Biden reanuda agrias negociaciones para evitar un default de EE.UU.
Biden y McCarthy buscan un acuerdo urgente sobre el techo de la deuda de EE. UU.
El presidente Joe Biden y Kevin McCarthy, su principal oponente republicano sobre el techo de la deuda, reanudarán este lunes negociaciones para un acuerdo rápido y evitar un peligroso default de Estados Unidos.
Biden, que acaba de regresar de Japón donde asistió a la cumbre del G7, recibirá en Casa Blanca al líder republicano de la Cámara de Representantes.
Ambos hablaron el domingo, mientras Biden volaba de regreso a Washington. McCarthy calificó la conversación de "productiva", según medios estadounidenses, e indicó que los equipos de ambas partes han reanudado desde entonces las conversaciones.
Se trata de la primera señal positiva después de que un agrio encuentro entre negociadores demócratas y republicanos, el viernes en la Casa Blanca aunque sin Biden, que iba rumbo a Hiroshima, Japón.
Los republicanos exigen bajar el gasto público. La administración Biden se niega y propone por su parte reducir ciertos gastos y aumentar impuestos a los más ricos y a las empresas que hoy se benefician de restituciones fiscales.
Los republicanos objetan fervientemente cualquier aumento de impuestos.
"Washington no puede seguir gastando el dinero que tuiteó MacCarthy.
Biden le advirtió que rechazaría un acuerdo "que proteja los subsidios por miles de millones de dólares a las grandes petroleras mientras se pone en peligro la atención sanitaria de 21 millones de estadounidenses".
Efectos concretos
"Estados Unidos nunca ha dejado de pagar sus deudas. Y ese no será jamás el caso", afirmó Biden.
No obstante, ese puede ser el riesgo si no se alcanza ningún acuerdo.
Esta situación inédita, con consecuencias potencialmente catastróficas para la economía de Estados Unidos y la del mundo, podría ocurrir a partir del 1 de junio.
Estados Unidos podría entonces no poder reembolsar a los tenedores de bonos del Tesoro estadounidense, rey de las finanzas mundiales. Asimismo, el gobierno no podría pagar algunos sueldos a funcionarios ni las pensiones de veteranos, entre otros.
Una decisión tomada a última hora podría tener igualmente consecuencias. En 2011, existía sólo la amenaza de caer en bancarrota y esto hizo, por primera vez, que Estados Unidos perdiera su preciosa evaluación crediticia triple A, la mejor de las agencias evaluadoras.
Efectos concretos ya se hacen sentir, alertó el martes la secretaria del Tesoro, Janet Yellen. "Los inversores se han vuelto más reticentes a mantener deuda soberana que vence en junio", dijo.
Sombra de Trump
En tanto, la sombra de Donald Trump se posa sobre las negociaciones. El ex presidente republicano, quien mantiene fuerte influencia, instó a su partido el 10 de mayo a negarse a elevar el límite de la deuda, lo que desataría el impago, si los demócratas no acuerdan recortar gastos.
El domingo, la portavoz de la Casa Blanca, Marine Jan-Pierre, deploró las "reivindicaciones partidistas extremas" propuestas por los conservadores.
McCarthy, por su parte, acusó al "ala izquierdista del partido demócrata" de estar "a sus órdenes".
Si los desacuerdos persisten, a Biden le queda un recurso: invocar la 14a Enmienda de la Constitución estadounidense, que estipula que "la validez de la deuda pública de Estados Unidos, autorizada por ley, (...) no debe ser cuestionada".
En otras palabras, los gastos ya votados deben poder ser pagados.
Pese a estar considerando esta posibilidad, Biden se mostró escéptico, mientras que Yellen también aludió a la "incertidumbre jurídica" y a un "plazo apretado".
Al igual que casi todas las grandes economías, Estados Unidos vive del crédito. Sin embargo, en Estados Unidos es prerrogativa del Congreso votar el aumento del techo de la deuda pública que la primera economía del mundo está autorizada a acumular.
Y lo que inicialmente era una formalidad se ha convertido ahora en una batalla política.
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