y metas globales
Oriente Medio albergará durante las dos próximas semanas su segunda conferencia climática de Naciones Unidas consecutiva, en la que los países esperan acordar nuevas vías para evitar que el planeta se caliente demasiado a finales de siglo. Entre las abundantes distracciones destaca la guerra entre Israel y Hamás.
Dubái, en Emiratos Árabes Unidos, recibirá entre el jueves y el 12 de diciembre a los miles de asistentes a la 28va “Conferencia de las Partes” de la conferencia de la ONU sobre clima, en medio de las persistentes dudas de hasta dónde llegará la adinerada nación petrolera para ayudar a acabar con una crisis climática impulsada en gran parte por el uso de combustibles fósiles.
A continuación, un vistazo al contexto, a lo que hay en juego y a los desafíos de la COP28.
Qué ha ocurrido desde la última cop
El mundo se ha calentado más desde la conferencia celebrada el año pasado en Egipto. Algunos expertos sostienen que 2023 es ya el año más caluroso de la historia. En el hemisferio norte se batieron récords de temperatura este verano, y Brasil, donde todavía no ha empezado el verano, registró este mes su marcas inéditas de temperatura y humedad.
“Prácticamente todo el mundo está sufriendo olas de calor", dijo Petteri Taalas, director de la agencia meteorológica de la ONU, a principios de mes.
Cada vez hay más indicios de que el mundo — y en especial en los países en desarrollo — está cada vez peor preparado: la temporada de monzones causó este año 1.500 millones de dólares en daños en propiedades en India. En septiembre, la tormenta tropical Daniel provocó inundaciones letales en Libia. El mes pasado, el huracán Otis arrasó un balneario turístico en México y planteó el temor a que el gobierno pueda gastar más en la reconstrucción de Acapulco que en ayudar a la población a hacer frente a la situación.
Aunque regresen las olas de frío extremo — como la que afecta actualmente al norte de Europa — la tendencia general apunta al incremento de la temperatura promedio global.
Qué hay en juego en esta cumbre
Pocos expertos y responsables políticos esperan un gran avance este año.
La quema de combustibles fósiles que arroja carbono a la atmósfera sigue siendo la principal causa del calentamiento global, y la producción sigue aumentando. Los activistas climáticos dicen que los esfuerzos para desarrollar la energía eólica, la solar y otras alternativas no van lo suficientemente rápido.
El acuerdo del clima de París de 2015 estableció el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados Celsius (2,7 grados Fahrenheit) desde el inicio de la era industrial, pero el mundo está muy lejos de lograrlo.
Muchos expertos apuntan que, para lograr esa meta, la producción de dióxido de carbono en la atmósfera debería alcanzar su máximo el próximo año y reducirse a casi la mitad para 2030.
Los países occidentales están entre los que promueven la idea de triplicar capacidad de las energías renovables y duplicar la eficiencia energética para ese año. Los grupos ambientalistas dicen que es insuficiente e ignora el principal problema: reducir la quema de carbón, petróleo y gas.
Uno de los debates girará en torno a la “reducción” o “elimación", es decir, si los países acuerdan reducir progresivamente el uso de combustibles fósiles, como quieren algunos, o su completa eliminación, un objetivo de los activistas que es improbable que se considere seriamente en el país del Golfo Pérsico.
El calentamiento global tiene enormes implicaciones: puede alterar las economías locales, agravar los patrones climáticos, causar migraciones y sembrar el caos en las poblaciones indígenas que quieren mantener sus culturas tradicionales, entre muchas otras cosas.
Otro desafío en Dubái será recaudar fondos para que las naciones más pobres se preparen, respondan y hagan frente a las catástrofes relacionadas con el clima. El año pasado, la creación de un “fondo para pérdidas y daños” fue un gran logro, pero recaudar el financiamiento ha resultado complicado.
Quién acudirá
El rey Carlos de Inglaterra participará junto al primer ministro de India, Narendra Modi; al zar estadounidense del clima, John Kerry, y al canciller de Alemania, Olaf Scholz, en la que, según los organizadores, es la mayor COP de la historia. El papa Francisco tuvo que cancelar sus asistencia a principios de semana por prescripción médica para recuperarse de unos problemas respiratorios.
Sultan al-Jaber, jefe de la petrolera nacional de Abu Dabi y presidente de la COP28, será escrutado de cerca por el claro interés de su país en el petróleo y sus llamados a una transición hacia las energías renovables. Muchos quieren saber si los países petroleros del Golfo Pérsico aportarán más fondos para ayudar a las naciones en desarrollo a adaptarse al cambio climático y virar hacia tecnologías más verdes.
Los gobiernos de esos países quieren ayuda para enfrentar las consecuencias de un calentamiento que les afecta especialmente y al que han contribuido poco o nada.
En un mundo cada vez más polarizado, las naciones ricas tratarán de ganar puntos en la comunidad internacional, ya sea ofreciendo dinero o compartiendo conocimientos técnicos de sus motores económicos con las más necesitadas, pero sin olvidar a sus propios electores.
Los activistas quieren que los responsables de la toma de decisiones en los países ricos rindan cuentas por las ambiciosas e incumplidas promesas realizadas en el pasado, además de presionar para cambiar la forma en que vivimos desde Tokio hasta Tegucigalpa o Tombuctú.
Qué desafíos hay por delante
En todas las COP, las esperanzas chocan con la cruda realidad.
Igual que el año pasado, cuando la guerra de Rusia en Ucrania influyó en los esfuerzos para luchar contra el cambio climático, este año muchas miradas estarán puestas también en Oriente Medio por la campaña militar israelí en Gaza tras el ataque de Hamás sobre el sur del país el mes pasado.
Uno de los retos será reavivar la atención sobre las cuestiones climáticas, que suelen desaparecer al tiempo que lo hacen las olas de calor.
El secretario general de la ONU, António Guterres, viajó recientemente a la Antártida para llamar la atención sobre el deshielo. Muchas empresas se apuntan a la COP28: la agroindustrial estadounidense Cargill, por ejemplo, anunció esta semana un “compromiso acelerado” para acabar con la deforestación — un aspecto en el que, según los críticos, no ha hecho suficiente — en Brasil, Argentina y Uruguay.
Los países en desarrollo quieren beneficiarse de los lujos que el mundo rico disfruta desde hace mucho, a menudo produciendo enormes cantidades de carbono. La compra de autos todoterreno y de gran tamaño, que consumen mucha gasolina, va en aumento en todo el mundo a pesar del incremento de los eléctricos.
Las presiones inflacionistas que han disparado el costo de la vida en los últimos meses han restado atractivo a la compra de tecnologías más limpias, que suelen ser también más caras, y muchos consumidores reclamaron la bajada del precio de la gasolina. Muchos países siguen subvencionando los combustibles para limitar la pérdida de poder adquisitivo de la población.
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